En la literatura Leonora Carrington dio voz a la pintura
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La novela “La trompeta acústica” será publicada por el Fondo de Cultura Económica, mientras que en inglés New York Review Books publicará “Down below” (“Memorias de abajo”) y “The milk of dreams” (“Leche de sueño”).
El mural “El mundo mágico de los Mayas”, en el Museo Nacional de Antropología, y la escultura “Cocodrilo”, en Paseo de la Reforma, son piezas en espacios públicos que le dan a los espectadores la oportunidad de conocer la riqueza de la plástica de Leonora Carrington. Pero escultura y pintura no fueron los únicos caminos en los que experimentó la artista inglesa nacida hace un siglo, el 6 de abril de 1917, en Lancashire, Inglaterra.
Leonora es también su literatura. Ésta es una obra que incluyó cuentos, piezas de teatro, una novela, textos sobre su vida, además de correspondencia. Una obra de la que este año habrá algunas reediciones: la novela “La trompeta acústica” será publicada por el Fondo de Cultura Económica, mientras que en inglés New York Review Books publicará “Down below” (“Memorias de abajo”) y “The milk of dreams” (“Leche de sueño”). En el teatro están en escena tres cuentos de “Memorias de Abajo”, que son presentados los viernes, hasta el 21 de abril, en La Gruta del Teatro Helénico.
La literaria es una obra que es tema de estudio por parte de investigadores nacionales y extranjeros, y será uno de los ejes del Panel internacional y exposición “Leonora Carrington a 100 años”, que el 6 de abril se llevará a cabo en el Foro de la Biblioteca México en la Ciudadela. El Panel marcará el inicio del programa conmemorativo por el centenario del nacimiento de la pintora, escultora y escritora que se exilió en México en 1942, y que vivió en esta ciudad hasta su muerte, ocurrida el 25 de mayo de 2011.
Entre los estudiosos de la obra literaria de Carrington se encuentra el propio Gabriel Weisz Carrington, hijo de la artista y maestro de Literatura Comparada en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, para quien la escritura de su madre refleja su personalidad de cuentacuentos, al tiempo que fue espacio de liberación y autoconocimiento.
“Es un fenómeno que está lleno de estas tradiciones inglesas del humor negro o de, incluso, la construcción de personajes internos que creo que es muy única de Leonora, y que pocas personas lo entienden —dice Gabriel Weisz en entrevista—. Muchos se acercan desde un punto de vista convencional de lo que es la literatura, creen que las de ella son historias divertidas o demás, y no se percatan de la explosividad poética que tienen estas obras, y de hasta qué punto pueden reflejar un viaje de autoconocimiento. Es algo que algunas mujeres han elaborado a partir de los feminismos, al percatarse de que tienen una voz y que necesitan expresarla desde la literatura”.
Los mitos celtas, los relatos de su nana —aquella fue una relación determinante— y hasta el mundo prehispánico influyeron en su obra literaria, en la que expresó desde el doloroso paso por el hospital psiquiátrico en España (“Memorias de abajo”) hasta sus ideas sobre la vejez “La trompeta acústica”; fue una literatura en la que hubo varios libros de cuentos, “The house of fear” (“La casa del miedo”) y “The milk of dreams” (“Leche de sueño”), por ejemplo. De esos libros hay ediciones en español, pero no se ha hecho con el caso del teatro.
La de Carrington era una obra con muchos ejercicios y juegos donde igual escribía en inglés, que en francés o que en español. Una diversidad que resalta el nieto de la artista, Daniel Weisz: “Es como lo que pasa con la pintura, la escritura, la escultura. Era poderse expresar en diferentes medios, encontrar la forma adecuada. Era parte de su diversión, hallar la manera, la palabra adecuada”. Esos ejercicios literarios son recordados por Gabriel Weisz: “De pronto entraba en universos lingüísticos muy particulares que despertaban ciertos imaginarios”.
La literatura fue para ella un lugar de libertad, dice Gabriel Weisz: “Utilizó la escritura para librarse del horror de la guerra, para librarse del ámbito estrictamente cerrado de la burguesía inglesa y le costó muchísimo trabajo. A la gente se le olvida que fuera del mundo mágico —que sí tiene mucha importancia— hay una postura política que tuvo Leonora. Fue muy importante, no sólo como mujer en un ámbito muy cerrado en México, sino por el lugar que ocupa en el Surrealismo”.
¿Y qué comparten entonces las obras literarias y artísticas de Carrington? Gabriel Weisz cree que cada una viene de “centros muy distintos”: “Su escritura casi siempre es testimonial, no porque esté hablando continuamente de ella —puede estar hablando un animal o una mujer nativa cercana a Teotihuacán—, siempre es la cuestión testimonial; la pintura es mucho más hipnótica, a veces con imágenes de sueños. Lo que tienen en común es que siempre tienen un relato, pero en la pintura hay un relato secreto, y en la escritura no puede serlo, tiene que abrirse y tiene muchos otros planos”.
Celebraciones
Será un año dedicado a Carrington que iniciará el 6 de abril a las 10 de la mañana con el Panel Internacional “Leonora Carrington a 100 años” y con la exposición del mismo nombre, que abre ese día y que se prolongará hasta 2018, cuando, también en abril, se inaugure otra magna muestra que preparan el INBA y el Museo de Arte Moderno, que reunirá sus pinturas; será curada por Stefan Van Raay y Tere Arcq, dos de los mayores estudiosos de su obra, quienes justamente participarán como invitados en el panel que realizará la Biblioteca de México.
El foro reunirá a especialistas en arte y literatura, como Whitney Chadwick (autora de varios libros sobre Carrington), Roger Shanon, Tere Arcq, Gabriel Weisz, Susan Aberth, Stefan Van Raay, Karla Segura, Jonathan Eburne y Catriona McAra; éstos dos últimos justo acaban de publicar en enero el libro “Leonora Carrington and the international avant-garde” (Universidad de Manchester), que reúne varios estudios sobre su obra.
El Panel será paralelo a una exposición curada por Gabriel Weisz, su esposa Patricia Argomedo y su hijo Daniel, quien ha reunido en los últimos años numerosos documentos, cartas y fotografías con el propósito de integrar un archivo de la artista que, recuerda Argomedo, siempre tuvo el apoyo de Rafael Tovar y de Teresa.
En la exposición en la Biblioteca de México habrá fotografías, correspondencia, esculturas, libros; habrá una sección de Europa, con escritos, dibujos que hizo de niña y adolescente, bocetos de teatro, ejemplos sobre el proceso de creación de una escultura. Se verán copias de cartas de su madre durante la II Guerra Mundial, de André Breton, Alice Rahon, César Moro y Benjamín Péret, entre otros.