Ernst Lubitsch genio de la ironía y mordacidad en su filmografía

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/ 26 enero 2017

En su filmografía figuraban ya películas como "La muñeca" o "La princesa de las ostras", una ingeniosa parodia en la que abundaban los enredos y las descripciones mordaces de la alta sociedad estadounidense y de sus códigos de valores.

"Hay mil maneras de enfocar una cámara pero en realidad solo una". La frase pronunciada por Ernst Lubitsch, además de destilar ironía y mordacidad -dos cualidades constantes en su filmografía- aventuraba una visión muy personal a la hora de dirigir que acabó convirtiéndose en todo un sello.

El cineasta de cuyo nacimiento se cumplen el viernes 125 años, vino al mundo en Berlín en 1892 en el seno de una familia judía. Su relación con los escenarios fue precoz.

Con tan solo 16 años abandonó sus estudios para empezar a dar sus primeros pasos como actor en el teatro y en musicales, una actividad que compaginaba con su trabajo en la empresa familiar, donde se encargaba de llevar la contabilidad.

En 1911 ingresó en la compañía teatral de Max Reinhardt. Poco tardarían en llegarle sus primeros papeles como actor protagonista. Sin embargo, tentado por descubrir nuevos horizontes, decidió introducirse en la realización y a principios de 1914 comenzó a escribir y a dirigir sus propias películas.

Cuatro años después, llegaron sus primeros éxitos con "Los ojos de la Momia" (1918), una cinta que protagonizó Pola Negri. La actriz que acabaría convirtiéndose en un rostro habitual del "star system" de Hollywood repitió a las órdenes de Lubitsch en "Carmen", la película con la que el cineasta comenzó a despuntar a nivel internacional.

El año 1922 marcó un punto de inflexión en su carrera. Ernst Lubitsch hizo las maletas y se instaló de forma definitiva en Estados Unidos, contratado por la estrella Mary Pickford. La dirigió en la exitosa "Rosita", pero sus desavenencias durante el rodaje hicieron que fuera el único proyecto entre ambos. Después, firmó con Warner Brothers.

En su filmografía figuraban ya películas como "La muñeca" o "La princesa de las ostras", una ingeniosa parodia en la que abundaban los enredos y las descripciones mordaces de la alta sociedad estadounidense y de sus códigos de valores.

"Nadie debería intentar hacer comedia a menos que tenga un circo dentro de sí mismo", llegó a decir el cineasta.

A estas alturas nadie tenía ya dudas de que Lubitsch atesoraba un gran talento tanto para saltar de la comedia al drama como para desarrollar un estilo inimitable en el que la sugerencia y la elipsis daban mucha más información que cualquier exhibición directa.

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Su refinado humor visual y los diálogos enrevesados que situaban al espectador ante situaciones hilarantes encontraron su máximo exponente en "Ser o no ser", la película en la que Lubitsch satirizó al nazismo y que, a pesar de fracasar en su época, está hoy en día considerada como una de las mejores comedias de la historia del cine.

Lubitsch falleció en 1948 durante el rodaje de su última película, "La dama de armiño", que posteriormente terminó Otto Preminger.

Con él murió también el llamado "toque Lubitsch", un estilo propio en el que comedias de apariencia ligera desprendían un gran compromiso social y moral y lograban burlar la lupa de los censores a través de una gran sutileza y de guiones muy trabajados.

Considerado uno de los artífices de la llamada "comedia sofisticada" estadounidense, Lubitsch es un director venerado hasta la saciedad.

Su legado, en el que figuran títulos como "Ninotchka", en la que Greta Garbo se mete en la piel de una pragmática y fría agente soviética, "El diablo dijo no", "El bazar de las sorpresas" o "Un ladrón en la alcoba", le convierte en un maestro de cineastas.

El propio Billy Wilder era un admirador confeso de Lubitsch y reconocía sin tapujos que éste era su director de cine favorito. Fue por eso que decidió colocar un cartel en la puerta de su despacho en el que figuraba la siguiente inscripción: "¿Cómo lo haría Lubitsch?".

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