Fallece "el padre de la democracia" portuguesa, Mário Soares

Internacional
/ 7 enero 2017

Con la muerte de Mário Soares, Portugal ha perdido a uno de los políticos más brillantes e importantes de la Europa de la postguerra.

Soares fue inmensamente importante para Portugal no sólo tras 1974, sino ya antes de la Revolución de los Claveles"...

El ex presidente portugués Mário Soares murió hoy a los 92 años en Lisboa, algo más de tres semanas después de haber sido internado en situación crítica en el hospital de la Cruz Roja, informó el centro médico.

Soares, al que se consideraba "padre de la democracia" portuguesa, fue primer ministro de 1976 a 1978 y entre 1983 y 1985 y después ocupó la jefatura del Estado durante dos mandatos, entre 1986 y 1996.

A pesar de que se encontraba en un delicado de salud desde hace meses, su situación había mejorado en la segunda semana de hospitalización, empezó a responder a los estímulos externos, recuperó la conciencia y salió de los cuidados intensivos.

Sin embargo, tras una "hemorragia menor" su estado volvió a tornarse "muy crítico" el día de Navidad.

Abogado y profesor, Soares se inició en la política durante la dictadura fascista de Oliveira Salazar. Resistió al "Estado Novo", fue detenido, desterrado, exilado y, después de la Revolución de los Claveles (1974) se convirtió uno de los responsables de la transición a la democracia.

El 19 de abril de 1973 fundó junto a otros compañeros el Partido Socialista de Portugal (PS) en Alemania.

Mário Soares, "el padre de la democracia" portuguesa

Con la muerte de Mário Soares, Portugal ha perdido a uno de los políticos más brillantes e importantes de la Europa de la postguerra. En los difíciles años que siguieron a la Revolución de los Claveles de 1974, este socialista cercano al pueblo se convirtió en el "padre de la democracia".

Soares, que falleció hoy a los 92 años en Lisboa, fue primer ministro de 1976 a 1978 y entre 1983 y 1985 y después ocupó la jefatura del Estado durante dos mandatos, entre 1986 y 1996.

Durante su presidencia, este abogado carismático recibió el sobrenombre irónico y cariñoso de "O Rei" (el rey). En sus últimas apariciones en público, cada vez menos frecuentes, siempre era recibido con fuertes aplausos. Y también entre sus rivales políticos se ganó un gran respeto.

"Soares fue inmensamente importante para Portugal no sólo tras 1974, sino ya antes de la Revolución de los Claveles", afirmó hace meses el ex presidente luso António Ramalho Eanes.

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Mário Alberto Nobre Lopes Soares nació el 7 de diciembre de 1924, hijo de un ex cura católico con un fuerte compromiso político y social. Soares empezó a combatir la dictadura de António Salazar en 1942, cuando era un estudiante de sólo 18 años. Más tarde, ya como abogado, defendería a opositores al régimen y él mismo estuvo en prisión en incontables ocasiones.

En 1968, durante una de esas estancias en la cárcel, se casó con su esposa, Maria, que falleció en 2015 con 90 años. En 1968 fue desterrado a la isla africana de São Tomé -entonces colonia portuguesa- y en 1970 se exilió en París.

En la capital francesa conoció a políticos de izquierdas como el sueco Olof Palme, el austriaco Bruno Kreisky o el alemán Willy Brandt. Fue "un extraordinario tiempo de aprendizaje político", recordaría Soares años después. Fue en una de las instalaciones de la Friedrich-Ebert-Stiftung, la fundación del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), donde el 19 de abril de 1973 fundó junto a otros compañeros el Partido Socialista de Portugal (PS).

Un año más tarde, la dictadura más antigua de Europa occidental fue arrasada por un golpe militar prácticamente incruento y el 25 de abril de 1974 los portugueses colocaron claveles en los fusiles de los soldados. Soares siguió esos acontecimientos a través de la radio y la televisión desde Bonn, antes de partir rápidamente hacia Portugal. Tres días más tarde llegó en tren nocturno a Lisboa.

El regreso de Soares fue un golpe de suerte para Portugal. En los meses posteriores a la revolución, algunas corrientes de izquierdas y derechas pusieron en peligro las libertades recién conquistadas. Pero Soares se ocupó de que la influencia de los radicales en los militares de la revolución fuera cada vez menos, sirviéndose de sus habilidaes negociadoras y de grandes manifestaciones en la Avenida da Liberdade.

Después de esa época turbulenta, en la que fue ministro de Exteriores y primer ministro, en 1986 se convirtió en el primer civil que llegaba a la jefatura del Estado. Durante sus diez años como presidente también encontró tiempo para crear la Fundación Mario Soares, que sobre todo apoya la cultura, la educación y la ciencia.

En 1996 abandonó la jefatura del Estado, pero nunca dejó de intervenir en asuntos de relevancia internacional y de gran repercusión en el país. Presidió la Comisión Mundial Independiente de los Océanos, la Fundación Portugal-Africa, el Movimiento Europeo, el Comité Promotor del Contrato Mundial del Agua y el Comité de Sabios del Consejo de Europa.

Conocido por su arrojo, no dudó en oponerse públicamente al gobierno socialista de Antonio Guterres (1995-2002) cuando éste apoyó y participó en los ataques al régimen serbio de Slobodan Milosevic en 1999. "No es aceptable bombardear poblaciones civiles en las puertas del siglo XXI, aunque no nos guste su presidente", dijo.

Soares fue también un enemigo abierto del apoyo incondicional a Estados Unidos exhibido por el ex primer ministro conservador (2002-2004) José Manuel Durao Barroso durante la invasión de Irak de 2003, marcando el inicio de su viraje hacia la izquierda desde el socialismo moderado.

En 1999 fue elegido diputado del Parlamento Europeo y en 2006 volvió a presentarse a las elecciones presidenciales en Portugal, aunque perdió frente a Aníbal Cavaco Silva. Padre de dos hijos y abuelo de varios nietos, en 2011 publicó su autobiografía política.

Hasta hace poco escribió agudas columnas para el "Diário de Notícias" y el semanario "Visão", criticando las políticas de austeridad de Bruselas y Lisboa, la creciente desigualdad en Europa y Portugal y el fracaso en la gestión de la crisis de los refugiados. "Por desgracia el mundo cada vez está peor", lamentó hace un año en una de sus columnas.

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