Hagar Peeters: Pablo Neruda fue un hombre hipócrita, extraño y sensible
La poetiza compartió experiencias sobre el Nobel de Literatura
Bogotá, 29 abr (EFE).- En su primera novela la poetisa holandesa Hagar Peeters cuenta la historia de Malva, la hija ocultada por el poeta chileno Pablo Neruda, a quien cataloga como un hombre "hipócrita y extraño, pero también sensible" tras conocer la relación que mantuvo con la niña y las razones por las que nunca la reconoció en público.
"Al escribir esta novela pude conocer a Neruda como un hombre más completo, pues para mí era un héroe perfecto. Ahí comprendí que la humanidad no es así, porque todos somos humanos y tenemos un lado imperfecto", dijo Peeters en una entrevista con Efe en Bogotá, donde participa en la XXX Feria Internacional del Libro (Filbo).
"Malva", narra la historia de la hija que tuvo Neruda (1904-1973) con la holandesa María Antonieta Hagenaar "Maruca" y la única que tuvo en sus 69 años de vida el Nobel de Literatura de 1971.
Nacida en 1934 en Madrid y fallecida en 1942 a causa de una hidrocefalia, Malva Marina fue mantenida en el anonimato por su padre, quien no podía soportar el hecho de tener una hija enferma que dejara su éxito profesional en un segundo plano.
Peeters, nacida en 1972 en Amsterdam, descubrió la historia de Malva durante un viaje a Chile hace 10 años, pues todo el mundo hablaba de ella debido a que, justo un año antes, la tumba de la pequeña había sido encontrada en un pequeño cementerio holandés.
Sin embargo, admitió que casi nadie conoce su historia porque Neruda nunca la reconoció en público ni en su autobiografía debido a la hidrocefalia que la niña padeció en sus ocho años de vida.
"Neruda sabía que criar a un hijo enfermo no era fácil, y además comprendió que Malva le quitaría la atención y respeto que su éxito como poeta le había otorgado", agregó.
Peeters también cuenta que el desprecio que Neruda sentía por la pequeña era tan grande que en las cartas que enviaba a sus amantes existió una en la que describió brevemente a su hija.
"Es un ser extremadamente ridículo, una especie de punto y coma, una vampiresa de tres kilos", señala el pasaje de la carta de Neruda, que evidenciaba la frialdad con la que describía a su hija, cuya enfermedad le hacía gracia en vez de darle lástima.
"La llamaba punto y coma por su hidrocefalia, pues ese signo de puntuación representaba su cabeza y su cuerpo", agregó.
La forma en la que Neruda habló de su hija, inspiró a Peeters para darle al personaje no solo una voz que reprochara el abandono de su padre sino otra que lograra comprender la razón por la que nunca intentó conectarse con ella ni experimentar el cariño que existe entre padres e hijos.
"Para mí era importante crear la voz de un personaje que pudiera entender a su padre y que quisiera saber quién era y lo que pensaba, pero a la vez buscaba resaltar esa rabia que sienten los niños cuando su padre no les presta atención. Esos dos aspectos cumplieron un objetivo claro: darle humanidad a Malva", afirmó Peeters a Efe.
La poetisa confesó que, en un primer momento, quiso escribir la historia de Malva en clave de poesía, pero no funcionó debido a la complejidad del personaje, que le impedía darle una voz autónoma a la pequeña en un género donde "los pensamientos del autor dominan la esencia del texto".
Según relata, logró identificarse con Malva debido a la relación que mantuvo con su padre, el periodista Herman Vuijsje, en sus primeros once años de vida, época en la que este nunca estuvo presente debido a sus viajes por Latinoamérica.
"Durante mi niñez él no estuvo conmigo, pues viajaba mucho para retratar la pobreza en Latinoamérica, cosa que también hacía Neruda. Esa fue la razón por la que lo consideré un héroe: porque quería dar voz a la gente sin voz", subrayó Peeters.
A partir de ese detalle, la poetisa descubrió "la hipocresía" de Neruda, pero también "aprendió a comprenderlo", ya que entendió la dificultad que le supuso tener contacto con la pequeña, pues se iba a morir pronto.
"Fue ahí cuando comprendí que Neruda también era un ser humano, pues descubrí que, al igual que todos, le tenía miedo a relacionarse con alguien moribundo. Ese sentimiento lo dominó por completo y no le dejó relacionarse con su hija como lo hacía con los pobres a los que daba voz en sus poemas", concluyó.
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