Lari Churman, la suegra que todo el mundo soñaría tener
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Empezar un escrito alabando a una suegra es siempre un riesgo. O puede ser el título de un mal chiste. Pero el caso de Lari Churman se sale de lo común… o a lo mejor quiere demostrarnos que las suegras no son, en realidad, como los dichos populares las pintan.
Para conocer a Lari, tenemos primero que abrir la ventana del alma de su nuera Sarah. Esta joven madre de treinta años nació sorda. Sus padres se dieron cuenta de ello cuando tenía 18 meses de nacida y desde los dos años tuvo que llevar ayudas auditivas. Desafortunadamente, éstas no funcionaron del todo, por lo que se acostumbró a leer los labios para comunicarse, práctica que aprendió en un colegio para sordos.
En su juventud, conoció al joven Sloan Churman. Se enamoraron y, con mucha ilusión, unieron sus vidas. En el curso 2006-2007, ambos decidieron hacerse misioneros en China –son de religión protestante– para compartir su fe. Ahí, debido a un golpe en la cabeza, Sarah perdió lo poco que le quedaba de su capacidad auditiva. Se enfureció con Dios. Pero un día, su suegro le llamó y le mandó este mensaje: “Recuerda Hebreos 10, 23: ‘Fiel ES el autor de la Promesa’”. Una frase que le acompañó en todos los momentos de su vida desde entonces.
De regreso en Estados Unidos, en mayo de 2008, su esposo Sloan escuchó por la radio la noticia sobre un implante para oídos llamado “Esteem Hearing Implant”. Al llegar a casa, investigó con Sarah y se dio cuenta que era un tratamiento del centro Envoy Medical, pero que costaba 30,000 dólares. A Sarah se le vino el alma a los pies. Pero su esposo no se dio por vencido: llamó a Envoy para interesarse para ver si tenían un sistema de pago a plazos. Su desilusión creció al descubrir que los 30,000 dólares eran, en realidad, por cada oído. Eso significaba que ella necesitaría ahora el doble. Temblando por la desilusión, no pudo terminar la llamada y colgó el teléfono.
Y es aquí cuando Lari entra en acción. Viuda desde hacía poco tiempo, sólo vivía para su hijo, su nuera y sus nietos. Dedicada a la oración, descubrió en la intimidad con Dios que le pedía hacer algo al respecto de la situación de Sarah: “Chicos, quiero ayudarles. Quisiera dejarles el dinero de mi IRA para la operación. Creo que Dios me está pidiendo esto”. Para entender un poco más la repercusión de este acto de Lari, baste decir que el IRA es un dinero que se destina para la pensión de las personas ancianas, una suma que van administrando poco a poco. Al dejarles todo ese efectivo, Lari se quedaba sin nada de dinero para ella.
Después de un momento de lágrimas y abrazos de gratitud entre todos, Sloan llamó rápidamente a Envoy, solicitando la cita más próxima posible para la operación. La fecha indicada: el 4 de mayo. El lugar: un centro a tres horas y media de su casa.
La cirugía, en realidad, se convirtió en un martirio: duró más tiempo de lo normal, pasó varias semanas en el hospital, y no pudieron activar el aparato hasta ocho semanas después. ¡Ocho semanas más de nerviosísima espera! Pero valió la pena…
¿Cómo explicar la sensación de oír por primera vez? Sarah lo intentó así en su blog: “con una ayuda auditiva, tú siempre recibes sonidos borrosos. Pero cuando la técnico me dijo que bajara el remoto del aparato que tenía conectado a mi cráneo, la escuché claramente. También escuché el sonido del remoto siendo bajado con el contador y empecé a llorar por todas estas nuevas experiencias. Y dije ‘No quiero oírme llorar’, lo que me llevó a reír al oírme hablar y a llorar aún más. ¡Era tan increíblemente abrumador!”.
Sloan grabó en video todo esto, pues odia tomar fotos. Y dice Sarah: “Cuando Sloan dejó de grabar, Melinda, la técnico, le pidió que me preguntara algo. Él se cubrió la boca para que no pudiera leer sus labios y dijo: ‘¿Quieres un sándwich de pepino?’. Después de doce años de conocernos y diez años de matrimonio, era la primera vez que le oía sin leer los labios o mirarle… ¿y me sale con una frase así? En realidad, no me importó. Para mis oídos fue la cosa más dulce que jamás me ha dicho”.
De regreso a casa, Sarah quiso llamar, la primera, a su ángel de la guarda, su suegra Lari: “Desde el momento en que ella tomó el teléfono, pude oír a mis niñas en el fondo. Los ojos empezaron a llenárseme de lágrimas enseguida, pero cuando se pusieron al teléfono y me dijeron que me amaban, ya no pude contenerme. ¡Sus voces eran lo más hermoso del mundo! La mayor, Olivia, tenía casi cuatro años y sonaba ya muy articulada y crecida. Elise, la pequeña, con 22 meses, tenía una especie de acento en su voz. Tuve que pasar el teléfono a Sloan, porque no podía ni siquiera hablar”.
Se podría poner aquí un punto final al artículo. ¡Final feliz! Pero no, aún quedaba más. Dios se tenía guardado un as debajo de la manga. Al llegar a casa, Sarah quiso compartir el video en su página de Facebook, para agradecer a todos los que le habían acompañado y rezado por ella. Preguntando la manera más sencilla de hacerlo, le aconsejaron subirlo a YouTube. Dos días después, ya tenía más de 200,000 vistas. A los tres días recibió una llamada del Today Show en Nueva York, invitándole a su programa. Y el fin de semana, el productor del programa de Ellen DeGeneres la invitó a Los Angeles. En este programa, al que asistieron también Sloan y Lari, la célebre presentadora les sorprendió con un espectacular regalo: consiguió que Envoy no sólo les regalase el otro implante para su oído, sino que le devolviera los 30,000 dólares que habían invertido en el primero. De esta manera, Lari, la heroína en la sombra de esta historia, también recibía su recompensa.
Esta semana celebramos el día de la madre. Últimamente, he meditado mucho unas bellas palabras del Papa Francisco: “las madres son el antídoto más fuerte ante la difusión del individualismo egoísta. ‘Individuo’ quiere decir ‘que no se puede dividir’. Las madres, en cambio, se ‘dividen’ a partir del momento en el que acogen a un hijo para darlo al mundo y criarlo”. La historia de hoy es un botón de muestra de lo que una mujer –suegra y madre– es capaz de hacer en este mundo. Ojalá apreciemos más este inmenso don que tenemos en nuestra sociedad.
¡Felicidades a todas las mamás!