¿Cómo puedo ayudar a que mi hijo adulto tome sus propias decisiones?

Vida
/ 27 mayo 2016

Benjamin Franklin dijo, “Si me lo dices, lo olvido. Si me lo enseñas, lo recuerdo. Si me involucras, lo aprendo”

A nuestro hijo adulto le cuesta mucho tomar decisiones y odia el cambio. Siempre recurre a nosotros o a sus hermanos para pedir consejo por cualquier decisión pequeña que debe tomar. Nosotros no queremos negárselo, pero tampoco queremos seguir tomando decisiones por él. Es un gran muchacho, aunque tampoco sale mucho y pienso que tiene que ver con el hecho de que no se siente cómodo tomando decisiones respecto de con quién y cómo salir. ¿Cómo podemos ayudarlo a ganar confianza y mostrarle a la vez nuestro amor?

Respuesta:

Esta es una buena para los padres. Cuando nuestros hijos son pequeños obviamente tenemos que ayudarlos, pero a medida que crecen debemos empezar a fortalecerlos para que tomen cada vez más decisiones solos. Esto puede asustarnos a nosotros, los padres, porque no queremos que nuestro hijo cometa errores, pero debemos soltarlos si queremos que lleguen a ser adultos independientes y que a la larga se vayan.

Cuando llegan a la adolescencia, los hijos generalmente empiezan a pelear por una mayor independencia y control. Esta rebeldía en principio debe salir a relucir y es una parte natural del crecimiento. Tiene que surgir si quieren separarse de ustedes algún día. Durante esta época precisamente (y cuando son adultos jóvenes) los padres deben dejar de dar consejos, instrucciones y órdenes y comenzar a enseñarles a pensar por sí mismos. Enseñar un pensamiento independiente lleva más tiempo, sin embargo, que dar consejos, de modo que tendrían que poner empeño en esto.

También tendrán que volverse un poco más tontos. A lo que me refiero con esto es a no dar respuestas tan rápidas y compartir lo que saben. Pretendan que no saben y háganles preguntas para ayudarlos a elaborar opciones. Pregúntenles qué piensan. Barajen ideas juntos y si es necesario, den algunas sugerencias, pero de manera que los hijos piensen y decidan qué es lo mejor para ellos.

Benjamin Franklin dijo, “Si me lo dices, lo olvido. Si me lo enseñas, lo recuerdo. Si me involucras, lo aprendo”.

Esto es lo que deben hacer ustedes. Involucrarse para demostrar que se preocupan, pero hacerse los tontos y obligarlo a pensar opciones y desenlaces por sí mismo. Pidan permiso para compartir los principios que aparecen más abajo (si son relevantes) y así eliminarán el miedo en el proceso de toma de decisiones. También hay una fantástica Decision Making Worksheet en mi sitio Web que también podrían darle para ayudarlo a tomar decisiones confiadas que coincidan con sus valores personales. También les convendría usarlo.

Principios que disminuyen el miedo en las decisiones:

En realidad, no podemos cometer errores porque la vida es un aula y cada experiencia una lección. En cada oportunidad ganamos o aprendemos algo (y las dos cosas son útiles). Aun las decisiones que salen mal nos enseñan algo importante que necesitábamos aprender.

Estamos aquí en el planeta principalmente para aprender a amarnos a nosotros mismos y a los demás en un nivel más profundo. Cada experiencia nos enseña esto de alguna manera.

Nada que hagamos o pensemos (y nada que alguien haga o piense) puede disminuirnos o cambiar nuestro valor, porque nuestro valor es infinito y absoluto. Tenemos el mismo valor más allá de lo que elijamos.

El recorrido de nuestra vida es el aula perfecta. Por una u otra razón, cada experiencia es perfecta. Esto debería eliminar nuestro miedo a perder y facilitar las elecciones.

El miedo es el origen de la mayoría de los problemas. Escapamos del miedo eligiendo la confianza y el amor. Confiemos en que nuestro valor es infinito y nuestro paso por la vida será su aula perfecta.

El amor siempre es la respuesta en todas las situaciones. A veces la respuesta se refiere a amar a los demás y a veces a amarnos y honrarnos a nosotros mismos.

Recordar algunas de estas verdades es una buena manera de comenzar y, enfocándose en estos principios, es imposible desviarse.

Veamos algunos otros consejos para fortalecer a otros:

Lo más necesario es la escucha. Escuchar a alguien valida su ser en el nivel más profundo. Pero una escucha activa no se limita a asentir y repetir lo que el otro dice. Alguien que sabe escuchar también hace buenas preguntas. Ustedes pueden ayudar a su hijo a encontrar las respuestas que está buscando por sí solo simplemente haciendo preguntas que lo ayuden a analizar el problema desde perspectivas diferentes. La manera más contundente de ayudar a alguien es hacer preguntas que lo guíen hacia la respuesta, pero dejar que la descubra por sí solo.

Recordar que la persona que busca consejo es la que tiene derecho a una inspiración sobre su situación. Como experta en coaching de vida, he aprendido que la mayoría de las personas sabe la respuesta a la pregunta que se le formula, simplemente no confía en su criterio. Haga lo que haga, no permita que lo usen de muleta. No sirve. Continúe haciendo preguntas sobre lo que piensa y siente la otra persona hasta que reconozca que su verdad interior conoce el rumbo correcto. Todas las respuestas que necesita (y a las que tiene derecho) se las dará el universo en el momento correcto en que deba recibirlas. Si todavía no la está recibiendo, quizá no esté listo. Cuando esté listo y si usted es el maestro indicado, recibirá la inspiración para decir las palabras indicadas, pero si puede, evite dar la respuesta.

Una de mis preguntas favoritas cuando me piden consejo es: “¿Dime, qué esperaba que le dijera?” En general saben la respuesta. Simplemente no confían en sí mismos.

Honre a la persona pidiéndole permiso antes de transmitir o dar un consejo. Yo recomiendo encarecidamente pedir permiso antes de dar cualquier consejo, sugerencia o de compartir con alguien lo que se piensa. Es una manera contundente de demostrarla a esa persona que usted la honra y la respeta. Una pregunta pidiendo permiso puede ser: “¿Te interesa conocer otro punto de vista sobre esto?” “¿Te gustaría recibir un pequeño consejo?” Luego, esperar un sí. Si la persona dice que no, respetarla. Respetar cómo se siente en esta ocasión generará confianza y es probable que la próxima vez acceda a escuchar.

Reconocer cuándo hace falta ayuda profesional. Si alguien viene a verlo o verla pidiendo ayuda, pero usted sospecha algún problema de adicción, enfermedad mental, depresión o alguna otra situación grave, remítalo a un profesional de la salud mental, terapeuta, psicólogo o médico. Si no sabe si corresponde recurrir a un profesional, actúe con prudencia y de todos modos haga la recomendación. Esté presente para apoyar, pero consiga apoyo adicional.

Espero que esto les sirva de ayuda. Si bien su hijo ya es adulto, pueden de todos modos utilizar estas ideas para ayudarlo a aprender a confiar en sí mismo.

Si las dificultades continúan, les recomendaría algún tipo de entrenamiento para la vida con un profesional matriculado.
Ustedes pueden hacerlo.

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