Claves y disyuntiva de Riquelme
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Hasta donde recuerdo, el gobernador Miguel Riquelme es un militante de base del Partido Revolucionario Institucional. Así empezó su andar en la política coahuilense. Su carrera se parece mucho a la de Eruviel Ávlia, exgobernador del Estado de México. Los dos son políticos hechos en la base partidista.
En el PRI existen dos caminos para llegar a la cima: por la vía hereditaria-económica, mucho más generosa para quienes pueden tripular; y la que recorrieron Riquelme o Eruviel, mucho más transitada sin duda, de origen humilde y más larga. Es preciso dar resultados, acarrear clientes hasta el cansancio y llenar urnas una elección tras otra. Aporrear calles una y otra vez, gastarse y desgastar zapatos. Esta vía es avara en oportunidades para los anhelos del trepador.
Conocí a Miguel Riquelme en el Congreso de la Unión, él era diputado por el PRI y yo por el PAN, partido en el que militaba por entonces. Encima de Riquelme y de los diputados priistas de Coahuila imperaba la enorme sombra de los hermanos Moreira. Cargaba día a día con la presencia de Rubén Moreira, su compañero de bancada. Riquelme se mostraba serio y parecía metódico. Estaba obligado a lo primero, lo entiendo, sólo había espacio para el lucimiento de Rubén. Ignoro si de verdad era metódico. Él lo sabrá.
Riquelme, como operador político, arrebató Torreón al PAN en 2008. Acción Nacional ganó la alcaldía lagunera en 2005, con Zermeño como candidato a Gobernador y con José Ángel Pérez como candidato ganador a la alcaldía. En aquella elección Humberto Moreira se convirtió en Gobernador de Coahuila por un amplísimo margen, no obstante, perdió Torreón y perdió La Laguna.
Riquelme fue clave en el triunfo de Eduardo Olmos tres años después. Eran las elecciones de mitad de sexenio, cuando Coahuila entero bailaba al son que le tocara Humberto. Riquelme recibió su premio, al año siguiente se convirtió en Diputado Federal. Para entonces ya era fiel escudero de Rubén, que ya se había hecho del control efectivo del PRI coahuilense y del gobierno estatal.
En la elección de 2011, Guillermo Anaya perdió en La Laguna lo ganado por Zermeño seis años atrás. Rubén se alzó con una victoria aplastante. Obtuvo más votos que Zermeño, mientras que Anaya se desplomó. El operador electoral fue, una vez más, Riquelme. Su premio, la Secretaría General de Gobierno y, posteriormente, la alcaldía de Torreón, sustituyendo al impresentable Eduardo Olmos. Logró el triunfo del PRI, incluso tras el desastroso gobierno de Olmos.
Tantos años de talacha y lealtad le tenían deparado el premio mayor. La gubernatura de Coahuila. No es cosa fácil, muchos recorren ese camino y la mayoría nunca recibe premio alguno. Sería interesante ver cuántos Gobernadores priístas vienen de la rama hereditaria-económica; y cuántos proceden de la base. Llega tras una elección muy cuestionada, cargando un pesado lastre de doce años, sin embargo llegó. “Haiga sido como haiga sido” diría Felipe Calderón.
Riquelme ya es Gobernador y se enfrenta en la soledad de su persona, a una definición fundamental, crucial para su vida y para su Gobierno. ¿Llegó al poder gracias a su esfuerzo, lealtad y dedicación; o por obra y gracia de Rubén Moreira? En la historia de su partido, muchos han vivido disyuntivas semejantes. Toda proporción guardada, la más conocida de estas disyuntivas aconteció durante el Maximato. ¿Qué rol asumirá Riquelme? ¿El que jugaron Emilio Portes Gil, Abelardo L. Rodríguez y Pascual Ortíz Rubio, sometidos al Jefe Máximo, Plutarco Elías Calles; o actuará como Lázaro Cárdenas que puso fin a ese capítulo negro de control caciquil y caudillezco que ejerció el fundador del PNR, abuelo del PRI? Veremos.
Por supuesto, en estos vericuetos, nada tienen que ver la democracia y el buen gobierno. Como todo en el PRI, es un asunto de poder por el poder mismo. Únicamente trato de ofrecer una visión preliminar con el ánimo de comprender las dinámicas internas de poder en ese partido y en los gobiernos autoritarios que prohija, dinámicas que nos afectan a todos.
Twitter: @chuyramirezr
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