Con 200 pesos viaja al otro lado del mundo y regresa a México
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49 mil kilómetros fue el recorrido que Citlaly Rodríguez hizo por América Latina sobre su motocicleta
MONTERREY.- Citlaly Rodríguez García, una regiomontana de 30 años de edad, salió el 28 de agosto de 2015 con 200 pesos en la bolsa hasta “el fin del mundo” en Ushuaia, Argentina, la parte más austral del continente americano. Hace un mes completó un recorrido de 49 mil kilómetros, ida y vuelta por 15 países, sin más compañía que “Tuza”, su inseparable motocicleta, a diferencia de uno de sus amigos que hizo el recorrido en equipo con otros motociclistas y gastó 800 mil pesos.
En su aventura, le tocó atestiguar en Guatemala —como improvisada enfermera— el trabajo de un médico ayudando a una mujer a traer al mundo una nueva vida. En Colombia, presenció la ejecución a sangre fría de un camionero, en un punto de control donde se confunden los límites y las acciones de las fuerzas del orden, el narcotráfico y la guerrilla.
Estas y otras experiencias en países con paisajes incomparables, inhóspitos y paradisiacos, y el transitar por lugares amables y peligrosos la condujo a un viaje a su interior, que la hizo renacer y convertirse en una mujer más tolerante, amistosa, segura, valiente y feliz.
Sin poses de triunfalismo, hoy se alista mentalmente para un nuevo reto de más de 13 mil kilómetros: llegar hasta el Estrecho de Bering en el norte de Alaska.
Herencia familiar
El gusto por las motos lo heredó de su padre, quien se resistía a enseñarle a manejar. A los 13 años, cuando trabajaba en una tortería, pidió al repartidor de una pizzería que la instruyera.
“Así empecé a andar en moto y trabajé como repartidora”, dice Citlaly, quien no se amedrentó por el hecho de que entonces un vecino de 15 años falleció en un accidente como repartidor. Dos años después, con los ahorros de su trabajo, compró su primera moto, “La Roña”, una Vento 150.
“A los 16 salí a mi primer viaje que fue a Saltillo. Después de eso seguí viajando, ya llevaba 14 años rodando en México cuando decidí ir hasta Ushuaia, una aventura que inició el 28 de agosto de 2015.
“Nadie me creía. Un día le dije a mi sobrina Naibé Alejandra, ‘¿sabes qué mamita, me voy a ir a rodar al fin del mundo’. ‘Tía, pero tú no eres millonaria’, señaló la niña. Me di cuenta que desde muy chicos nos meten ese chip en la cabeza, que si no tienes dinero no puedes hacer nada”, comenta.
“Con 200 pesos en la bolsa, salí con una mochilita, un pantalón y una blusa; de aquí (Monterrey) me fui a Saltillo, ahí empecé a vender en 20 pesos mis calcomanías con la frase: ‘no temo a donde voy, porque he de morir donde debo”, comenta la joven.
“Les contaba mi historia en las gasolineras, y me decían, ‘si es cierto, yo te pongo combustible’. Cuando miraba un restaurante y tenía hambre, ofrecía lavar platos o baños por comida.
Hay más gente buena de la que uno piensa, dice, y en este mundo de las motos la hermandad no tiene fronteras. Al salir, el tacómetro de su GSXR 750, modelo 2007 de la Zuzuki, marcaba 20 mil 200 kilómetros; ahora tiene 70 mil. Unas 5 veces cambió de llantas, “las desechaba hasta que salían las tiritas, por otras de medio uso que me regalaban”.
Señala que se sintió triste porque en otros países no tienen idea de lo bonito que es México. Sólo tragedias y crímenes es lo que ven en las noticias, o piensan que vivimos todavía como en las películas de los años 60, a caballo y con sombrero. Otros saben del País sólo por Cancún.
“Quiero cambiar eso, tengo una página que se llama ‘De regreso a México’, ya capturé la atención de muchos extranjeros, quiero buscar el apoyo de Turismo para dar a conocer lo que es nuestro País”. Por lo pronto, del 28 al 30 de julio, participará en el evento “Monterrey Sigue”, que congregará a más de 2 mil motociclistas de México y el extranjero.
Como volver a nacer
Apenas cruzó la frontera de México, en Guatemala, un motociclista le hizo plática, y la invitó a quedarse en la parte alta de su negocio. “Para mi sorpresa, era una clínica de maternidad en la parte de abajo; en la noche estábamos platicando y le dicen, ‘doctor, la paciente está lista’.
“Me dice, ‘¿alguna vez has visto un parto?, ¿quieres entrar?’ Pensé, soy mujer, qué puede pasar. La parturienta estaba en un grito; yo en mi papel de enfermera: tranquila, respira hondo, pero la verdad me quedé traumada, ya no quiero tener hijos”, ríe Citlaly.
“Empezar mi viaje fuera de México con esa experiencia, como que Dios me dijo ‘estás volviendo a nacer’.
Este viaje me enseñó a ser más tolerante, más paciente, a hacer más amistades; me doy cuenta de que vivimos en una ciudad donde todo es rápido, cuando dices ‘buenos días’, la gente ni te contesta, desconfía. En otros países todo el mundo saluda”.
Narra que le tocó frío y lluvia; “el viento de La Patagonia es bravísimo, alcanza 200 kilómetros por hora, a una amiga, Gaby, de Chile, que traía una BMW 1200, una moto pesada, el viento se la llevó. Gaby se quebró 6 costillas y un brazo... así es esto, sólo hay 2 clases de motociclistas, el que se cayó y el que se va a caer”.
—¿En algún momento pensaste abandonar el reto?—
—Eso nunca pasó por mi mente, pasaron muchas cosas tristes, nunca había pasado Navidad, ni Año Nuevo, fuera de mi casa; pero conocí una hermosa familia que me albergó en Argentina, tan lindos todos con los mexicanos.
En Colombia estuve 3 meses, porque no hay paso terrestre hacia Panamá, sólo puedes hacerlo por avión o barco y cuesta mucho. La gente sin conocerme me decía ‘quédate en mi casa’ y se salían del cuarto por dejarme el suyo. En Perú, la gente que no tenía nada, me invitaba a comer frijolitos.
Relata que al llegar a Ushuaia se ponchó una llanta de la motocicleta y se quedó en medio de la nada, y estaba sola. “No hay otra cosa que mantener la calma, jugando llamaba al Chapulín Colorado, pero nunca llegó. Había unos borregos y me puse a platicar con ellos: beee ¿a dónde?, no puedo, estoy ponchada”. Un trailero la ayudó y así pudo seguir.
Para llegar a Puerto Valdivia, Colombia, tomó una avioneta, lanchas y un autobús. “Por ahí dicen que pasan la droga e indocumentados de Cuba. Tomé el celular y digo ‘¿una selfie?’ Como traía un chaleco que tenía la bandera de México, me grita un militar, ‘mexicana tenías que ser, dame el celular. —¿Por qué te lo voy a dar? —Porque no puedes tomar fotos. —Pues coloca letreros, pero no te lo doy, si quieres borro las fotos, lo hice, y me di la vuelta”.
Señala que personas que conoció en el camino le preguntaron si era de un cártel muy pesado, pues la pudieron haber matado, aunque también le dijeron que traía botas al estilo de las que usan en la guerrilla.
“Mi ignorancia me hizo ser audaz y me salvó. Mis amigos colombianos dijeron, ‘te pudieron haber matado”.
En Colombia, dice, le tocó ver cuando mataron a un camionero. “Nada más pasó, los de la guerrilla bajaron al camionero, delante de todos lo mataron. Empezaron a quemar camiones. Me asusté mucho, yo creo que fue el único momento que me dio algo de miedo”, asegura.
Mil kilómetros fue el recorrido que Citlaly Rodríguez hizo por América Latina sobre su motocicleta.