Fito Páez lucha por la libertad en un cuerpo de mujer
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El músico rosarino usó un fotomontaje de su rostro con el cuerpo de su novia para la portada de su más reciente álbum, “La ciudad liberada”, en momentos de lucha por la igualdad de género.
A Fito Páez el mundo actual le parece ultraconservador, por eso se ha sumado a la lucha por la liberad adoptando un cuerpo de mujer y aventurándose con un disco de 18 canciones.
“Soy un hombre obscenamente libre, siempre hice lo que quise”, dijo el rockero argentino a los medios de comunicación en la Ciudad de México, tras su reciente actuación en el Festival Vive Latino. “Me tienen miedo pero porque soy así desde que soy un chiquito”.
El músico rosarino usó un fotomontaje de su rostro con el cuerpo de su novia para la portada de su más reciente álbum, “La ciudad liberada”, en momentos de lucha por la igualdad de género, los derechos reproductivos y contra la violencia sexual, además de los derechos de la comunidad LGBT.
“Las mujeres especialmente tomaron bandera y van adelante y están generando una revolución muy llamativa en occidente, fuertísima”, dijo Páez. “Estamos en un mundo ultraconservador, me da esa sensación, y todas estas cosas que suceden son los anticuerpos sanos contra ese mundo”.
Señaló que en la música también debe haber un cambio y que se requieren más mujeres como Violeta Parra, Chabuca Granda, Joni Mitchell, Björk y Carole King.
“Estamos esperando con ansias a chicas que nos cacheteen y nos manden a lavar los platos”, dijo el cantautor, quien en “Aleluya al Sol”, la primera canción del álbum, pide que “todos los hombres seamos mujeres al menos un segundo”.
La portada la imaginó con el argentino Alejandro Ros, su diseñador de cabecera.
“Pusimos el cuerpo de mi novia, María Eugenia (Matínez) Kolodziej, con mi cara y me acuerdo que me llamó Charly (García) ... y me dijo ‘Che, qué buenas tetas tenés’”, contó Páez sonriente.
En una época en la que predominan los EPs y los sencillos, no solo apostó por un LP de más de 10 piezas sino que hizo espacio para casi una veintena de canciones. En “La ciudad liberada”, lanzado a finales del año pasado, el rockero de 55 años comparte su visión sobre temas de actualidad a través de piezas como “Se terminó”, que dice “tocan los Rolling en La Habana y la revolución cubana da un giro más hermoso y profundo”.
“La verdad es que fue una obra complejísima de realizar y a la vez fue una de las más divertidas”, dijo Páez. La idea inicial era hacer un disco para piano solo, luego un disco eléctrico; y las nueve canciones iniciales terminaron siendo 18.
“Había más incluso”, señaló. “Se transformó en una obra, para nosotros los que lo realizamos, monumental, una obra épica dentro de la época, una especie de competir con trasatlánticos con un botecito de papel y ganarles”.
México aparece en el álbum, en forma de cebras pintadas de Tijuana, en la canción “Bohemia Internacional”. Las cebras de Tijuana son en realidad burros pintados con rayas, con los que suelen retratarse los turistas.
“Paso mucho tiempo en México”, dijo Páez. “No recuerdo ya la cantidad de cosas que he compuesto acá en México, esa fue una de ellas ‘Bohemia Internacional’. Me acuerdo de otros álbumes, la mitad de ‘Abre’ la compuse aquí en México, algo de ‘Naturaleza sangre’, parte del disco con Joaquín Sabina ‘Enemigos íntimos’”.
Apuntó que en este país se siente “más liviano” que en Argentina porque “en casa me observan mucho y me retan mucho, aquí me consienten mucho más”.
El espíritu de “La ciudad liberada” lo remonta a Néstor Osvaldo Perlongher, poeta y activista gay uruguayo, así como a la Buenos Aires de 1983, año en el que terminó la última dictadura y en el que vio a un amigo suyo vestido de mujer tratando de seducir a un policía uniformado.
“Fue cuando sentí esa sensación de estar en una ciudad liberada”, dijo Páez. “Sobre todo cuando vienes de años aciagos, de años muy cerrados, de represión, de violencia, de muerte, de violencia de estado. Esa sensación no volví a sentirla nunca más”.
Ahora una ciudad liberada sería para Páez una ciudad donde el amor explote en todas las plazas, con sexo desenfrenado.
“Creo que todavía en mí viven utopías y la ciudad liberada es una de ellas”, dijo
Páez se define como alguien “totalmente caótico” que disfruta mucho el desorden: “Me encanta después ir organizando las piezas”. También se califica como un “espectador y opinador de lujo” tras haber sido testigo del proceso creativo de músicos de la talla de Caetano Veloso y Armando Manzanero.
Ha estado “en la primera fila de las grandes invenciones musicales en la música popular americana”, dijo. “Esa situación de privilegio la valoro y la atesoro”.
Sin embargo, espera que pronto llegue una generación que lo desafíe.
“Los jóvenes tienen la obligación de pisarnos la cabeza”, dijo Páez, “así que aquí estamos, esperando a que venga el tren y nos aplasten”.