Se desmorona un oficio en Saltillo: el ladrillero
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La moda, las nuevas tecnologías, ‘la piratería’, han impactado negativamente el precio del ladrillo, tal parece que tiene las horas contadas... ¿será?
Entre los años 1990 y 2000, en Saltillo había mil 250 empresas que se dedicaban a la fabricación de ladrillo, en lo que constituyó una de las épocas de mayor bonanza para los empresarios, pues además de altas ventas, el producto se empezó a exportar, además de Estados Unidos, a países como Australia y algunos de Europa.
En Saltillo se fabricaban alrededor de 6 mil 300 toneladas mensuales de producto (180 tráileres), de las cuales el 90 por ciento se exportaba y el resto se quedaba para consumo local.
“En los inicios era principalmente mercado local, porque muchas casas antiguas tienen pisos de barro, era muy cotizado y económico, pero con la industrialización, la especialización, la lejanía de los materiales, se ha ido haciendo un material exclusivo, de popular a uno elegante y caro. La gente ahora añora los productos hechos a mano”.
Debido al éxito de la industria, en el año 1997, durante la administración de Manuel López Villarreal, la actividad que rodea la elaboración de tabiques y pisos de barro fue declarado oficialmente como artesanía representativa de Saltillo, distinción que perdura hasta la actualidad.
De mil 250 ladrilleras que llegó a haber en Saltillo y la región sureste de la ciudad hacia el año 2000, hoy en día quedan 350. El cambio de modas en Estados Unidos, las imitaciones del producto y los bajos precios han provocado que la industria agonice.
La producción de tabique y piso de barro llegó a Saltillo con la aparición de los tlaxcaltecas en la capital coahuilense. Además de poblar la localidad, instruyeron a los locales sobre trabajos de agricultura y artesanías, entre los cuales iba la elaboración de productos de barro y fue cuando se originó la industria ladrillera.
“Llegan y se encuentran con gente ruda en Saltillo, que no sabían mucho de artesanías, pero nuestros antepasados se sienten atraídos por las técnicas que traían los tlaxcaltecas y empiezan una nueva era de producción para cubrir sus necesidades. Para construir hacían adobes, tabiques de barro y los habitantes de esta ciudad se fueron involucrando”, cuenta Jesús Esquivel, presidente de la Unión de Productores de Ladrillo.
Dada la inclinación de la ciudad, en bajada de sur a norte, las casas solían dañarse con las corrientes de agua, por lo que empezaron a hacer estructuras de un metro de alto para evitar daños.
La calidad de los tabiques y estructuras de barro, elaborados de manera artesanal iniciaron una nueva industria del ladrillo que al poco tiempo llamó la atención de estados vecinos como Nuevo León y Zacatecas, que compraban el producto que se había empezado a hacer en Saltillo.
Al crearse una industria, los productores de aquel entonces nombraron al producto “Saltillo Tile”, ambos de origen náhuatl. Dos tierras y quemado son respectivamente los significados de ambas palabras, por lo que se eligió debido a que hacen referencia al proceso que se tiene que seguir para la elaboración de tabiques bajo esa técnica.
“Ellos decían que esas eran las dos tierras que significaban Saltillo, de ahí derivaba el nombre de la ciudad y Tile en náhuatl quiere decir quemado, tizón, al rojo vivo o muy caliente, entonces la traducción es dos tierras quemadas, lo que da origen al nombre de nuestros productos”, cuenta Esquivel.
EL IMPACTO DEL FERROCARRIL
Las exportaciones del producto a otros países surgieron durante la guerra de la invasión norteamericana. A los soldados estadounidenses les llamaron la atención los tabiques y los pisos de barro y se los empezaron a llevar a su país, de acuerdo con lo que cuenta el dirigente de la Unión de Productores de Ladrillo.
“Con la llegada del ferrocarril, ellos empiezan a llevarse el producto, principalmente cuando se acaba la guerra de intervención, los soldados que estaban aquí comienzan a hacer comercio ellos mismos, vuelven a sus tierras como civiles y vieron la posibilidad de llevarse para sus casas esta producción”.
Pese a que ya se había empezado a vender el producto, los negocios seguían siendo familiares, hasta que se instaló la primera empresa formal con el nombre “Ladrillera del Norte”, propiedad de Dámaso Rodríguez, que estaba ubicada en lo que hoy es la colonia República Poniente, en el centro de la ciudad. Se fabricaban pisos de barro y tabiques.
Luego fue creada la Ladrillera del Capitán Arroyo, propiedad de Rosendo Villarreal. En ambos casos se preservó la técnica rústica, de tal forma que el producto se seguía creando artesanalmente, a mano.
EMPIEZA EL DECLIVE
Jesús Esquivel asegura que a partir del 2005 comenzó el declive de la industria ladrillera en Saltillo, pues en los países donde importaban el producto cambiaron sus modas y se perdió el interés por el producto ladrillero.
“Ha ido decayendo, ahora a partir del 2005 comenzó el declive porque cambian las costumbres o las formas de construcción, principalmente en Estados Unidos, allá hay muchas modas, cambian las modas, siempre hay mucho consumismo. Cuando fue la bonanza del piso de barro, había partes donde quitaban pisos de mármol para poner de barro hechos a mano”, dijo Esquivel.
La imitación de su producto fue otro de los obstáculos que tuvieron que enfrentar los ladrilleros, pues sus consumidores empezaron a preferir aquellos tabiques de menor precio, pero también de menor calidad. Las autoridades empezaron a endurecer las normas ecológicas, muchas de ellas no eran cumplidas por las compañías ladrilleras.
Todos esos factores, aunados a la diversificación de empleo por la oportunidad de desarrollar estudios en otras profesiones,
provocaron que de las mil 250 ladrilleras que había de acuerdo con el último censo del 2000, actualmente solo quedan entre 350 y 400.
Además de que disminuyó el número de compañías, también decreció el número de trabajadores, pues mientras antes había cinco empleados por ladrillera, ahora realizan el trabajo con tres artesanos directos.
“Son grupos familiares, es una industria familiar, ahí colaboran padres, hijos y hermanos, entonces son los que trabajan y los que llegan a tener trabajadores tienen un salario de acuerdo a la producción, normalmente es a destajo, si se producen tantas piezas, ganan tanto, son jornadas de trabajo, cada quien gana lo que alcanza a cubrir sus necesidades”, asegura Esquivel.
CAÍDA DE PRECIOS
El precio también decayó, explica Esquivel, pues de acuerdo con la calidad del producto, el tabique tiene un precio de entre los 5 y los 6 pesos por pieza, sin embargo actualmente se vende en 2.50 pesos, lo que ha provocado que las ganancias también sean menores.
“Nosotros quisiéramos que valiera 5 pesos, es lo que debe de valer o 4 pesos, si ves un producto similar de ladrillera mecanizada o de LABASA que se venden en las Home Depot, ese precio anda, sobre 4 o 5 pesos, pero desafortunadamente son los factores que influyen, la necesidad y la falta de conocimiento para dar valor exacto al costo”.
EN EL EXTRANJERO
Actualmente la exportación, asegura Esquivel, se limita a Estados Unidos, Australia y Canadá, cuando antes alcanzaba a países de Europa como Inglaterra, Italia y Suecia.
“Principalmente ya es solo Estados Unidos, Australia y Canadá, pero muy esporádico, sigue teniendo, se fueron algunos pedidos a Bangladesh, sigue siendo el gusto internacional, si Saltillo se conoce en el mundo, si le pregunta a alguien de fuera, Saltillo de barro, así lo conocen fuera del país”.
'EL HECHO ES QUE NO SALE NI PARA COMER'
Don José Ángel Ruiz tiene 30 años dedicándose a la labor de ladrillero y sus porosas manos lo evidencian, pero asegura que cada vez le produce menos dinero su labor, por lo que está considerando dejarla.
“Ya no sale para la comida, estamos batallando mucho porque ya no se vende como antes y los días buenos tenemos que vender muy barato. Ya no nos resulta lo mismo y yo soy el único que aporto para la familia”, cuenta don José.
UNA PROPIEDAD QUE ESTÁ EN RIESGO
La ladrillera es de su propiedad, desde el terreno en la colonia Guayulera hasta los hornos de adobe y las herramientas que necesita para la producción. Ha considerado venderlo todo y dedicarse a otra cosa.
“Platicando con mi esposa estamos viendo si me puedo dedicar a otra cosa, aunque ya con mis 50 años no sé si me vayan a contratar en otro lado. El hecho es que no sale ni para comer”, concluye don José.
EL DATO
En Saltillo, las compañías están agremiadas en la Unión de Productores de Ladrillo de Saltillo
En un censo realizado en el año 2000, se contabilizaron mil 250 compañías ladrilleras que operaban en Saltillo
Su producción era de 180 tráileres mensuales de producto, alrededor de 6 mil 300 toneladas del mismo
El 90 por ciento del producto se exportaba a países como Estados Unidos y Australia
Actualmente solo quedan entre 350 y 400 compañías ladrilleras