Unos días con Bobby, una respuesta de amor que se transformó en un fiel compañero
Ella, es un abrazo cálido al alma de quien la conoce, y Bobby, es el fiel amigo no solo de Silvia, sino de todos aquellos que lo necesitamos
Esta entrevista, más que un intercambio de preguntas y respuestas, se sintió como una plática entre dos personas que llevan tiempo conociéndose. Tuve la oportunidad de conversar con Silvia Meró Quesada, una increíble mujer y fundadora de la ONG “Unos días con Bobby”.
Su experiencia personal con el cáncer, el duelo; su manera de ver la vida, acompañar y abrazar a los pacientes y sus familiares, son el ejemplo vivo de la resiliencia, empatía y corazón por ayudar a quienes más lo necesitan. Ella, es un abrazo cálido al alma de quien la conoce, y Bobby, es el fiel amigo no solo de Silvia, sino de todos aquellos que lo necesitamos.
Yo tuve mi primer cáncer en el año 1997, cuando tenía 37 años, y mi hijo Francisco tenía 7 años, entonces cuando él entra a la habitación del hospital, me mira y se queda mirando con cara de susto a esa torre, donde está la medicación, el porta suero, entonces le decía “amor, ¿qué pasó? No te entiendo”, entonces me dice “eso, eso, eso” y me señaló el porta suero y mi respuesta de madre, definitivamente, porque no sé cómo se me ocurrió, le dije “no, mi amor, no te das cuenta, es un lindo perrito, mírale sus orejas robóticas, mira el rabo y acá arriba está la cajita dónde está mi comida, y tú sabes él se llama Bobby y no se mueve de mi lado, está todo el tiempo conmigo”.
Después le dije “Bobby quiere pasear, paseamos por el piso del hospital y así nos cuentas a Bobby y a mí cómo te fue en el colegio el día de hoy”; entonces cada vez que mi hijo iba, Bobby era un elemento, el articulador y el canal para que yo le pudiera explicar a este niño de siete años lo que era el cáncer.
Se lo expliqué con una figura y también con su juego de Serpientes y Escaleras, en el que a veces avanzas tres a veces, te quedas en el mismo sitio o retrocedes, a veces terminas el juego o a veces no lo terminas; también se lo expliqué con el mar, que a veces está muy tranquilo o puede estar muy inquieto. Entonces yo le iba conversando y le iba contando mucho para que él entendiera la enfermedad.
Un día llega y me saluda a mí, pero no saluda a Bobby, entonces le pregunté, “¿por qué no saludaste a Bobby?”, y me dijo, “no, porque tú me has dicho que él te está cuidando y yo veo que está llena tu boca de llagas” y yo le dije, “te he dicho que hay días buenos, hay días más o menos buenos, y este es un día malo, pero Bobby está a mi lado, no me deja y me da toda la meditación para yo poder superar este día”.
Entonces me dan el alta, pero Francisco ya entendía qué pasaba con esta enfermedad. Después tuve una recaída, me internaron por emergencia con la quimioterapia y todo, pero él ya entendía cuál era el proceso porque le hablé en su código, eso es sumamente importante, hablar con los chicos, los niños y jóvenes en su idioma.
Francisco falleció en el 2014 a los 25 años, yo soy huérfana de hijo y viuda de esposo. De verdad que Francisco era un ser espectacular. Unos días con Bobby me sigue acompañando, porque yo tuve un segundo cáncer y yo tengo la costumbre de escribir en alguna revista o un medio de comunicación, mi testimonio, para contar mis experiencias a los pacientes y a los cuidadores para poder trabajar juntos este tema, pero yo siempre lo escribo con un pseudónimo, porque no me gusta que lean la historia y me sigan, sino que cada uno de esos lectores le ponga su nombre.
El cáncer lo conozco, desde diferentes perspectivas; ya la conozco como tema de prevención cuando yo acompañaba a mi mamá a las colectas de la Liga Contra el Cáncer, asociación de la que ella fue fundadora y en la que trabajo por 50 años, pero también conozco el cáncer como hija, pues mis dos papás fallecieron a causa de esta enfermedad; también sé de él como hermana, ya que mi hermana murió de cáncer, como esposa y como paciente. He cubierto en 360 grados lo que es el cáncer.
Esta enfermedad la conozco desde diferentes puntos, es entonces en el duelo y cuando terminó de escribir mi testimonio que yo siento que un perrito ladra dentro de mí y te lo digo así, de verdad siento como un perrito que dice “sácame de acá y vamos a hacer algo juntos”. Francisco era un chico de muchos proyectos sociales, tenía 25 años y él tenía solamente dos o tres años trabajando en un estudio de abogado, fue abogado mi hijo y cuando él fallece, una de las salas de su despacho le pone el nombre de mi hijo y lo que parece más increíble es que hay una beca en la Pontificia Universidad Católica de Perú, en el programa de derecho con el nombre de mi hijo Francisco, definitivamente es un chico que trascendió.
Bobby, de alguna manera, me ha servido para reencontrarme con mi hijo y todos los días trabajar juntos.
Yo siempre digo y cuando me piden que escriba una dedicatoria en el libro, yo siempre les digo “Bobby te acoge, Bobby te abraza, Bobby te acompaña y te pide que hagas lo mismo con tu prójimo, acógelo, abrázalo y acompáñalo”. Y la filosofía de vida de Bobby, es “todo lo que se ve de otra forma, se transforma; todo lo que se ve de otra forma, se transforma”.
Respecto a otras ediciones, además de Un día con Bobby, tengo una publicación, la cual se llama Bobby y sus amigos, este libro es sumamente importante porque tiene la historia inicial de Unos días con Bobby (la cual es mi historia, mi testimonio convertido en un género infantil). Bobby y sus amigos, es un libro que comienza cuando la mamá del chico protagonista de la historia, Rómulo, se va del hospital y Bobby se queda y acompaña a la mamá que va a recibir los tratamientos.
Bobby y sus amigos, no lo hice sola, lo hice con la psico-oncóloga Claudia Bernales, con quien unimos las dos narrativas, mi experiencia y la de una profesional en la salud mental con un enfoque específico. Juntas escribimos esta segunda parte, que está apoyada en 3 ejes fundamentales: la parte educativa, la parte lúdica y la parte de contención emocional.
Estas tres cosas son las que necesita un paciente o un familiar que tiene un ser querido hospitalizado. También es un trabajo editorial que tiene diversos objetivos, uno de ellos es generar un vínculo entre el profesional de la salud y el paciente. Además, es un contenido sumamente pensado y trabajado para ser inclusivo, donde evitemos preguntas “agresivas”, ya que hay muchos pequeños que no están en el mismo contexto, por ejemplo, mucho de ellos no saben su fecha de nacimiento y preguntarles cuándo es su cumpleaños puede resultar invasivo y ofensivo, pensando en eso, mejor planteamos la interrogante, ¿qué fecha te gusta celebrar?
Además, busca crear una complicidad entre pacientes, pues una de sus secciones tiene juegos interactivos para que ambos puedan participar, sin necesidad de levantarse de su cama. También plantea diversas interrogantes que podrían ayudar a los médicos a entender qué es lo que sienten o piensan, ya que estamos hablando de niños, quienes no siempre pueden definir qué es lo que sucede dentro de ellos, como extrañar a su familia o mascotas, y de esta manera evitar la invasión con tratamientos médicos que posiblemente se puedan solucionar con visitas especiales de sus seres queridos.
Entonces hemos querido a través de este libro también hacer un acompañamiento emocional para los chicos, una contención institucional con Claudia; ese libro fue realizado, además, con la presidenta de la Sociedad de Pediatría del Perú, la doctora Virginia Garaycochea, ella revisó todas las dinámicas.
Ahora tenemos en mente trabajar con medallas, porque normalmente se da que un paciente que finalizó su tratamiento en el hospital toca una campana, pero se ha demostrado que esta acción puede tener efectos negativos en ese paciente o en los demás, ya que existe el riesgo de una recaída en algunos años o bien, que algún chico no logré esa campanada, por ello, pensamos que las medallas son un reconocimiento a su lucha diaria, por quererse a sí mismos durante el tratamiento y para conmemorar su trabajo, y que no solo sea para aquellos que han terminado con su proceso médico.
Creo firmemente que lo que yo hago y hacemos todos los expertos con los que trabajo todos los días en diversos temas, es acompañar a los chicos, acompañar a su familia, cuidar los profesionales de la salud y generar un ecosistema sano, amoroso, de compañía, respetuoso durante su proceso médico. Actualmente, Bobby está solo en Perú, pero estamos trabajando para qué llegue a más lugares del mundo, como México, por ahora, pueden conocer esta ONG y a nuestro querido amigo Bobby desde nuestras redes sociales, Instagram, Facebook y LinkedIn, las cuales pueden encontrar como Unos días con Bobby.
Finalmente, me gustaría aconsejar que las personas escuchen su cuerpo, este nunca se equivoca, es importante que escuchen, cuando tú sientes algo en tu cuerpo, anda al médico, evalúa qué es lo que te pasa, y lo segundo es, por favor, no tengas miedo; el miedo es la antítesis de la prevención, el miedo paraliza y te cierra las ventanas de las oportunidades. No tengas miedo y busca información con los médicos profesionales, no en internet.
NOTA DE LA AUTORA: Esta conversación es un homenaje a su labor, su misión en esta vida y para todos aquellos seres queridos que se transformaron en polvo de estrellas y hoy nos acompañan e iluminan desde un lugar mejor. Para la familia de Silvia, la mía y la de todos aquellos que se despidieron de esa persona especial a causa de una enfermedad.
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