A 20 años del viagra, sigue siendo usado en secreto
Aunque representó una revolución para la sexualidad de los hombres, para muchos de ellos sigue siendo un tema íntimo, que no comparten con sus parejas
Hace 20 años, una pastillita azul llamada viagra irrumpió en el mundo y revolucionó la sexualidad de los hombres. El medicamento que sacó a la luz los problemas de disfunción eréctil masculinos y les ofreció una solución mucho más discreta y menos invasiva que una inyección en el pene, fue un hallazgo fruto de la casualidad.
Y aunque el viagra revolucionó la sexualidad masculina, todavía el 60% de quienes lo consumen, lo hace en secreto.
La historia se remonta a principios de los años 90, cuando el laboratorio Pfizer se encontraba realizando ensayos clínicos con un nuevo medicamento para tratar la angina de pecho. La droga en cuestión, el citrato de sildenafilo, no mostró ninguna efectividad para aliviar los dolores de pecho de los pacientes. Pero los hombres que lo probaron reportaron un efecto inesperado: una erección. Los voluntarios de aquel ensayo afirmaban que su vida sexual había mejorado notablemente.
A partir de allí, el laboratorio reorientó sus investigaciones hacia la disfunción eréctil, un problema que afecta a un tercio de los hombres mayores de 50 años. En la Argentina, se estima que afecta a unos 2,5 millones de hombres de ese rango etario.
El 27 de marzo 1998, la estadounidense Food and Drugs Administration (FDA, por sus sigla en inglés) aprobó el medicamento que, según los científicos, empieza a hacer efecto, en promedio, 27 minutos después de la toma. En abril de ese mismo año comenzó a comercializarse en Estados Unidos. El éxito fue inmediato. Campañas publicitarias con figuras como el excandidato republicano a la Casa Blanca Bob Dole y el “rey” del fútbol brasileño, Pelé, hicieron lo suyo: por primera vez se pudo ver a figuras de esa talla hablando de un tema que históricamente había sido tabú.
El viagra rápidamente se convirtió en un boom. En las dos semanas siguientes a su salida al mercado se prescribieron 150.000 recetas de la pastillita azul en EE.UU. Y rápidamente, también, empezó a circular por el mundo a través del mercado ilegal. “A la Argentina primero llegaba por contrabando y lo vendían en los sex shops, a 25 dólares la unidad”, recuerda el psiquiatra y sexólogo Adrián Sapetti.
“El viagra revolucionó la sexualidad de los argentinos. Nadie podía creer que con una píldora podía lograr una erección o mejorar su rendimiento sexual. Yo trabajo hace 40 años en el tema y fui testigo de esa revolución”, afirma Adolfo Casabé, médico urólogo, director del Instituto Médico Especializado y encargado del sector Medicina Sexual Masculina del Hospital Durand. “En la actualidad --agrega-- no existe un varón que tenga un problema de sexualidad y no lo pueda solucionar”.
Aunque representó una revolución para la sexualidad de los hombres, para muchos de ellos sigue siendo un tema íntimo, que no comparten con sus parejas. “Es un gran medicamento, que le salvó la vida sexual a muchos hombres. Pero muchos lo mantienen en secreto. El 60 % de los que toman viagra lo hacen en secreto”, añade Sapetti.
“En un principio se creía que el viagra se utilizaría para tratar la disfunción eréctil o que su uso se recomendaría en la tercera edad y en el envejecimiento. Quizá la observación actual es que su uso se ha vuelto muy intenso para tratar la angustia; la angustia y el temor al fracaso sexual, muy significativos en adolescentes y en la juventud, pero no menos importante en la madurez y el envejecimiento”, sostiene el doctor Andrés Rascovsky, ex presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
Casabé coincide en que el público adepto a la pastilla azul es variado. “Hay hombres grandes, de 60 o 65 años, que tienen parejas menores y buscan en el viagra una respuesta que los iguale en edad. También hay muchos jóvenes que toman viagra, algunos porque quieren responder más veces en menos tiempo y buscan mejor rendimiento. Otros porque toman mucho alcohol, que es un depresor, y recurren al medicamento”, explica.
En la Argentina, según datos de la consultora IQVIA, en 2017 se vendieron en el mercado legal (13 mil farmacias) 3.646.000 cajas de sildenafil (hay presentaciones de entre dos y ocho comprimidos). En el mercado hay otras dos moléculas para la disfunción eréctil, el tadalafil y el vardenafil, que el año pasado vendieron 534.000 y 44.000 unidades, respectivamente. En estos datos no están contempladas todas las imitaciones que existen y circulan en el mercado ilegal.
Pero el viagra no solo ayudó a mejorar el rendimiento sexual y la autoestima de los hombres, también fue clave para detectar otros problemas de salud, subyacentes a la disfunción eréctil. “La disfunción eréctil es un síntoma, que puede venir por cuestiones emocionales, pero también por problemas cardiovasculares. En el consultorio urológico y a partir de una consulta por una disfunción eréctil se han podido diagnosticar diabetes, hipertensiones arteriales, pacientes coronarios. En estos años se realizaron muchos estudios clínicos que demostraron que en un porcentaje grande de hombres la disfunción eréctil aparece como primer síntoma de enfermedad cardiovascular”, dice Casabé.
Precisamente por eso –la disfunción eréctil como síntoma de otra patología– es que Casabé plantea reparos ante quienes quieren convertir al viagra en medicamento de venta libre. “Si (los pacientes) no pasan por el consultorio, nos perdemos la posibilidad de diagnosticar causas asociadas a la disfunción eréctil. Es una oportunidad”, afirma.