¿Por qué la perimenopausia sigue siendo un misterio?
COMPARTIR
Más de mil millones de mujeres de todo el mundo habrán experimentado la perimenopausia para 2025, pero una cultura que ha pasado años restándole importancia al proceso podría explicar por qué no sabemos más al respecto
Por: Jessica Grose
En las reuniones, Angie McKaig lo llama “pericerebro” en voz alta. Es cuando esta mujer de 49 años tiene momentos tan intensos de niebla mental relacionada con la perimenopausia que olvida a media frase lo que quiere decir. En ocasiones le ocurre cuando está haciendo una presentación para sus colegas de mercadotecnia digital en el banco más grande de Canadá, en Toronto, pero puede ocurrir en cualquier lugar: ha olvidado su propia dirección. Dos veces.
TE PUEDE INTERESAR: ¿Cómo me visto según mi vientre y mi estado de ánimo durante la menopausia?
Los síntomas de McKaig fueron una sorpresa desagradable cuando comenzó a presentarlos en 2018, justo cuando su madre falleció. Tenía una menstruación irregular, bochornos, insomnio y pérdida excesiva de cabello, además de problemas de memoria que ella describe “como si alguien hubiera tomado mi cerebro y lo hubiera sacudido como en el juego de Etch A Sketch”, hasta dejarlo en blanco.
Pensó que podría padecer un alzhéimer prematuro o que estos cambios eran una respuesta física a su luto, hasta que su terapeuta le dijo que sus síntomas eran característicos de la perimenopausia, la cual se define como los últimos años de la vida reproductiva de una mujer que derivan en el cese de su periodo o la menopausia. Suele comenzar a los 40 años y se caracteriza por la fluctuación de las hormonas y una serie de síntomas mentales y físicos que son “suficientemente molestos” para que casi el 90 por ciento de las mujeres acudan con su médico en busca de consejos para afrontarlos.
McKaig es sumamente transparente respecto a su “pericerebro” en el trabajo, porque se dio “cuenta de lo poco que se aborda el tema, y de la poca información que nos proporcionan. Así que he intentado normalizarlo”, señaló.
Una estadística de la Sociedad Norteamericana de Menopausia que se cita con mucha frecuencia es que en 2025, más de mil millones de mujeresde todo el mundo serán posmenopáusicas. El estudio científico de la perimenopausia lleva décadas y el debate cultural sobre este cambio en la mente y el cuerpo ha alcanzado una especie de nuevo pico de frenesí, con varios libros sobre el tema que saldrán a la venta esta primavera y un grupo de empresas conocidas como “femtech”, que prometen asestar un golpe a la perimenopausia.
Si la experiencia de la perimenopausia es tan universal, ¿por qué casi todas las personas entrevistadas para este artículo comentaron algo parecido a “Nadie me dijo que sería así”?
“Escuchamos lo mismo: ‘Nadie me avisó, mi madre nunca me lo dijo’, y a mí también me sucedió lo mismo hace muchos años con mi madre”, dijo Lila Nachtigall, profesora de obstetricia y ginecología de la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York, quien lleva 50 años tratando a mujeres perimenopáusicas y es asesora de Elektra Health, una empresa de telemedicina.
Nachtigall narró que su madre sufría los peores bochornos y que, aunque vivían en la misma casa cuando su madre presentó los síntomas de la perimenopausia, nunca abordaron el tema. “Eso formaba parte del tabú. Se suponía que debías sufrir en silencio”.
El velo de secretismo que rodea las funciones corporales íntimas de las mujeres es una de las muchas razones que citan los expertos para explicar la falta de conocimiento público acerca de la salud de las mujeres en la mediana edad, pero el análisis del entendimiento médico y cultural de la perimenopausia a lo largo de la historia revela cómo este rito de paso, a veces comparado con una segunda pubertad, se ha pasado por alto y no se ha discutido mucho.
DE ‘EL INFIERNO DE LAS MUJERES’ A LA ‘EDAD DE LA RENOVACIÓN’
Aunque los antiguos griegos y romanos sabían que la fertilidad de la mujer terminaba en la mediana edad, en sus textos hay pocas referencias a la menopausia, según Susan Mattern, profesora de historia de la Universidad de Georgia, en su libro “The Slow Moon Climbs: The Science, History, and Meaning of Menopause” (La luna lenta se eleva: la ciencia, la historia y el significado de la menopausia).
El término “menopausia” no se utilizó hasta alrededor de 1820, cuando fue acuñado por Charles de Gardanne, un médico francés. Antes de eso, se le denominaba coloquialmente “el infierno de las mujeres”, “la vejez verde” y “la muerte del sexo”, comentó Mattern. De Gardanne citó 50 padecimientos relacionados con la menopausia que suenan un tanto absurdos para los oídos modernos, como “epilepsia, ninfomanía, gota, ataques de histeria y cáncer”.
Los médicos del siglo XIX creían que recibir malas noticias podía provocar una menopausia precoz, y que las mujeres que trabajaban en ocupaciones “poco femeninas”, como las pescadoras, eran las más propensas, según “The Curse: A Cultural History of Menstruation” (La maldición: historia cultural de la menstruación), de Emily Toth, Janice Delaney y Mary Lupton. Estos médicos victorianos también creían que a las mujeres menopáusicas les crecían escamas en los senos y presentaban “pérdida de la gracia femenina”.
Las cosas no mejoraron mucho para las mujeres en la perimenopausia durante la segunda mitad del siglo XIX. “A una mujer que consultaba al ginecólogo estadounidense Andrew Currier en la década de 1890, él le decía que las sanguijuelas seguían siendo un remedio eficaz para la congestión genital”, mejor conocida como dolor pélvico, según “La maldición”. Otros médicos de la época pensaban que las mujeres perimenopáusicas eran más propensas a padecer enfermedades mentales, “entre ellas la ‘irracionalidad mórbida’, ‘formas leves de histeria’, la melancolía y ganas de beber licores, robar y, tal vez, asesinar”.
En la primera mitad del siglo XX, se descubrió la hormona del estrógeno y se aclaró un poco su participación en la menopausia: después de que la mujer deja de tener la menstruación, sus niveles de estrógeno son más bajos que durante sus años fértiles. Aunque los médicos dejaron de pensar que las mujeres menopáusicas eran mujeres lagarto asesinas, las ideas culturales sobre ellas no mejoraron.
No fue sino hasta la década de 1980 que los estudios longitudinales (que hacían un seguimiento del mismo grupo de mujeres durante años) aumentaron el conocimiento público del papel de las hormonas durante la menopausia. Antes de eso, los médicos pensaban que la perimenopausia era una especie de vaciado lento de los niveles de estrógeno hasta que llegabas al final de la regla. “Pero lo que hemos aprendido es que se trata más bien de un proceso turbulento, en el que las hormonas rebotan por todos lados”, afirmó Stephanie Faubion, directora médica de la Sociedad Norteamericana de Menopausia.
Incluso ahora, la perimenopausia se describe en la investigación médica como un “periodo impreciso“ marcado principalmente por la disminución de la reserva ovárica y por la irregularidad de los periodos (pero si tienes un historial de periodos irregulares, como ocurre en el caso de entre el catorce y el 25 por ciento de las mujeres, puede ser más difícil saber cuándo ha comenzado la transición). Con frecuencia, a este periodo se le sigue llamando menopausia en el lenguaje común, pero la definición médica de la menopausia hace referencia a un solo día (el último día de la última regla), aunque solo se diagnostica cuando ya ha pasado un año entero sin menstruación.
Puesto que las hormonas fluctúan mucho durante la perimenopausia, puede ser difícil de detectar. La edad media de su inicio es de 47 años, y la edad media de la menopausia es de 51 años, pero, de nuevo, la duración del periodo de transición puede ser mucho mayor y la aparición de los síntomas puede ocurrir antes o después.
Los síntomas más comunes de la perimenopausia son cuatro: bochornos, trastornos del sueño, depresión y sequedad vaginal, conocidos como “los cuatro principales” por los expertos en menopausia. Sin embargo, el abanico completo de síntomas relacionados con la transición de la perimenopausia “aún no se conoce con mucha certeza”, aseveró Nanette Santoro, directora de obstetricia y ginecología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Colorado. En este momento, el periodo perimenopáusico se asocia con hasta 34 enfermedades diferentes que van desde la caída del cabello hasta el “síndrome de la boca ardiente“, que consiste en una sensación de hormigueo o adormecimiento en los labios, las encías y la lengua.
También está lo que Faubion llama “el vacío de la gestión de la menopausia”. Según le explicó a Lisa Selin Davis, colaboradora de The New York Times, no hay una sola especialidad médica que pueda considerarse “dueña” del tratamiento para mujeres menopáusicas y perimenopáusicas porque los síntomas afectan muchos sistemas y partes del cuerpo diferentes. Así mismo, menos del 7 por ciento de los residentes de medicina encuestados dijeron que se sentían “suficientemente preparados” para tratar a las mujeres que experimentan la menopausia.
Aunque las representaciones de las mujeres en la mediana edad sin duda han mejorado —un meme popular compara a Jennifer Lopez, quien a los 50 años salió bailando en un tubo para el Supertazón, con Rue McClanahan, que a sus 51 años en 1985 salía en “Los años dorados” tomando café en la terraza—, aún hay mucho camino que recorrer. Fue apenas este año que un diccionario en línea de árabe cambió la descripción de menopausia de “edad de la de desesperación” a “edad de la renovación”.
Con tanto bagaje cultural negativo, tanto que todavía se desconoce de los síntomas y sus plazos y tan pocos doctores que se sienten capacitados para tratar a mujeres de la mediana edad, “no sorprende que la gente esté confundida”, dijo Nachtigall. Esto también explica por qué tantas compañías se están adentrando en ese laberinto.
EN APOGEO
Lo mismo que Angie McKaig está intentando hacer a un nivel micro al compartir sin tapujos sus aflicciones por la menopausia con sus colegas, las empresas emergentes de servicios de salud, las compañías de belleza y las escritoras también lo están intentando hacer, pero a un nivel macro: sensibilizar a la gente sobre la experiencia de esta época en la vida de las mujeres (y tal vez también venderles de paso productos y servicios).
Las empresas “femtech”, como las proveedoras de telemedicina Elektra Health y Gennev, están ingresando al mercado de la perimenopausia; Stacy London, la estilista y estrella de telerrealidad, acaba de fundar una compañía del cuidado de la piel llamada The State of Menopause (El estado de la menopausia), y celebridades como Michelle Obama y Gwyneth Paltrow han hablado abiertamente sobre sus síntomas de la perimenopausia (aunque Paltrow lo hizo a fin de promover un suplemento llamado “Madame Ovary” que vende en su sitio web, Goop).
Libros sobre el tema escritos por Heather Corinna, experta en salud sexual, y Jen Gunter, colaboradora de The New York Times y ginecóloga obstetra, se esperan para esta primavera; boletines y comunidades en línea como Tue/Night y The Black Girl’s Guide to Surviving Menopause (La guía de las chicas negras para sobrevivir a la menopausia) están ganando tracción con decenas de miles de lectores.
Hay una comunidad que busca conectar a las mujeres durante su transición perimenopáusica llamada The Woolfer, en alusión a la escritora Virginia Woolf. El sitio web y la plataforma social comenzaron como un grupo de Facebook llamado What Would Virginia Woolf Do? (¿Qué haría Virginia Woolf?). Nina Lorez Collins, de 51 años, la fundadora y directora ejecutiva de The Woolfer, explicó que ese nombre pretendía ser un “chiste de humor negro”, como decir: “¿Deberíamos simplemente tirar la toalla y hundirnos en un río [igual que Woolf]?”.
La respuesta, por supuesto, es un no rotundo. Collins dijo que su grupo ha ayudado a que las mujeres normalicen los síntomas más impactantes de la transición a la menopausia. (Más de una de las mujeres entrevistadas para este artículo usó la frase “sangrados de escena del crimen”). También han reformulado la travesía hacia la menopausia como una de triunfo y no de irrelevancia.
CAMBIANDO EL DISCURSO Y BUSCANDO AYUDA
Aunque la perimenopausia se presenta con muchos síntomas distintos, sí hay tratamientos disponibles, pero “no hay una solución única”, afirmó Faubion. El tratamiento depende de los síntomas: si el problema es un sangrado irregular o abundante, un dispositivo intrauterino o una pastilla anticonceptiva podrían ayudar. Esta última en dosis bajas también podría dar alivio a los bochornos. “Las píldoras anticonceptivas están hechas de tantas permutaciones y combinaciones de hormonas”, que es importante hablar sobre cuál es la correcta con base en tu historial médico y necesidades particulares, aclaró Nachtigall. Si el problema más apremiante son los cambios emocionales, quizás un antidepresivo sea apropiado. (La terapia hormonal podría ser una opción para aliviar los síntomas de algunas mujeres, aunque se suele recetar más después de la menopausia).
Los estudios longitudinales en curso están encontrando asociaciones entre las mujeres con síntomas perimenopáusicos intensos en la edad mediana y riesgos de enfermedades cardiacas y osteoporosis más adelante. Actualmente, no hay evidencia que respalde el uso de vitaminas o suplementos como el cohosh negro o el magnesio, contrario a las afirmaciones de que estos productos ayudan con los bochornos.
Pese a las investigaciones más extensas en curso, encontrar un médico informado que no les reste importancia a tus síntomas o te diga que no hay nada que pueda hacer es un problema para muchas mujeres. McKaig dijo que, aunque su terapeuta le diagnosticó perimenopausia, su médica de cabecera le dijo que sus síntomas no podían ser de perimenopausia porque aún menstrúa algunos meses, a lo que ella comentó: “Ya me cansé de tratar de actualizarla en el tema”.
Para las mujeres negras, es aún más difícil encontrar un médico empático, pues hay varios estudios que demuestran que hay un sesgo racial en la manera en que los doctores ponderan los síntomas. Como The Washington Post mencionó hace unos meses, las mujeres negras “tienen un mayor riesgo de presentar bochornos, pero menos probabilidades de que les ofrezcan una terapia hormonal eficaz”. Jennifer White, una periodista de 46 años que hace poco se mudó a la zona metropolitana de Washington D. C., lleva un año con insomnio debido a la perimenopausia, así como con menstruaciones irregulares y dolorosas. “Encontrar al médico indicado que se tome en serio mis preocupaciones, siendo yo una mujer negra, y que no me diga que se me pasará solo, es mi prioridad”, expresó.
El sitio web de la Sociedad Norteamericana de la Menopausia tiene una lista de médicos calificados en todo el país y el extranjero, pero, si no vives en zonas metropolitanas grandes, quizás haya muy poco de donde elegir (por ejemplo, solo hay dos médicos certificados por dicha asociación para todo el estado de Wyoming). La telemedicina busca llenar ese hueco, pero, incluso en la era del COVID, existen limitaciones y complicaciones para ejercer la medicina en estados en los que no vive el médico en cuestión.
Si bien encontrar a un doctor calificado y empático a veces es todo un reto, cambiar el discurso cultural es igual de importante.
“En realidad creo que es sumamente vital cambiar la conversación. Porque mucho de lo que escuchas sobre la perimenopausia es discriminatorio con las mujeres y las personas mayores”, opinó Lucy Hutner, psiquiatra reproductiva en Nueva York. Hutner afirmó que muchas de sus pacientes que están viviendo estos cambios de la mediana edad se sienten muy empoderadas. Se sienten cada vez más resilientes y siguen su “brújula interna”.
Sin duda esto en parte se debe a la sabiduría que llega con la edad, pero muchas mujeres sienten que, una vez que superan la transición de la menopausia, ya no tienen que esforzarse por agradar a los demás. En palabras de Hutner: “Me siento liberada porque ya no trato de cuidar a todos ni de apegarme a una imagen esperada por la sociedad. He logrado deshacerme de las cadenas”.