30 años sin Borges; un autor desde todos los ángulos

Vida
/ 14 junio 2016

Gabriel Cittadini, directora de la Fundación Borges recuerda las bases de la literatura borgiana que formaron parte del desarrollo de su estilo único a 30 años de su muerte

Buenos Aires.- El lenguaje, la calidad literaria y una obra que apunta a las “problemáticas intrínsecas” al ser humano permiten mantener el valor “universal” de la creación del destacado escritor argentino Jorge Luis Borges, a casi 30 años de su fallecimiento en Ginebra.

Creador de una simbología y un estilo propios, Borges, nacido el 24 de agosto de 1899, es leído tanto en su país natal como en el mundo entero.

“Tiene un carácter universal que lo hace atractivo y atraviesa a la humanidad, más allá del origen o la pertenencia”, dijo en entrevista la vicepresidenta de la Fundación Borges en Buenos Aires, Gabriela Cittadini.

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El autor de “El Aleph” (1949) ha impactado en la escritura de quienes lo han leído. Su estilo, “muy particular” según Cittadini, se multiplica en otros escritores, ‘hijo’ y ‘nietos’ de Borges que actualmente son “grandes narradores”. En ellos, el escritor argentino, fallecido en Ginebra el 14 de junio de 1986 a causa de un cáncer hepático, sigue presente.

“La obra de Borges tiene una vigencia universal por el valor del lenguaje, la calidad literaria. Su obra ha impactado en la literatura posterior”, agregó la especialista.

Pese a su estilo exigente, Borges “trabaja en todos los niveles” y puede llegar “de muchas maneras” a los distintos lectores: los más pequeños son convocados por los animales mitológicos y extraordinarios de su literatura, mientras el “culto al coraje” es “impresionante” para los adolescentes.

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Como libro de cuentos, “Ficciones” (1944) invita a los adultos a un recorrido por las inquietudes de la obra borgiana que en este caso están planteadas de una manera “más accesible”.

Borges, consideró Cittadini, puede leerse “desde muchos lugares”, no solo junto a otro tipo de literatura, sino también desde disciplinas como la matemática y la geografía.

“A Borges se llega por las ciencias exactas y las ciencias sociales. Se entra desde tantos lugares que puede trabajarse transversalmente. Justamente, es lo que lo hace universal”, remarcó.

Borges también es poesía. “Fervor de Buenos Aires” (1923), su primer libro en este género, es “una muy buena puerta de acceso” a ese lado del escritor y a su amor por la principal ciudad de Argentina.

Porque Borges, a pesar de ser “un cosmopolita cultural” es “intrínsecamente porteño”, describió la vicepresidenta de la fundación que lleva el nombre del escritor.

A sus orígenes ingleses y españoles, se sumaron los viajes por todo el mundo, primero en compañía de su madre y luego de María Kodama, la secretaria con quien se casó en Asunción en 1986.

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Borges vivió en España en su juventud y, de vuelta en Buenos Aires, colaboró con distintas revistas literarias.
Abiertamente antiperonista, en 1955 fue nombrado director de la Biblioteca Nacional de Argentina por la dictadura que desplazó a Juan Domingo Perón del Gobierno. En esa época, el escritor ya había empezado a quedarse ciego.

Al final de su vida, se refugió en Ginebra, temeroso de que los efectos del cáncer que le habían diagnosticado se convirtiera en un espectáculo para los medios argentinos.

“Ginebra corresponde a los años más felices de mi vida. Mi Buenos Aires sigue siendo el de las guitarras, el de las milongas, el de los aljibes, el de los patios. Nada de eso existe ahora. Es una gran ciudad como tantas otras", dijo en una carta enviada a la Agencia Efe en 1986.

Actualmente, jornadas dedicadas a la obra del escritor, colecciones de libros, muestras de fotografías y pinturas recuerdan frecuentemente a Borges en Buenos Aires.

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En ese escenario, Kodama -presidenta de la fundación- aparece como la principal guardiana de la obra. Por ese papel, la viuda del escritor ha cosechado reconocimientos, pero también se ha convertido en una figura polémica.

Colaboradora de ella, Cittadini la califica como “una figura con un gran reconocimiento porque ha dedicado su vida” al legado del destacado escritor, mientras que considera que quienes la cuestionan “tienen otras ambiciones” y “no buscan la trascendencia de la obra borgiana”.

Una obra que conserva su vigencia, debido a que su autor, con ejemplos como “El Aleph” y su vínculo con la tecnología, fue “un posmoderno antes de tiempo” que se “adelantó a su época”. 

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