Espero que Colombia se vuelva un país más normal: Abad Faciolince
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Abad Faciolince piensa que el acuerdo de paz firmado el lunes pasado en Cartagena de Indias es insatisfactorio,
El escritor colombiano Héctor Abad Faciolince, comprometido con el "sí" en el próximo plebiscito sobre el acuerdo de paz con las FARC, confía en que esa opción ganará en las urnas el domingo, pero advierte también que eso "será solo un paso más".
"Habrá que implementar lo pactado, que es largo, caro y difícil", señala a dpa desde Medellín el novelista, que iba a participar del festival literario Filba Internacional estos días en Buenos Aires y debió cancelar su viaje. "Aspiro a que nos volvamos un país más normal, incluso un poco más aburrido".
La violencia que azotó Colombia durante más de medio siglo castigó de cerca a la familia de Abad Faciolince: los paramilitares asesinaron a su padre, trágica historia que revive en su celebrada novela "El olvido que seremos", y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) secuestraron a su cuñado.
Abad Faciolince piensa que el acuerdo de paz firmado el lunes pasado en Cartagena de Indias es insatisfactorio, "pero todo acuerdo, para que lo sea de verdad entre partes enfrentadas y en desacuerdo, tiene que ser insatisfactorio para un lado y otro. Y era tal vez el mejor acuerdo que se podía lograr".
"El Gobierno no cedió el modelo de sociedad, ni el modelo económico, ni el modelo de libertades. Y la guerrilla no renunció a su idea de la sociedad ideal, que se basa todavía en la utopía marxista; pero defenderá ese modelo en las urnas, con un discurso, digámoslo así, chavista. Eso es democrático. Yo esperaría que la gran mayoría del pueblo colombiano no votara por un modelo que en tantas partes de América Latina se ha revelado como una nueva forma de corrupción, y no como una verdadera redención de las mayorías", analiza.
El finalista del Premio de Novela Rómulo Gallegos en 2015 con "La Oculta" cuenta que muchos de sus compatriotas están viviendo el histórico proceso "con gran felicidad, y me cuento entre ellos, y otros con mucha rabia y amargura".
Incluso sin guerra, Colombia es un país muy conflictivo, sostiene. "Pero de lo que se trata ahora es de seguir siendo conflictivos, duros en la polémica, pero al menos sin armas. En un mundo donde estallan tantos conflictos, y en un mundo acostumbrado a que desde Colombia solo llegaran malas noticias, quizá ahora nosotros seamos una de las pocas noticias buenas".
El autor de novelas como "Asuntos de un hidalgo disoluto", "Basura" y "Angosta" se ilusiona con que los acuerdos ayuden a disminuir la violencia endémica que padece Colombia. "Pero nadie conoce el futuro. Los que odian este acuerdo de paz dicen que su dosis de impunidad generará mucho más violencia. Espero que esa violencia no la cometan ellos mismos, pues en tal caso sería una especie de profecía autocumplida".
La violencia que asoló su país en décadas recientes también recorre las páginas de su más reciente novela, "La Oculta", nombre de una finca escondida en las montañas colombianas. La historia con algunos tintes autobiográficos enlaza las voces de tres hermanos, Pilar, Eva y Antonio, dueños de vidas y metas disímiles y herederos de la tierra que durante generaciones perteneció a su familia.
Antes de publicar "La Oculta", Abad Faciolince (Medellín, 1958) sufrió un periodo de bloqueo literario. "Lo viví haciendo hasta lo imposible por trabajar. Lo viví también desesperadamente, pues todo lo que escribía, y escribí mucho, me salía muy mal, o al menos a mí no me gustaba nada. Muchas veces pensé que no volvería a escribir. Es decir, a escribir bien, al menos".
"Pensé en que me iba a dedicar a leer, solamente, ya que lo que escribía me parecía tan inútil. Pero es muy triste sentir eso: es como si uno fuera ingeniero y construyera puentes, y sintiera que esos puentes se van a caer. O un arquitecto que se arrepiente de la casa que hizo, o un dentista que ve que en vez de arreglar una muela, la dañó más", confiesa.
Interrogado acerca de si su última novela (editada por el sello Alfaguara) puede ser leída como una metáfora de los destinos de su país, Abad Faciolince contesta que la concibió "como algo literal: La Oculta es lo que es, una vieja casa, un lago, una tierra, una finca, unos cafetales".
Y luego matiza: "Al mismo tiempo me doy cuenta de que cualquier historia puede convertirse en una especie de sinécdoque, la parte por el todo. Una imagen, un sitio, una historia por donde desfilan muchos asuntos del país: la propiedad de la tierra, la violencia guerrillera o paramilitar, la minería, las relaciones sociales, los nuevos tipos de familia. En últimas tal vez toda novela aspira a ser un resumen del mundo, o al menos de cierto tipo de mundo".
El también columnista del diario "El Espectador" recuerda que cuando partió al exilio en Italia odiaba Colombia y Medellín. "Sin embargo siempre sentí una especie de nostalgia, de dolor de la lejanía, por cierta temperatura: el trópico al atardecer, la luz deslumbrante del mediodía, la variedad de verdes de las montañas".
Abad Faciolince profesa un apego especial por la zona donde su abuelo tenía su hacienda, y antes los abuelos de su abuelo. "Esa finca fue la herencia -ya muy pequeña, pues la propiedad se dividió primero por tres, luego por ocho, luego por cinco- que nos dejó mi padre. Y queda en la región de La Oculta. ¿Pero tiene uno, tiene cualquier persona derecho a ser dueña de un pedazo de tierra? Ni siquiera estoy muy seguro de esto. Y la novela no creo que pueda responder, aunque hubiera querido, a esta pregunta", reflexiona.