Sergio Pitol: Una influencia para los artistas

Vida
/ 13 abril 2018

El escritor falleció ayer, 12 de abril, pero trasciende a través de su obra. Para recordarle platicamos con algunos artistas que nos contaron los recuerdos que tienen del autor

La partida de alguien siempre implica dejar a otros detrás, a quienes no les que queda más que recordar los actos y la obra que en vida le hicieron destacar. En el caso de los artistas, estas acciones se convierten en la influencia y la inspiración de otras generaciones de creadores y para recordar al escritor Sergio Pitol platicamos con algunos artistas que conocieron al autor en persona o a través de sus obras y esto nos dijeron.

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Alejandro Pérez Cervantes, Escritor y académico
La relevancia de Pitol en la literatura mexicana parte para mi de esta mirada desde el exterior. Miembro del servicio diplomático mexicano desde su más temprana juventud, el veracruzano fue tal vez el más cosmopolita de nuestros escritores. Miembro a su vez de la Generación del Medio Siglo –Junto a Pacheco, Monsiváis, Elizondo, Poniatowska y otros- este distanciamiento de lo mexicano en países tan remotos en lo cultural como los de Europa del Este, además de China y la Unión Soviética, donde le tocó vivir durante casi un cuarto de siglo, dieron al también Premio Cervantes una mirada distinta. En Pitol lo mexicano aparece desfasado, diferido, fuera de lugar, visto desde una suerte de extrañamiento.

Más allá de su famosa “Trilogía de la Memoria”, en lo personal, recuerdo su amarga y paródica visión del matrimonio en “La Vida Conyugal”, que en la década de los noventa fuera llevada al cine con Alfonso Echánove como protagonista.  

Sin embargo, el Pitol más cercano a mis lecturas, es el Pitol traductor: el que nos trajo a Henry James, a Conrad, a Gombrowicz. Las primeras versiones de “El Corazón de las Tinieblas” y “Otra Vuelta de Tuerca” a las que accedí a mi vida, fueron impecables versiones del veracruzano, libros que permanecen conmigo.

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Daniel Salinas Basave, Escritor y periodista
Fue en la víspera del verano de 2011 cuando Sergio Pitol visitó Tijuana por última vez. Su salud ya estaba muy mermada y apenas podía pronunciar palabra, pero estuvo ahí, a pie firme, mientras los lectores congregados en el Cecut le decíamos lo que su obra ha significado para nosotros. Aquella vez le pedí una dedicatoria para Iker, mi hijo, en la primera página de “Los Cuentos de Una Vida”, acaso la mejor antología del cuento universal que tengo en mi biblioteca. Lo que no supe, hasta varios años después, es que el gran Alfonso Foto Lorenzana captó el momento y Jaime Cháidez Bonilla lo publicó en Identidad.

Recuerdo la primera vez que vi a Pitol en Tijuana, en el otoño de 2003. Dio una conferencia sobre Nostromo de Conrad. Hace un año, cuando fui a la Feria de Xalapa, tenía la ilusión de poder verlo, pero por primera vez Pitol brilló por su ausencia. "Ya no lo dejan salir de su casa, lo tienen en una suerte de reclusion", me dijeron. Hubo un tiempo en que la edición de bolsillo de "El Arte de la Fuga" era omnipresente en la bolsa interior de mi inseparable chaleco de mezclilla, una suerte de amuleto y compañero de viaje. Hoy duele esta orfandad.

Tienes razón Sergio: “Toda estancia es temporal, toda vida es pasajera. Vivir es quedar al margen. No hay exilio más grande que el exilio interior”.

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Jesús de León, Escritor
Era uno de los pocos escritores de los 30 que quedaban, junto con Pacheco y Monsiváis. Su literatura está muy cargada hacia el estilo y no es fácil leer a Sergio Pitol, era un escritor mexicano cosmopolita con periodos muy extensos y eso para un lector que no tenga el cromosoma de la sintaxis es una verdadero infierno.

La novela que yo leí y más me gustó de él fue “El Desfile del Amor” y otra cosa que también tenía era que hacía los cuentos y luego los integraba en novelas.

Además, son escritores a los que se les aprende, le enseñan cosas a los nuevos escritores. Todas estas supuestas novedades que uno pone en práctica se le aprenden a este tipo de escritores que con Pitol ya desaparecieron.

Cuando Pitol vino a Saltillo no tuve la oportunidad de ver su conferencia, porque yo estaba en el mismo festival pero con un show en Plaza de Armas, pero a mí lo que me importa realmente es conocer el trabajo del escritor y lo que se puede aprender de él.

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Rosa del Tepeyac Flores Dávila, Promotora cultural
México ha perdido uno de los grandes escritores de la época moderna, un hombre irónico, profundo, que a través de sus libros logró rescatar no solamente México, sino México a través de los ojos de un viajero. Creo que el Premio Cervantes que recibió habla por sí sólo de la magnitud de este gran literato.

En 2009 vinieron el maestro Pitol, Álvaro Mutis, Andrés Henestrosa y Homero Aridjis y tuve la oportunidad de conocerlo. Era un hombre serio, educado y que con su conversación, su sensatez, su ironía, siempre salpicaba la conversación con la gente que se le acercó a pedirle autógrafos y con los periodistas. Fue un hombre verdaderamente extraordinario y la pérdida se siente mucho.

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Mabel Garza, Directora de teatro
Me puede mucho su pérdida porque hay dos obras de él que dentro de la literatura mexicana me son muy entrañables. Uno lee todo el tiempo y escoges lecturas que te dicen cosas.

Para mí “El Arte de la Fuga” pienso que con este libro se convirtió en uno de los mejores escritores mexicanos que incursionó en un género como híbrido que reúne biografía, crítica literaria y crónicas de viaje.

Y tiene también “El Desfile del Amor” y trata sobre los nazis en México, es una obra llena de humor, de una poderosa narrativa literaria que él era muy bueno para eso.

Lamento mucho su pérdida e invito a los jóvenes a que lean estas obras que son las que me resultan más entrañables.

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Marina Herrera, Dramaturga
El primer contacto que tuve con Sergio Pitol fue por 1996, en mi clase de Literatura Mexicana, gracias a mi maestra María de la Luz Ramírez. Toparme con él fue un hallazgo por lo difuso de sus límites y por la extrañeza de su lectura: la primera vez que leí una de sus obras, “Pasión por la trama”, fue una conversación íntima en la que me involucré, fascinada por su técnica, por un oficio pulcro y fui seducida por su inteligencia.

A finales de los noventa, en mis veinte —groupie de las letras—, llevaba un cuaderno de autógrafos y en 2011 lo alcancé después de una conferencia en la Feria del Libro en el Palacio de Minería en la Ciudad de México. Fue rápido, no se entretuvo mucho, pero fue amable, para entonces su salud ya se notaba deteriorada; su abrazo fue cálido.

Pitol es uno de los más notables escritores mexicanos de su generación y un ejemplo de la pasión por el arte de la palabra; su obra queda como muestra de una resistencia a la adversidad, como una posibilidad de redención que no dejó de cuestionar el poder.

Su muerte es física, él ya había trascendido no solo en el montón de premios que recibió con toda justicia.

Nos queda, a sus lectores, el consuelo de sus letras.

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