¿Destino final? En esta familia de Coahuila, desde hace tres décadas, mueren atropellados
Esta es la historia de una familia de tan mala suerte, que ha perdido en la carretera, de uno en uno, a seis de sus integrantes atropellados.
Por: Karla Guadarrama
Fotos y video: Luis Salcedo
Edición: Kowanin Silva
Diseño: Edgar de la Garza
La suerte fue echada hace 34 años en ejido Piedra Blanca de Parras, Coahuila. Uno por uno, seis miembros de la familia Puebla, dejaron su último suspiro en la carretera que los conecta con el mundo. Uno por uno, murieron atropellados.
Veladoras se han consumido frente al llanto de sus miembros, el olor a flores de corona todavía se respira en el ambiente y algunas botas se han empolvado con tierra de panteón.
José Puebla, uno de sus muertos lo predijo: Yo creo que todos vamos a acabar así, en la carretera, esa suerte tenemos. Y quizá no estaba equivocado, sobre la vía número 40 han muerto cinco de sus 30 integrantes, en diferente año, en diferente circunstancia.
Un mexicano tiene más probabilidades de morir por una enfermedad en el corazón a ser arrancado de este mundo a causa de un accidente automovilístico. Los Puebla, pertenecen a esa mínima probabilidad, a ese reducido grupo del casi siete por ciento de decesos en carretera y no sólo son parte, sino que en el concreto se han desbaratado sus ilusiones más de una vez y para siempre.
Camiones y tráilers rompen con el silencio del ejido Piedra Blanca. El adobe de las casas protege a las casi cien familias que forman el pueblo en medio del desierto, resguardadas de los animales que brotan del suelo huyendo de la tierra que arde, a salvo de todo menos del miedo que traen los recuerdos.
'Chachín'
Fecha de muerte: 30 de abril de 1981
Causa: Atropellado
Hace 34 años un chofer desató la desgracia en la familia Puebla. La tentación llevó a Constantino de 17 años a subir a un camión estacionado que estaba encendido y con llaves,en la calle Urdiñola. El camión Ruta Águila de Oro avanzó sobre la pendiente y comenzó a tomar velocidad, Constantino pisó el freno pero éste no respondió, giró sobre la siguiente calle fuera de control hasta invadir el carril contrario, chocó el frente de una camioneta pero la marcha continuó.
Constantino intentó enderezar el rumbo hacia la calle Corona, de nueva cuenta giró el volante arrasando con otro carro y descontrolado, subió al camellón hasta derribar un poste de luz que a su vez, cayó sobre un niño de 12 años, matándolo al instante.
Ese niño era José Martínez Puebla, ‘Chachín’ como le decían en el pueblo de Piedra Blanca. Minutos antes, su mamá le había pedido que fuera a pagar la luz pero él no quería ir. Era 30 de abril, día del niño y en su escuela José María Morelos, habían organizado una fiesta para festejar a los alumnos de la colonia Zapalinamé y ‘Chachín’ no llegó.
Mientras el cuerpo del menor era preparado, en el expediente del caso quedaron grabadas las palabras de Constantino: se me hizo fácil. Esa mañana el chofer notó una falla mecánica en el camión, por eso lo llevó hasta la estación de mecánicos de la Ruta, ahí lo dejó en marcha, hasta que lo encontró Constantino.
Hasta Piedra Blanca llegó el cuerpo de ‘Chachín’, la carroza tomó carretera por más de una hora hasta llegar al pueblo. El féretro quedó expuesto dentro de una casa de adobe, los Puebla se reunieron para despedir a su primo durante horas.
Ese día el llanto de la familia se calló al mismo tiempo que la marcha del motor de una camioneta recién llegada, era uno de sus vecinos. Atropellaron al abuelo, dijo.
José Puebla
Fecha de muerte: 1 de mayo de 1981
Causa: atropellado
Don José Patricio Puebla Vázquez tenía 96 años. A su edad, el abuelo tenía mayor de probabilidad de ceder ante las mayores causas de decesos en el país: ataques al corazón, diabetes, tumores o enfermedades cerebrovasculares, pero no. Don José se unió a la misma causa de muerte que Chachín: un accidente.
“Salimos todos corriendo para la carretera” dijo una nieta de Don José. El funeral fue interrumpido por la noticia, por un momento la casa se vació porque todos fueron a buscar al abuelo en la carretera.
Lo primero que se toparon fue un perro, creyeron que se trataba de una mala broma al ver el animal sin vida sobre el camino, pero no. El cristiano que les avisó les aseguró que él había visto un cuerpo y sí. Sobre el kilómetro 102+100 quedó tendido el abuelo.
Don José era callado, se dedicaba a cuidar vacas de un rancho cercano, así lo hizo hasta el último momento de su vida. Nadie supo quién fue el responsable.
Dicen que la mala suerte es el resultado de un suceso poco probable. El patriarca de los Puebla y ‘Chachín’ formaron parte de la cifra de 54 muertos en todo el país durante ese fin de semana. En el puente del 30 de abril al 3 de mayo de 1981, se reportaron 646 accidentes en México y dos miembros de la familia Puebla fueron dos de las víctimas fatales, en diferentes hechos, en diferentes circunstancias. Uno en jueves y otro en viernes. ¿Casualidad o mala suerte? Por lo que sucedió después parece que la suerte de los Puebla está echada.
Manuel Puebla
Fecha de muerte: 28 de agosto de 1994
Causa: atropellado
Manuel Puebla heredó el carácter de su abuelo: enojón y callado. Una de las pocas veces que habló fue para predecir su futuro “Dicen que es mala suerte matar una víbora en viernes” confesó a una de sus hermanas, después de llevarle una víbora de cascabel para que la guisara.
Fueron casi ocho años los que Manuel estuvo sin probar una gota de alcohol. Era velador de una granja cercana. El nieto de Don José Puebla, eligió el 27 de agosto del 94 para acabar con su abstinencia.
A pocos kilómetros de Piedra Blanca, se encuentra el ejido 28 de Agosto, el nombre se debe a la fecha de su fundación.
Juegos de béisbol, carreras de caballo, rodeo y un baile de coronación para la Reina, en medio del desierto se celebra la fiesta del verano. Durante un fin de semana familias se dan cita a cualquier hora del día; pobladores de Piedra Blanca no fallan, menos los Puebla.
Después de entregar la víbora a su hermana, Manuel de 38 años, desapareció. Salió de la casa, algunos dijeron que fue a la fiesta del ejido 28, pero ya no lo volvieron a ver.
“Manuel ya no tomaba, solo ese día tomó para su desgracia” sentenció otra de sus hermanas. El cuerpo de Manuel apareció hasta el sábado a mediodía.
De acuerdo a una mesera del restaurante de la carretera, Manuel se quedó dormido en el portallantas de una pipa, el vehículo arrancó y lo llevó a rastras hasta la carretera: murió atropellado.
La predicción de Manuel se cumplió ante los ojos de la hermana que fue a reconocerlo en medio de la carretera, a unos cuantos kilómetros del mismo camino donde murió su abuelo.
Al funeral de Manuel fue toda la familia y sus nueve hermanos, lo velaron dentro de una casa de adobe.
Camino al panteón, en medio de los abrazos, un hermano de Manuel lanzó una frase que retumbaría en los recuerdos hasta años después. “Pa’ qué lloras mamá, si el que sigue soy yo”, dijo Ricardo a su mamá frente a sus hermanos.
Ricardo Puebla
Fecha de muerte:
28 de octubre de 1996
Causa: Atropellado
En Piedra Blanca lo conocían como ‘Rico’, era todo lo contrario a su hermano Manuel. Alegre, fiestero, bromista y bailador, fue el único de los Puebla en casarse; le gustaban las botas, el sombrero y echar caguama.
Por su trabajo de velador, Rico iba y venía de unas granjas en el kilómetro 100 de la carretera 40, dos kilómetros antes de su pueblo.
El lunes 28 de octubre del 96, Rico anduvo en Piedra Blanca por la tarde, una por una fue visitando las casas de la tierra que lo vio nacer. Repartiendo chistes y arrancando carcajadas; de vuelta a su trabajo un camión de mudanza lo arrancó de su familia.
El final de una historia con muerte en carretera se repitió y de nueva cuenta fue con uno de los Puebla.
Si Ricardo hubiera muerto entre el 2009 y 2013, tendría más posibilidades de ceder ante una muerte insólita. Pudo haber pertenecido al selecto grupo de 192 personas que murieron al caer de su cama ese año.
Incluso, a sus 44 años, una enfermedad tenía 70 oportunidades más de coartar la vida del hermano mayor de los Puebla, en comparacióal .042 de posibilidades de ser arrollado en bicicleta sobre una carretera poco transitada, pero ocurrió.
El camión de mudanza fue vencido por el peso de la carga; el transporte cedió hacia el lado derecho de la carretera, justo por donde Ricardo pedaleaba.
Dos años después de enterrar a Manuel, el luto llegó de nuevo en la familia. Las palabras de Ricardo se convirtieron en presente.
Alrededor de las 4:00 de la mañana llegó la noticia hasta Piedra Blanca, de nuevo todos corrieron a carretera. Los Puebla llegaron al kilómetro 99, amanecieron junto al cuerpo de su hermano. Poco a poco destellos de luz iluminaron la escena pero el ministerio público de Parras de la Fuente se presentó hasta ocho horas después.
En el aire quedó la única declaración de la única persona que vio pasar un camión de mudanza sobre la vía en madrugada. ‘Chachín’, Don José, Manuel y Ricardo, misma historia, mismo desenlace: no hubo justicia.
Margarita Martínez
Fecha de muerte: 2006
Causa: atropellada
Harto del final de su familia, José ‘Zamorita’, el menor de los Puebla sentenció a sus hermanos en medio del funeral de Ricardo. “Yo creo que todos vamos acabar así, en la carretera, esa suerte tenemos” les dijo, pero esta vez falló.
El destino que pintó Zamorita les hizo una jugada. No tuvo la misma voz de profeta que Manuel y menos de Ricardo, con quien compartía la misma sangre ligera, humor, gusto por el baile y el cinturón piteado.
Esta vez el destino llegó en forma de luz durante la madrugada en medio de la misma carretera. Los faros de un tráiler cegaron a quien esperaba cruzar el camino y al chofer de la camioneta que estaba por pasar.
La angustia no dejaba en paz a Margarita Martínez Rivas. La mesera de 1.60 de altura no podía trabajar sin la certeza de que el menor de sus seis hijos se encontrara bien. La incertidumbre por César llevó a Margarita afuera del restaurante, del otro lado de la carretera se apagarían los temores al ver a su hijo dentro de casa.
Después de que el destello de luz encadilara al kilómetro 104 de la carretera, sobre el asfalto quedaron los rizos dorados de ‘Mague’, esposa de Luciano Puebla.
La suerte lanzada por ‘Zamorita’ esquivó la sangre de los Puebla, pero trajo un nuevo dolor en la familia: la muerte de su cuñada.
Meses después del nuevo duelo en Piedra Blanca, una curandera visitó el pueblo. Es raro, la familia no supo explicar de dónde salió la visita, además de que en el ejido se cuentan historias de brujas, pero pocos creen o dicen tener reservas sobre ellas.
Hartas de tanta casualidad en la familia, San Juana y Noris, hijas de ‘Mague’ se acercaron al desconocido para pedir explicaciones acerca del destino de los Puebla.
“Es una cadena, así van a quedar todos, es una cadena de la misma suerte, así va acabar toda la familia” dijo la curandera e incluso sentenció un mal presagio: una nueva muerte está por suceder. ¿Miedo? En Piedra Blanca no creyeron que la suerte había sido echada, pero se anduvieron con cuidado.
José 'Zamorita' Puebla
Fecha de muerte: 28 de agosto de 2016.
Causa: atropellado
Antiguamente la fortuna era considerada la diosa de la suerte. Y a ‘Zamorita’ le llegó, el sábado 28 de agosto de 2016, cuando los meloneros de Piedra Blanca arrasaron en el torneo del ejido 28, ganando dos juegos consecutivos.
Ese día, Francisca Puebla, recibió una llamada por la mañana de su hermano menor. Colgó el celular y caminó entre los marcos de adobe de los cuartos hasta dar con la ropa de su hermano. Tomó la plancha, preparó el pantalón y la camisa de béisbol, las dejó listas sobre la cama.
José ‘Zamorita’ viajó en camión hasta el ejido. Pasó a casa de Francisca, dejó de lado sus botas y se puso el uniforme del equipo. Horas más tarde llamó dando la buena noticia: hermana, ganamos los dos juegos.
– ¿Vas a ir al baile?, preguntó Zamorita.
– Si Andas tomado ya no te vayas, replicó Francisca.
– Allá te veo, colgó su hermano.
Francisca era la encargada de recibir a su hermano cada fin de semana cuando éste dejaba la casa de renta en Saltillo para irse al pueblo en busca de sus dos hijos. ‘Zamorita’ era obrero de una fábrica y el tiempo lo consumía entre semana, prefirió sacrificarse por los suyos quedándose en la ciudad.
Ese fin de semana José ‘Zamorita’ no iba ir a la fiesta del ejido 28, ya le había dicho a sus hermanas que prefería quedarse en Saltillo, pero los meloneros lo convencieron, la pasión por el juego ganó.
Cada fin de semana, Francisca le echaba un ojo a su hermano menor y a sus hijos al cruzar la carretera, la experiencia en la familia la avalaba.
– Sonó el teléfono, era una comadre… luego, luego pensé en él. Dijo Francisca.
Nuevamente los Puebla. Parras de la Fuente, municipio al que pertenece Piedra Blanca, ocupa el séptimo lugar de accidentes en Coahuila. Saltillo, segunda residencia de ‘Zamorita’ y segundo lugar de la lista de accidentes en el estado, representaba mayor peligro para el menor de la familia que su misma tierra natal.
Una gorra y la cajetilla de los cigarros favoritos del jugador, quedaron a pocos metros de distancia, el cuerpo del menor de los Puebla quedó sobre la terracería, a un lado del kilómetro 102+100. El mismo lugar donde murió su abuelo, Don José, 34 años atrás.
Piedra Blanca por sexta ocasión se vistió de luto a causa de un accidente en carretera. Otra vez los Puebla, otra vez un atropellado. Diferentes circunstancias, mismo lugar.
Francisca recibió a su hermano por última vez en su casa. El féretro ocupó el centro de sala. Luciano, el único varón que queda de los hermanos Puebla, llegó para consolar a sus cinco hermanas. Las veladoras se consumieron junto con los rosarios. Jugadores, compañeros del trabajo y pobladores de Piedra Blanca impregnaron las cuatro paredes de adobe con el olor a flores y recuerdos.
Igual que a sus hermanos, amigos de ‘Zamorita’ rociaron una caguama encima de la tumba, una Corona, su favorita y para que no extrañara, le aventaron un guante al melonero.
La tierra de panteón volvió a cubrir el recuerdo de un Puebla. ‘Zamorita’ quedó junto a sus hermanos, a 15 metros de distancia de sus papás pero en la línea que él había pedido para descansar.
La furia que sienten contra Dios por desmoronar a su familia los visita cada noche. Cerillos han caído en pedazos al prender veladoras antes de dormir. El fuego se consume junto con la esperanza de sentir a los hermanos llegar. Cada noche, la realidad apaga la ilusión de verlos con vida, abrazarlos, sentirlos y no dejarlos ir. En cambio, tienen el vacío de la realidad con la que, aunque no quieran, han tenido que acostumbrarse a vivir en duelo por más de 30 años.
El miedo no toma por sorpresa a los sobrevivientes. Francisca abraza la poca fe que le queda para encomendarse cada que pisan carretera, aunque sea en la camioneta. En sus propias palabras lo que les pasa no lo toma como destino, sino como mala suerte.
Una suerte que fue echada en el ejido Piedra Blanca. Se ha llevado a ‘Chachín’, el abuelo, Manuel, Ricardo, Margarita y a José. Pero la familia seguirá como decía ‘Zamorita’: Hasta donde Dios nos deje llegar y si a nosotros nos toca, donde quiera que estemos, nos va a tocar.
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