La carga emocional del acné en los adultos

Vida
/ 24 agosto 2024

El acné suele considerarse un problema de la adolescencia que debería disminuir en los años de universidad y pasar a la historia cuando llega la hora de encontrar un trabajo.

Por: Jane E. Brody

Por mucho que digamos que valoramos la belleza interior de las personas por encima de su aspecto exterior, lo que vemos al conocer a alguien puede influir en cómo evaluamos el valor de la persona. Al menos, ese es el temor de muchos adultos con acné, lo que los lleva a evitar encuentros sociales o profesionales para que sus imperfecciones faciales no den una mala impresión o provoquen rechazo.

El acné suele considerarse un problema de la adolescencia que debería disminuir en los años de universidad y pasar a la historia cuando llega la hora de encontrar un trabajo; sin embargo, según una encuesta publicada en 2008 y realizada entre 1013 adultos de 20 años en adelante, el 35 por ciento de las mujeres y el 20 por ciento de los hombres afirmaron tener problemas de acné facial a los 30 y tantos años. Incluso entre los mayores de 50 años, el 15 por ciento de las mujeres y el 7 por ciento de los hombres afirmaron que seguían teniendo problemas con estas imperfecciones. Por su parte, los expertos aseguran que el acné se ha convertido en un problema cada vez más frecuente entre las mujeres adultas en los últimos años.

En algunos casos, los problemas de acné que comenzaron en la adolescencia persistieron hasta bien entrada esta etapa, pero en otros, las personas desarrollaron acné por primera vez en la edad adulta. “El acné de los adultos aísla más a la persona en el aspecto social que el de los adolescentes, ya que muy pocos pares presentan el mismo problema y puede tener un impacto tremendo en la vida”, aseveró John S. Barbieri, especialista en acné del Hospital Brigham and Women’s de Boston.

Natalie Kretzing, una estudiante de medicina de 27 años de Filadelfia, solo tuvo un acné moderado en su adolescencia que se convirtió en un acné quístico grave hacia los 22 años. “Quería que me respetaran como a una joven profesional, pero mi acné no me hacía sentirme adulta”, me dijo. “Tenía que dedicarle tanto tiempo a mi aspecto y al maquillaje que era agotador, y a menudo acababa cancelando mis planes. No podía ser espontánea porque me llevaba mucho tiempo arreglarme”.

Los hábitos alimenticios de la actualidad tal vez influyan

Aunque pueda parecer un problema cutáneo superficial, en realidad el acné es un trastorno complejo derivado de una interacción entre varios componentes de la piel y las hormonas de las personas. Las lesiones de acné se producen cuando los folículos pilosos de la piel se obstruyen con grasa y células muertas que, en conjunto, conforman el alimento de las bacterias. Un desequilibrio hormonal y el estrés emocional pueden agravar el problema.

Durante mucho tiempo se ha culpado a la dieta, y ahora hay cada vez más pruebas de que los hábitos alimenticios de la actualidad pueden influir en la incidencia y la gravedad del acné, según informó Barbieri el año pasado. Aunque algunas personas reaccionan de manera negativa a un alimento concreto, en general suele haber una relación con el consumo de leche y alimentos ricos en azúcares añadidos y almidones refinados. Estos alimentos aumentan la insulina y el factor de crecimiento insulínico, hormonas que pueden favorecer el desarrollo del acné.

En un estudio donde participaron 50 mujeres adultas con acné de moderado a severo publicado hace poco en JAMA Dermatology, Barbieri y sus colegas revelaron los estragos que puede causar la enfermedad en el bienestar mental y emocional. Las mujeres solían tener problemas de depresión, ansiedad y aislamiento social. Al igual que Kretzing, se sentían menos seguras de sí mismas en el trabajo y, cuando tenían citas, a menudo tomaban medidas obsesivas para ocultar su acné de los demás. Los dermatólogos británicos también señalaron que muchos de sus pacientes adultos con acné visible resumían sus sentimientos como: “A nadie le gusta la mercancía maltratada”.

No obstante, no es necesario que las lesiones sean extensas o muy graves para que el acné sea molesto para quienes lo padecen. “La magnitud del problema la define el paciente. Alguien con solo dos o tres granos puede estar muy angustiado”, comentó Emmy Graber, presidenta del Instituto de Dermatología de Boston. “Si a la gente le molesta lo suficiente para querer que lo atienda, su acné tiene la gravedad suficiente para ser tratado. Las personas podrían sentirse avergonzadas en el trabajo o al reunirse con clientes nuevos. Incluso en las llamadas por Zoom, podrían intentar colocar la cámara de manera que su acné sea menos evidente.”

Una variedad de tratamientos

La mayoría de las personas con acné intentan tratarlo primero con productos de venta libre, como los retinoides tópicos, que pueden ser muy útiles para quienes tienen brotes leves y esporádicos. Los retinoides tópicos pueden hacer que la piel sea más propensa a las quemaduras solares, es por eso que quienes los utilizan deben cuidarse del sol.

Los casos más graves de acné pueden requerir una combinación de productos de venta libre y un tratamiento oral cuya venta requiere receta médica, como Accutane (isotretinoína), un derivado de la vitamina A que reduce la cantidad de grasa liberada por las glándulas de la piel. Como los retinoides pueden provocar graves defectos de nacimiento, las mujeres que utilizan Accutane deben participar en un programa a fin de garantizar que no queden embarazadas.

Los médicos también han recetado durante mucho tiempo antibióticos orales, que tal vez tengan que tomarse durante años para mantener el acné bajo control, pero ese régimen corre el riesgo de contribuir al aumento de bacterias resistentes a los medicamentos. En fechas más recientes, en el caso de las mujeres con acné relacionado con las hormonas, los antibióticos a largo plazo han sido sustituidos por la espironolactona, un medicamento oral que se vende con receta para tratar la presión arterial. Este fármaco ha demostrado ser muy efectivo para mujeres como Kretzing, que ya no se preocupa de cómo la percibe la gente. “Ha marcado una gran diferencia en mi actitud”, señaló, “soy más despreocupada, espontánea y segura de mí misma”.

De hecho, el tratamiento, ahora exitoso, de su acné la inspiró a estudiar medicina y espera que con el tiempo pueda ayudar a pacientes como ella a obtener el tratamiento adecuado para su acné lo más rápido posible. Un retraso en la resolución del acné quístico como el que ella padeció puede dar lugar a cicatrices permanentes.

Sea cual sea el tratamiento utilizado, hay que tener paciencia; pueden pasar de seis a ocho semanas para ver los resultados deseados.

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