Cartas revelan como el cardenal Theodore McCarrick “preparaba” a sus futuras víctimas
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El papa Francisco expulsó del sacerdocio a McCarrick, de 89 años, en febrero de este año, después de que una investigación de la iglesia determinó que había abusado sexualmente de seminaristas, tanto adultos y como menores de edad.
A simple vista, las postales y cartas escritas a mano parecen inocentes, hasta cálidas. Las firma “El tío T” o “Tu tío, el padre Ted”. Pero la correspondencia que escribió el cardenal Theodore McCarrick a jóvenes que lo acusan de abusar sexualmente o acosar ofrece una mirada a las formas en que un depredador prepara a su presa, según dos expertos en prevención de abusos que analizaron las cartas para la Associated Press. Llenas de halagos, familiaridad y alardeos de su poder, las cartas revelan cómo un obispo trotamundos hacía que jóvenes vulnerables se sintiesen especiales, para luego aprovecharse de ellos.
La AP publica las cartas que McCarrick escribió a tres jóvenes en la antesala de la difusión del informe del Vaticano sobre quién sabía qué y cuándo se enteró en relación con los esfuerzos del prelado por acostarse con futuros sacerdotes. El acceso a un arzobispo por parte de jóvenes que quieren ser sacerdotes “es un elemento clave en el proceso”, dijo la experta Monica Applewhite.
El papa Francisco expulsó del sacerdocio a McCarrick, de 89 años, en febrero de este año, después de que una investigación de la iglesia determinó que había abusado sexualmente de seminaristas, tanto adultos y como menores de edad. El caso ha afectado la credibilidad de la jerarquía católica, dado que las acciones de McCarrick fueron denunciadas a pilares de la iglesia en Estados Unidos y el Vaticano, no obstante lo cual McCarrick siguió siendo un influyente cardenal hasta su caída en desgracia el año pasado.
McCarrick desistió de hablar de las acusaciones y se limitó a decir en un comunicado del año pasado que era inocente, pero aceptaba la decisión de la Santa Sede de expulsarlo del ministerio. Su abogado J. Michael Ritty declinó también hablar de la correspondencia.
El testimonio de James Grein, de 61 años y el primer niño que bautizó McCarrick, es un elemento clave de la investigación del Vaticano. Hijo de amigos de la familia, Grein dijo que McCarrick comenzó a abusar sexualmente de él cuando tenía 11 años, incluso durante la confesión y en bodas y otras celebraciones.
En una entrevista con la AP, Grein dijo que el cariño que su familia le tenía a McCarrick lo obligaba en cierta medida a pasar tiempo con McCarrick los fines de semana, cuando no estaba en el internado donde cursaba estudios, y que durante esas visitas el religioso abusaba de él.
“Si no iba a ver a Theodore, mis hermanos, mis hermanas o mi padre siempre me preguntaban, ‘¿por qué no lo fuiste a ver?”, dijo Grein.
Esa dinámica de la familia se refleja en las postales que McCarrick le enviaba a Grein. Cartas sin matasellos que iban incluidas en las cartas que McCarrick le enviaba a su padre.
“Se acerca el momento de tu visita al este”, le escribió McCarrick a Grein cuando estaba en el internado en Woodside Priory School de California a fines de la década de 1970. “Llamaré a tu casa uno de estos días para ver qué arreglaron”. Firmaba “Los quiero mucho, tu tío, el padre Ted”.
Applewhite dice que la carta deja bien en claro que McCarrick esperaba que Grein lo visitase, lo mismo que el papel de la familia en el arreglo de esa visita. Una postal que podía ver la familia, agregó, es la forma más abierta de comunicación y una forma de demostrarle a Grein que lo que McCarrick hacía con él no estaba mal.
“Mandar una postal es como decir ‘no tengo nada que esconder’”, expresó Applewhite.
En 1981 McCarrick fue nombrado obispo de Metuchen, Nueva Jersey. El año pasado, sus seminaristas víctimas empezaron a comentar que su antiguo obispo los trataba como sus “sobrinos” e insistía en que le dijesen “tío Ted”, creando una relación de familia informal que hacía que resultase muy difícil denunciar conductas cuestionables, según Applewhite.
Ex seminaristas relataron cómo McCarrick invitaba a grupos de jóvenes a excursiones de pesca de fin de semana o a su casa en la playa, siempre invitando a uno de más, lo que obligaba a uno a dormir en su cama. McCarrick negó haber tenido relaciones sexuales con nadie, pero admitió que “una desafortunada falta de criterio” hizo que compartiese su cama con otros hombres, según un correo electrónico enviado en el 2008 al Vaticano.
En correspondencia con un seminarista de Metuchen luego de ser nombrado arzobispo de Newark, Nueva Jersey, McCarrick habló de sus viajes en el verano de 1987, en que fue a Rusia y Polonia en momentos en que Juan Pablo II luchaba por acabar con el comunismo en Europa oriental. A fines de ese año le dijo al joven que había acompañado a Juan Pablo en su peregrinaje por Estados Unidos.
“Eso es un recordatorio de su posición influyente, de que tiene acceso a privilegios especiales”, comentó Elizabeth Jeglic, profesora de psicología y experta en prevención de violencia sexual del John Jay College of Criminal Justice de Nueva York. Sostuvo que el mensaje que transmitía a los seminaristas era: “Ven conmigo y tendrás acceso a todo esto”.
El seminarista posteriormente le escribió a otro obispo y le dijo que había presenciado relaciones sexuales entre McCarrick y otros seminaristas durante una salida a pescar y que McCarrick lo había toqueteado cuando se quedó una noche en el departamento del religioso en Manhattan ese mismo verano. Dijo que ese día vomitó en el baño por el trauma.
Poco después, McCarrick le escribió: “Quería agradecerte por haber venido el viernes por la noche. Disfruté de tu visita”.
En ocho cartas escritas al mismo seminarista, McCarrick reiteradamente le dijo al joven que lo llamase a cobrar a su oficina de Newark y le dio su teléfono directo y detalles de sus andanzas. También lo exhortó a que lo visitase. Lo hizo con tanta frecuencia que Jeglic dice que constituyó un acoso y un esfuerzo por “tenerlo a su alcance”.
“Tenemos la casa casi llena y para mañana también estarán tomados los sillones y tal vez hasta el piso. Pero haremos lugar incluso para un tipo grande como tú”, le escribió McCarrick.
En un indicio de posible desesperación, agregó: “P.D.: ¿Recibes mis cartas?”.
McCarrick aludió también a un episodio en el que se vieron con un empresario vinculado con la mafia que poco después fue asesinado.
“Gracias a Dios no fuimos a la cena del sábado por la noche”, escribió McCarrick. “Hubiérmos terminado en el medio de un ajuste de cuentas de mafiosos”.
En una carta posterior del 28 de agosto de 1987, escrita durante un vuelo a Polonia, McCarrick volvió a mencionar el asesinato con su letra pequeña de siempre: “Ven con tu tío y conocerás gente importante”.
Jeglic opinó que la referencia al ataque de mafiosos era una forma de “generar una unión a partir de un secreto”.
Otro seminarista, el reverendo Desmond Rossi, estudiaba en la Inmaculada Concepción de Newark cuando McCarrick fue nombrado arzobispo de esa ciudad. Dijo que McCarrick se aseguraba siempre de saludar a su padre durante la misa y le escribió a Rossi cuando se tomó un sabático en 1987.
Le contó que acababa de verse con Juan Pablo durante su viaje a Miami y que rezaba para que Rossi volviese a los hábitos.
“Sigues siendo parte de la familia”, le dijo McCarrick.
Rossi dice que ahora se da cuenta de que McCarrick estaba tratando de atraerlo con la carta, sobre todo con su referencia a Juan Pablo y a que era parte de “la familia”.
“Un arzobispo de la iglesia le dice a un chico de 25 años que está interesado en el sacerdocio que acaba de reunirse con el papa”, dijo Rossi. “Eso es algo impactante”.
Rossi fue trasladado a otra diócesis en 1989, tras un encuentro en el que dijo que McCarrick acercó su silla a la suya y le tocó una pierna.
“En ese momento básicamente decidí que me iba de esa diócesis porque fue algo realmente incómodo”, comentó Rossi.
Si bien se considera alguien que se libró de un acosador, Rossi admite que McCarrick era un pastor carismático e inteligente. Applewhite dijo que los abusadores no son monstruos, como refleja la correspondencia de McCarrick y su preocupación por los seminaristas.
“Si buscamos figuras perversas, no vamos a pillar a nadie”, afirmó.