A la tabla con Mozart ½

Vida
/ 15 mayo 2016

    Es una colección, una miscelánea de anécdotas sobre el compositor más conocido y alabado por todo el mundo en materia de música clásica y ópera

    l momento de que usted lea este texto gastronómico, fui y vine a Guanajuato. Visitas relámpago a varias partes de México estoy realizando con miras a aceitar la maquinaria literaria de la cual me alejé por andar en los pantanos del periodismo político, el cual en honor a la verdad, no obstante los señalamientos críticos y documentados, pues no, no cambian nada. Si cambian las cosas, vaya, pero a cuentagotas. Pero, usted lo sabe, no lo dejaré. Es mi llamado y vocación de vida también. Visitas de doctor, pues. Apenas con lo básico para ir y venir holgadamente, pero sin dilapidar los pesos que tengo en los bolsillos. Y caray lector, cuando uno viaja en este México bello e  inconmensurable, todo se antoja, todo quiere uno; pero también, hay que medirse por que la citada bonanza económica que pregona Peña Nieto, nunca llega del todo a nuestra vida, al menos a mis secos bolsillos.

    Pronto le presentaré aquí mi crónica de viaje en clave gastronómica y literaria. Años que no iba a Guanajuato ni a San Miguel de Allende. Lugar este último, que a las 10 de la mañana y en el kiosco de la esquina, usted puede comprar y llevarse bajo al brazo al café más cercano, las ediciones impresas matinales de “The Washington Post”, “The New York Times” y “El País” de España; pero no así puede usted conseguir las ediciones impresas de los diarios defeños, los cuales llegan en horario irregular. Menos los diarios de tierra adentro, como los de Nuevo León, Coahuila o Chiapas. El poder económico manda y los norteamericanos e ibéricos, que aquí son legión, agotan las ediciones con las cuales se mantienen al tanto de las noticas y sus inversiones en su país de origen. Pero, este nivel de vida y de viajeros instalados perpetuamente aquí, buenos lugares para vivir, incide directamente en el precio cotidiano de los bastimentos en estas dos ciudades, bellas como pocas.

    En Guanajuato estuve anclado tres días. Busqué a un par de escritores amigos de su servidor, a los cuales ya no localicé en los lugares acostumbrados. Buscando a uno de ellos, di con una pequeña librería enclavada en una buhardilla, en un torreón en uno de sus edificios señoriales y a la vez, en un callejón medieval. Oscura, casi sombría, traspasé su umbral y aquello era de prodigio. Se llama “Café y librería Montaigne.” No cualquier librería, sino una excelente librería. ¿Materias a la vista? Sólo dos o tres. Música, literatura en todos sus géneros, gastronomía y viajes. Algunos mapas y guías de ciudades europeas en inglés. Esplendidas láminas a la venta de ese personaje más guanajuatense que ibérico ya, Don Quijote de la Mancha y su fiel escudero, el glotón de Sancho Panza. Retablo de maravillas.

    Hurgando entonces aquí y allá, di con varios libros de colección, los cuales por la dificultad de encontrarlos en las estanterías locales o de Monterrey, era menester adquirirlos con la finalidad de disfrutarlos. No pude adquirirlos todos, debido al elevado precio de cada uno, pero si me traje dos o tres de una editorial ibérica, Robinbook, los cuales tienen acento en esto que manejamos dominicalmente, los alimentos y bebidas. La gastronomía. Uno de estos libros es “Cenando con Mozart” de la autoría de la investigadora Juana Barría Aguiló (Gijón, Asturias), quien ha publicado un par de volúmenes al respecto, entre ellos, “Los itinerarios gastronómicos del Capitán Cook” (Finalista del Premio Sant Sovi en 2001).

    El libro es una colección, una miscelánea de anécdotas sobre el compositor más conocido y alabado por todo el mundo en materia de música clásica y ópera, Wolfang Amadeus Mozart con un acento principal: la gastronomía de la época, las costumbres, los platillos que se hacían presentes en su vida y en las óperas que nos dejó para la eternidad el genio de Mozart. Iniciando claro, por la ópera “Don Giovanni” con libreto de Lorenzo de Ponte. ¿Recuerda usted dicha cena, los bastimentos, qué se cocinaba entonces, recuerda usted las arias-versos que se cantan? Si duda, a la mesa y cena con Mozart, una maravilla. Continuará… 

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