'Cuando hay algo que se guarda en férreo silencio, es algo de lo que tienes que escribir', Santiago Roncagliolo

Artes
/ 4 junio 2021

A través de la búsqueda de Jimmy, el protagonista de 'Y líbranos del mal', sobre la figura paterna, el autor peruano nos adentra en una historia de fanatismo religioso y abuso

“Y líbranos del mal” es la más reciente novela de Santiago Roncagliolo, publicada por Seix Barral. En esta, Jimmy, un joven de asecendencia peruana que vive con su familia en Brooklyn, atraviesa un momento crucial en su vida, el de decidir qué va a hacer con su futuro. Un viaje a Lima cambia su perspectiva familiar al irse enterando, a cuenta gotas, del pasado de su padre, algo que él ha intentado mantener oculto.

Al respecto, desde VANGUARDIA se tuvo la oportunidad de entrevistar al autor al respecto.

 

P.-¿Cómo nace la idea de escribir esta novela, que más allá del fanatismo religioso, evidencia abusos y juegos de poder?

SR.-Nació de un caso cerca de mí, cerca de mi familia incluso. Tenía amigos y familiares en una congregación religiosa en la que luego se denunciaron abusos y una vez que se hizo público me impresionó. Como todo esto había estado ocurriendo durante años sin que nadie dijese nada, sin que nadie mencionase nada que lo que estaba pasando estaba mal. Cuando hay algo que se guarda en férreo silencio, es algo de lo que tienes que escribir. Ese es el tema del libro, rasgar el silencio.

 

P.-¿En quién te inspiras para construir estos personajes que aparentemente son buenos, pero que entrañan mucha maldad?

SR.-Me llegaron de todas las personas que habían estado cerca del caso, pequeños detalles, pequeñas historias y anécdotas. Sobretodo me interesaban algunas que no llegaron a la prensa, porque hablaban de una sexualidad mucho más compleja, de hombres con hombres, hombres con mujeres y empecé a tratar de unir los hilos por que en realidad en este tema nadie te va a dar... A mi me interesan los victimarios, que son justamente los que no hablan y empiezo a saber algo de esto, pero nadie me lo iba a contar. Entonces a partir de estos brotes, de estas historias empecé a buscar algún tejido coherente, una lógica, alguna forma de llegar mediante la ficción a lo que no me daba la realidad.

 

P.-¿En casos como este, con la temática del libro, para qué dirías que sirve la literatura?

SR.-Sobretodo para echar luz en la oscuridad.Para mostrar cosas que otra gente no quiere que veas, que otra gente no quiere que sepas. Pero también para ponerte en los zapatos de los que han participado en esas cosas. No me interesa que salgan de la novela con un cliché maniqueo de 'estos son los buenos' y 'estos son los malos'; me interesa que te pongas en los zapatos de ellos. Que te preguntes si tu mismo no habrías sido igual de malo si hubieses nacido en otro lugar, en otro tiempo, con otro apellido. Me interesa que el lector reconozca lo que hay de sí mismo en el mal y que esos malos, muchas veces los victimarios también son. Nos gusta ver la realidad como un partido de fubtol, hay unos que son los malos, que son los otros y los buenos, que somos nosotros. Me interesa caminar por el filo de ese abismo, llevar al lector por ahí, a lo complejo que es distinguirlos.

 

P.-Y manejas esa complejidad muy bien, porque uno lee y siente que está a punto de llegar a un punto álgido y no.

SR.- El lector tiene que decidir muchas veces, qué está bien y qué está mal. O qué está pasando. El lector tiene que decidir qué ha pasado detrás de una puerta, o qué intención tiene exactamente un personaje, porque me interesa involucrarlo, que él se meta, que él opine. Que forme parte del juego, que forme parte del libro.

 

P.- Comento que durante la lectura yo intuía historias de abuso, pero aún no llegaban y no podía dejar de leer para descubrilas.

SR.- Yo escribo de alguna manera historias de terror, pero historias de terror real, social, psicológico, de las personas; pero son historias de terror. Y no sé si te has fijado, pero en las películas de terror son buenas hasta que sale el monstruo, cuando has visto al monstruo es una mierda. Son aburridas. Entonces me interesaba que Jimmy -el personaje que es el hilo conductor de la historia- fuese alrededor del monstruo sin terminar nunca. Otros personajes le van desvelando pedacitos de la bestia, le van abriendo la ventanita, una rendija por la que él se asoma pero nunca termina de verla entera, para mantener esa tensión.

 

P.-Yendo más allá del eje temático de la obra, ésta hace una readiografía de la sociedad latinoamericana. Es decir, aunque la familia era de origen peruano, en México también pasa que creemos que al no tocar un tema, es como si éste no existiera.

SR.- América Latina es toda una región muy desigual, eso significa que las clases más altas viven como recluidas en sus palacios, temiendo a las demás. Alzan un muro poniendo a sus hijos en colegios separados, viviendo en barrios segregados. Las clases altas latinoamericanas son como sectas, grandes y son católicas. De modo que ahí y ha ocurrido en muchos casos, los grupos ultraconservadores para reclutar a sus víctimas solo necesitan que ellos den un pasito más y eso ha sido muy recurrente en todo América Latina.

 

P.- Tu novela me remite a 'Pedro Páramo', en esta búsqueda de descubrir al padre.

SR.- Me encanta que me lo digas. Varios periodistas mexicanos, incluso alguno peruano me lo ha dicho. Y sí, es una historia de un hijo buscando a su padre y encontrando un fantasma. Yo siempre leí a Rulfo como un autor de fantasmas y crecí entendiendo, por ejemplo 'Aura' de Carlos Fuentes, o los muchos cuentos de Cortázar, incluso novelas de Onetti; como historias de terror. Nadie las llamaba así, pero para mí eso es lo que eran. Cuando yo escribo historias jugando con el miedo, jugando con el suspenso también estoy oyendo la tradición del Boom latinoamericano, con el que crecí.

 

P.- Hay una frase del libro que me impactó mucho: “Para que el bien tenga mérito, hace falta que exista el mal”.

SR.- Es verdad, yo creo que de hecho los grupos como este, como el de la novela, se justifican a sí mismos porque el mundo exterior es malo. Y entonces les ofrecen a sus miembros una misión, salvar al mundo de la maldad, eso es muy poderoso, sobretodo cuando eres adolescente. Es lo mismo que hacía Sendero Luminoso, reclutaban a gente que quería salvar al mundo. El mal se justifica siempre, pensando que había un mal peor. Todos los que han visto cualquier proceso electoral lo saben de hecho. (Río y comento que el domingo tenemos uno). Y seguro que hay candidatos que, no lo dicen así, pero el mensaje es, 'yo soy malo, pero el otro es mucho peor'. El mal del otro es una razón para justificar el propio y nos hace buenos.

 

P.- ¿Aprovechaste el confinamiento para leer? ¿Hay algún libro que nos puedas recomendar?

Hice un gran repaso por la historia de la humanidad, estuve leyendo 'Sapiens', una historia de la música, estuve leyendo una historia del arte, de la literatura. Casi estuve haciendo mi propio estudio de la historia de la cultura. Que hay uno que me fascina, que además fue muy popular en España -donde él vive- salió el año pasado, está en México y es maravilloso porque lo puede leer cualquiera. Está tan bien escrito que es un libro que toca a cualquier persona, es un libro de Irene Vallejo que se llama “El infinito en un junco”; es una historia del nacimiento de los libros en el mundo antiguo, de Alejandría, Grecia, Roma pero está constantemente hablando de la actualidad, de lo que hacemos con los libros y las palabras en la actualidad.

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