Museo del Prado se mira en el espejo con "Metapintura"
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La muestra, que abre sus puertas el martes, "propone un itinerario fascinante por la idea del arte" desde principios del siglo XVI hasta finales del XIX.
El arte en general y la pintura en particular han sido concebidos tradicionalmente como una ventana al exterior, pero, ¿qué ocurre cuando se convierte en un espejo en el que el artista se mira a sí mismo y reflexiona sobre su actividad? Con "Metapintura", el Museo del Prado de Madrid pretende responder a esa pregunta.
La muestra, que abre sus puertas el martes, "propone un itinerario fascinante por la idea del arte" desde principios del siglo XVI hasta finales del XIX, según explicó hoy el director de la pinacoteca, Miguel Zugaza. Para ello, cuenta con "la flor y nata" de su colección permanente, que la alimenta con 115 de las 137 obras que la componen.
"La exposición es introspectiva porque, individualmente, cada una de las obras ofrece un ejercicio de introspección y, también desde un punto de vista colectivo, porque quiere ser una especie de espejo en el que el propio museo se mira", explicó su comisario, Javier Portús.
Y no es la primera. El Prado ya ha hecho ejercicios de autorreflexión con otras muestras como "Rubens" (2010), "Belleza encerrada" (2013) o "Goya en Madrid" (2014). Ahora, en este nuevo viaje que cuenta con 15 etapas o secciones, el visitante puede encontrar algunas de las firmas más importantes presentes en el museo, como las de Tiziano, El Greco, Rubens, Velázquez, Zurbarán, Murillo o Goya.
Y puede, además, contemplar sus obras desde una perspectiva diferente a la habitual, ya que el cambio de contexto plantea también un cambio de lectura. "Hay ocasión de ver al 'Prometeo' de Rubens casi codo con codo con el 'Dédalo' de Goya". Ambas proponen un vuelo vertiginoso que es el mismo vuelo de la creación artística", explicó Portús.
Todos estos pintores presentes en El Prado reflexionaron en algunas de sus obras sobre el arte, el artista y su relación con la sociedad. Desde los orígenes, en los que la pintura estaba prácticamente al servicio de la religión, hasta la definición del nuevo artista durante el siglo XVIII, cuando el "yo" invade la esfera del arte.
"Metapintura" arranca con el óleo "Cristo crucificado contemplado por un pintor" (1650), de Francisco de Zurbarán, que muestra la estrecha relación entre arte y religión durante la Edad Moderna, y culmina con "Rotonda del Museo del Prado" (1833), de Pedro Kuntz y Valentini, que pone de manifiesto la importancia de la apertura de la pinacoteca en Madrid, en uno de los edificios más imponentes de la época, como "el Parnaso" de los artistas.
En el camino, se presta atención también al papel de la mitología en el arte, a los poderes atribuidos a la imagen religiosa, al intento de los artistas por romper el espacio pictórico y prorrogarlo hacia el del espectador, a los orígenes de la idea de tradición artística, a los propios pintores, a los lugares de creación y al origen del concepto moderno de la historia del arte.
Se profundiza, además, en el autorretrato, una de las principales herramientas para acercarse hoy a los pintores más importantes de la historia del arte. Empezaron a abundar a finales del siglo XV y través de ellos no solo quedan para la posteridad sus rasgos físicos, sino también su situación y sus aspiraciones. La muestra incluye los de Alberto Durero, Murillo, Antonio Van Dyck o Francisco de Goya.
"Metapintura" hace, además, un homenaje a "El Quijote" en el cuarto centenario de la muerte de Cervantes a través de un paralelismo con una de las obras más importantes de Velázquez, "Las meninas" (1656), expuesta en su lugar habitual en el Prado. Ambas se inscriben en el llamado Siglo de Oro español, ambas son hitos de la historia de la cultura occidental y ambas son autorreferenciales.
"'El Quijote' es una novela sobre la novela, en la que Cervantes reflexiona y alude a las leyes que rigen la narración, mientras que 'Las meninas' es una pintura sobre la pintura, en la que Velázquez a través de su propio autorretrato, del espejo y de los cuadros del fondo, invita al espectador a reflexionar acerca de la pintura", destacó el comisario de la muestra.
Otro de sus protagonistas es Tiziano, considerado "padre del color", cuyo tapiz "Rapto de Europa" fue incorporado por Velázquez en "Las hilanderas" (1657). La obra de Tiziano, a su vez, fue copiada por Rubens cuando estuvo en Madrid. Y en todas ellas aparece la fábula de Aracne, en la que ésta discute con la diosa Palas sobre sus habilidades en el arte de la tapicería. Con ella, se ahonda en la idea de que el arte siempre puede progresar. Y de que es infinito.