¿Tu hijo escucha música a volumen alto? Descubre si eso puede destruir su audición

Vida
/ 6 abril 2016

“Por lo general hacen falta años de exposición al ruido para terminar con una sordera medible, pero claro, lo que se perdió ya no volverá, y las pérdidas no dejan de acumularse”

El cantante de la banda australiana AC/DC dice que son las carreras de autos y no el rock lo que dejó al borde de la sordera. Pero el reciente retiro de Brian Johnson de una gira por América del Norte sirve de advertencia para todo aquel al que le guste escuchar música a volumen alto, dicen los especialistas del oído.

Al cantante le diagnosticaron sordera inducida por el ruido, una condición que según la Organización Mundial de la Salud amenaza a la mitad de los adolescentes del mundo. El año pasado, la OMS dijo que el oído puede dañarse en tan sólo quince minutos si la gente está expuesta a sonidos fuertes, y que el uso constante de auriculares pone a adolescentes y jóvenes adultos bajo un gran riesgo de sufrir sordera en el futuro.

Para los padres, cuya propia audición podría estar comprometida por los recitales que daba AC/DC en los ochenta, esto presenta un desafío: ¿cómo regular los hábitos de escucha de sus hijos cuando no existe una forma clara de determinar cuándo algo está demasiado fuerte? Los doctores saben que todo sonido a más de 85 decibeles puede dañar la audición tras ocho horas de exposición (arriba de los cien decibeles sólo hacen falta quince minutos), pero si un medidor, cuyas versiones más baratas cuestan un par de cientos de dólares, ¿cómo se puede medir el sonido?

“Incluso un especialista promedio en audiología no puede saberlo”, afirmó el Dr. Brian Fligor, jefe de Audiología de Lantos Technologies en Boston y exdirector de Audiología Diagnóstica del Hospital Infantil de Boston.

Cierta sordera es inevitable y viene con los años. Pero existen orientaciones generales que, de hacérseles caso, pueden ayudar a evitar, como sostiene Fligor, que tu hijo de quince años llegue a los veinticinco con el oído de una persona de 55 años.

Y a no echarle la culpa al rock.

“La música clásica es tan peligrosa como el heavy metal”, declaró Fligor.

Cómo el sonido puede destruir

El oído humano, que ya está completamente desarrollado al nacer, consta de tres partes: los oídos externo, medio e interno. Es este último, que parece un caracol, el que se ocupa de la mayor parte del acto de escuchar. Estructuras microscópicas llamadas células ciliadas envían señales eléctricas por el nervio coclear, que las transmite al cerebro, explicó la Dra. Melissa Tribble, especialista en audiología pediátrica de Stanford Children’s Health.

“Cuando se presentan sonidos fuertes, esas células ciliadas trabajan de más, y cuando están demasiado exigidas, pierden su eficiencia”, detalló Tribble.

Cuando el sonido tiene fuerza suficiente como para causar daños, se terminó el juego. Las células mueren; no se regeneran ni producimos más. Nacemos con todas las que tendremos.
“La sordera inducida por ruidos es completamente evitable. Sin embargo, también es totalmente irreversible”, afirmó Barbara Kelley, directora ejecutiva de la Hearing Loss Association of America en Bethesda, Maryland.

Además, no hace falta que el sonido esté dolorosamente fuerte para causar daños, sostuvo Kelley. Un bebé expuesto a música fuerte en un evento como la recepción de una boda puede sufrir daños incluso estando dormido, explicó ella.

Claro, la mayoría de los niños y los adolescentes saben que están escuchando música a un volumen atronador. Así les gusta.

“(Les) suena muy bien; cuanto más fuerte, mejor”, afirmó Kelley. “Y los chicos no creen que vaya a pasarles nada malo”.

Además, afirmó Fligor, “Hay un buen trasfondo científico que explica por qué nos gusta la música fuerte. Hay una dosis que activa las endorfinas. Asimismo, las consecuencias negativas no se dan de inmediato, mientras que la recompensa ocurre al instante”.

El ingeniero electrónico y escritor Barry Blesser explica que la música fuerte estimula regiones del cerebro que controlan las recompensas y las emociones. “Subirle el volumen a la música, tal como un doble shot de whisky, eleva la intensidad de la experiencia”, escribió Blesser (el efecto estimulante de la música para el cerebro es tan potente que USA Track & Field, el órgano regulador de las carreras de larga distancia en EE.UU., prohíbe el uso de reproductores de música portables entre quienes compitan por premios. El órgano afirma que les da una ventaja psicológica injusta).

Atentos al peligro

A la hora de intentar determinar cuándo la música está demasiado fuerte, los padres deberían pensar en una licuadora y una cortadora de césped.

Por lo general, los sonidos por debajo de los 80 decibeles —el equivalente a un grito humano— no causan daños, explicó Fligor.

“La gran mayoría de la gente puede escuchar algo así todo el día sin problemas. Cuando subes a unos 85 decibeles, más o menos al nivel de una licuadora, uno puede escuchar durante casi ocho horas sin problemas. Pero por encima de eso, la cantidad de tiempo que se puede escuchar de forma segura disminuye muy rápidamente”, declaró Fligor.

El daño es acumulativo. Escuchar música a 85 decibeles durante ocho horas (o a cien decibeles durante quince minutos) podría causar sordera temporal o zumbidos en el oído que luego se van, pero también “cansan y rasgan” el oído interno, detalló Fligor.

“Dependiendo de cuánto de eso ya haya ocurrido allí, los próximos daños podrían resultar permanentes. Es por eso que por lo general hacen falta años de exposición al ruido para terminar con una sordera medible, pero claro, lo que se perdió ya no volverá, y las pérdidas no dejan de acumularse”.

Consejos que suenan bien

Trata de escuchar música en el medio de otros sonidos —piensa, por ejemplo, en un adolescente desconcentrado con auriculares en el asiento trasero de un auto mientras el resto de la familia conversa— puede aumentar los riesgos, ya que el oyente debe subir el volumen para superar a los demás sonidos. Los auriculares que suprimen el ruido de fondo pueden ayudar.

Sin embargo, los recitales en vivo presentan un peligro único, ya que envían sonidos a más de 110 decibeles durante horas. “Si al salir de un concierto las orejas se sienten llenas y ‘pegadas’, esas son las células de tu cóclea que se están muriendo”, explicó Kelley de Hearing Loss Association. “Si voy a un recital, uso tapones para los oídos, al igual que mi marido”.

La pareja también arma tapones con servilletas si se encuentra en un restaurante donde la música está muy alta.

Aunque Johnson, el cantante de AC/DC, declaró hace poco que cree que su oído quedó dañado en una pista de carreras y no por cuatro décadas de rock vibrante, los estudios demostraron que los músicos sufren sordera en mayor proporción que el público en general, y los intérpretes y compositores de música clásica no están exentos de ello.

Los padres cuyos hijos tocan instrumentos pueden comprar tapones especialmente diseñados para músicos y cualquiera que esté expuesto con frecuencia a sonidos fuertes, como los paisajistas o los cazadores, también debería invertir en orejeras o tapones.

Los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU. (NIH, por sus siglas en inglés) también señalan que hasta una granja puede presentar ruidos peligrosos: las secadoras de granos y las motosierras pueden ser tan fuertes como un recital de AC/DC.

El Instituto Nacional de Sordera y Otros Trastornos de Comunicación, una división de los NIH, desea que las familias pasen a considerar los tapones tan necesarios como los cascos para ciclistas. En su sitio web, la institución ofrece recursos para los padres, como una regla de sonidos interactiva que ayuda a los niños a entender los decibeles de sonidos comunes como sirenas y lavaplatos.

También es una buena idea que los padres le pidan a su pediatra que realice una audiometría si no lo hace la escuela, afirmó Kelley. Si tu hija suele no reaccionar cuando le pides que haga algo, agregó, “no asumas que no te está prestando atención”.

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