El ‘Alpha’ de la Biblioteca del Ateneo
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A los aniversarios importantes se les da un nombre en función del número de años que se cumplen desde que se fundó la institución o sucedió el evento que se quiere conmemorar. Desafortunadamente no existe una de esas palabras que designe un centenario más 25 años, porque van de 50 en 50: cincuentenario, centenario, sesquicentenario, bicentenario… y este mes el Ateneo Fuente celebra un aniversario importante: 125 años de la fundación de su Biblioteca.
Desde que se fundó en 1867, el Ateneo Fuente siempre contó con libros para sus estudiantes, pero no tenía un espacio físico equipado como biblioteca, un lugar adecuado para la lectura y la consulta de los libros, ni mobiliario especial para conservarlos agrupados según su materia. Tampoco había un empleado bibliotecario, oficio que probablemente recaía en el prefecto de estudios o quizás en el secretario de la institución.
Seis años después de la inauguración formal de los gabinetes o laboratorios de física, química e historia natural, el Ateneo pudo inaugurar formalmente un local construido exprofeso para alojar la biblioteca. El 16 de septiembre de 1894 se inauguró la Biblioteca del Ateneo Fuente en un local construido en la esquina del antiguo edificio, hoy calles de Ateneo y Guerrero, con un costo de 5 mil 445 pesos. Era director del Ateneo don Dionisio García Fuentes, y hacía tiempo donaba su sueldo para la adquisición de libros con la mira de formar una biblioteca para la institución. En junio de ese año había gestionado ante el Gobierno del Estado la construcción del local, y quedó concluido el 14 de septiembre. Dos días después se inauguraba aquel recinto del saber universal, dentro del otro recinto dedicado a enseñarlo a los jóvenes. En el momento de su inauguración, la Biblioteca del Ateneo contaba con un acervo de 653 volúmenes.
El encargado de integrar la colección con la que fue inaugurada la Biblioteca fue don José García Rodríguez, entonces secretario del colegio y también impulsor, junto con García Fuentes, de la creación de dicho departamento escolar. Durante toda su vida, don Pepe, como era conocido por todos, le dio a la biblioteca todo su cuidado y enriqueció sus acervos, 54 años después de la inauguración le daría también su nombre. Cuando falleció, en abril de 1948, no sólo era el director del Ateneo por tercera ocasión, también le había dedicado su vida casi por completo. En señal de gratitud, la nueva Dirección y la Sociedad de Alumnos “Juan Antonio de la Fuente” decidieron imponer su nombre a la Biblioteca.
La inauguración se realizó durante una solemne velada literario-musical en la que don Pepe declamó un poema suyo. Desafortunadamente, con el paso del tiempo se perdió su título. Lo que sí se conoce, íntegro, es el discurso que pronunció el licenciado José García de Letona, maestro distinguido y famoso orador de la época, cuyas apasionadas arengas, muy gustadas en su época, dejaban ver su profunda erudición. Se refirió el orador a la inmensa emoción y el enorme respeto que inspiraban esos “instantes grandiosos y solemnes, dijo, en que nos preparamos a recoger, no las ideas de un hombre, sino las enseñanzas de la humanidad”. Y por celebrarse la inauguración el 16 de septiembre, día en que se conmemora el inicio de la independencia de México, dijo García de Letona que el País había logrado ya la independencia política y que ahora debía buscar la independencia intelectual, que sólo se lograría con instituciones como la que se inauguraba ese día.
La Biblioteca José García Rodríguez del Ateneo Fuente ha sostenido una clara misión educativa en sus 125 años de historia. Merece las felicitaciones y el aplauso de la comunidad universitaria y la comunidad social a las que sirve.