Guantánamo tiene un sombrío futuro con Trump

Internacional
/ 10 enero 2017

Este miércoles se cumplen 15 años desde que el presidente republicano George W. Bush enviara a esta base de la Marina a los primeros 20 presos desde Afganistán.

Unas señales rojas y blancas en el suelo indican el camino para salir de Guantánamo. No lejos las olas llega a la playa. Los presos que pueden abandonar este tristemente célebre centro de detención son entregados aquí a los guardias y otros soldados los llevan al aeródromo de la Marina, donde un aparato los espera.

Durante el último año, 47 hombres han realizado ese recorrido. Hace un par días fueron cuatro. En sus últimos días en el cargo Barack Obama ha dejado entrever más puestas en libertad. En teoría podrían ser 19 internos.

Pero el tiempo apremia y en poco más de una semana Donald Trump asumirá la presidencia. Si por el político republicano fuese ningún interno saldría de allí. Trump es contrario a cerrar este centro en sur de Cuba. Es más, quiere trasladar allí más reos.

De esta forma estaría prolongando uno de los capítulos menos gloriosos de la historia de Estados Unidos. Obama quiso cerrarlo, pero no lo consiguió.

Este miércoles se cumplen 15 años desde que el presidente republicano George W. Bush enviara a esta base de la Marina a los primeros 20 presos desde Afganistán. Apenas habían transcurrido cuatro meses desde los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos y la guerra contra el terrorismo era incipiente. Los primeros presos, de los que se dijo que eran combatientes talibanes o miembros de Al Qaeda, tenían que ir algún sitio.

Existen fotos de este día que han quedado grabadas en la memoria colectiva. Se puede ver a los hombres vestidos con un mono naranja y arrodillados en el suelo, con las manos esposadas a la espalda y la cabeza agachada, rodeados de verjas y alambre de púas.

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Guantánamo se convirtió después en una deshonra para Estados Unidos. Era un espacio sin ley en el que Estados Unidos impuso sus normas. Y allí estuvieron retenidos durante años numerosos inocentes.

Hace tiempo que la maleza ha invadido el camino vallado, los alambres de espino se han oxidado. Guantánamo es diferente a lo que era entonces. Ahora se ha instalado una televisión por satélite, hay una biblioteca y se pueden realizar cursos de pintura y de idiomas. Pero también es verdad que los hombres allí retenidos son los que Estados Unidos no quiere jamás dejar marchar.

Aun cuando el Gobierno saliente pueda lograr dejar en libertad a una parte o a todos los 19 reos, todavía quedarán 36 personas.

 

Contra gran parte de ellos nunca se presentaron cargos. Pero el Gobierno de Estados Unidos no los quiere dejar marchar porque considera que son demasiado peligrosos. Sin embargo las pruebas que tienen en su contra no son suficientes para una acusación, o se obtuvieron bajo tortura. Aunque también se da el caso de que no se puede llevar a cabo un juicio, porque revelaría prácticas sensibles de los servicios secretos. En total 26 hombres figuran en ese grupo de "presos para siempre", "forever prisoner".

Y también están los que han sido acusados ante un tribunal militar. Tres de ellos fueron condenados. Otros siete responden por crímenes de guerra. Entre esos figura Jalid Sheij Mohammed, el presunto cerebro de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Sin embargo los procesos están estancados desde hace años. No hay siquiera una fecha para las vistas. Además, siguen los preparativos preliminares. Abogados y defensores de los derechos humanos lamentan las trabas y la ineficacia.

Obama quiso cerrar todo este sistema, pero al final lo mantuvo. El presidente demócrata culpa al Congreso controlado por los republicanos de ello, pero esa es sólo una parte de historia. La otra tiene que ver con el propio Obama, con su reforma sanitaria, que él quiso aprobar, con la creencia de que un presidente tiene un capital político inagotable. Además dentro de su propia administración había una fuerte resistencia al cierre de la prisión, así como numerosos trámites burocráticos.

 

Y ahora este centro probablemente seguirá existiendo al menos otros cuatro años. Trump tan sólo necesita firmar la correspondiente orden. Hace unos días dejó claro en Twitter que considera a los internos de Guantánamo "personas extremadamente peligrosas". Y su futuro secretario de Defensa, James Mattis, también es de la opinión que no hay que dejar en libertad a esos reos.

Según señaló el abogado Shane Kadidal, del Centro de Derechos Constitucionales (Center for Constitutional Rights), Trump podría revocar el denominado Periodic Review Board, el gremio integrado por representantes de diversos departamentos del Gobierno que deciden si un reo puede salir del centro. "Pero por supuesto (Trump) puede sencillamente no hacer nada", señala Kadidal.

Lo que sí es más cuestionable es que Trump realmente vaya a llevar a nuevos reos al centro. Eso sería una novedad. Desde marzo de 2008 no hubo ningún ingreso nuevo. La resistencia a ello sería demasiado grande, además que se podría recurrir legalmente. También los métodos de tortura como el simulacro de ahogamiento (Waterboarding) es algo que el presidente no podrá recuperar tan fácilmente como él prometió en campaña electoral. Ahora está prohibido por ley.

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