Lo femenino de los intercambios

Artes
/ 11 febrero 2020

    Más allá del erotismo como invención humana, en el mundo hay intercambios todo el tiempo. No hay mayor gracia ni mayor abundancia que la dimensión donde la naturaleza se abre y se reproduce mientras se dejan atrás adificaciones.

    Entre árboles y elevaciones, ausentes en la charla los terrores morales sobre los intercambios humanos voluntarios, se diría que la naturaleza ni observa ni juzga; solo contiene. Mientras camino, escucho sobre el dolor de los modelos de convivencia entre géneros. Seguimos en el ascenso y pienso: seríamos como pájaros, mirando solo el colorido o las formas del otro, sin sentenciar. Seríamos como pájaros, insisto; fluir al sentir atracción ya por un plumaje, ya por otro, o bien, por ninguno de los cercanos y volar hasta encontrar el elegido.

    En esta charla no me entero de nada nuevo, es ese río de dolor que fluye desde la antigüedad. En las ciudades sigue el bullicio y el rechazo a lo femenino, siguen las cadenas que garantizan la anulación de la libertad de la otredad (la mujer como construcción cultural y como lo otro). Los modelos de convivencia normados son empujados por las clases dominantes (Estado, Iglesia, sociedad). En estos modelos, se alienta el rechazo a lo que tiene qué ver con lo femenino, tanto en hombres como en mujeres.

    Ya Simone se lo preguntaba en 1949, François Poulan de la Barre en 1676 y Christine de Pizan en 1405; existe la necesidad de la emergencia de la igualdad como categoría que asegurara el ejercicio del ser. Ante esto hay concesiones y luego suelo fangoso, algunas consideraciones adicionales y luego más suelo fangoso.

    La limitación en el ejercicio de la identidad erótica elegida, es la constante a través de la historia. Es el temor ante lo que no encaja en modelos convencionales y seguros; es el terror por la destrucción de lo ya edificado. No hablo de intercambios forzados ni de la violencia en los intercambios, que da para otro texto en donde también se manifiesta una violencia hegemónica; aquí me limito a describir lo que hay y no puede ser negado, pero sí denostado o cubierto.

    ¿Se elige un modo de pensar o ni siquiera nos hemos preguntado por qué pensamos lo que pensamos? Varias veces he escuchado que los hombres homosexuales pueden serlo sin maquillarse o alterar su cuerpo, así sí obtienen la estrella de validación ¿será porque no se nota esa feminidad y pasan sin incomodar al constructo masculino hegemónico?. Igual con lo lésbico, puede serlo si no se muestra tan evidente. ¿Qué idea está en lo profundo de esto que molesta? ¿Será miedo a descubrir un deseo oculto? ¿anhelo de control? ¿miedo porque la familia nuclear desaparezca?

    La familia nuclear prevalecerá, ya no tanto la familia extendida de antaño que unía casas y colaboraciones. Prevalecerá porque es una de las ecuaciones que se ejercen. Lo que es preciso reconocer, para evitar más ríos de violencia y dolor, es lo femenino en tantas mezclas como se manifiesten.

    Como luz ante anulaciones, puyas y ocultamientos, hace unos días, Suiza aprobó -con más del 60 por ciento de votos a favor-, el proyecto de ley que prohíbe la discriminación por motivos de orientación sexual. Y por supuesto que esta ley tiene qué ver con la visibilización de lo femenino. Esperemos reacciones a favor de la diversidad en este país.

     

    claudiadesierto@gmail.com

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