‘Me siento incómoda al ir a las revisiones ginecológicas’
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ESTIMADA ANA:
Hola, antes que nada quisiera agradecer por el espacio que dedica este periódico a personas que, como yo, tenemos ciertas dudas que difícilmente consultaríamos con un especialista.
Debe haber muchas razones, pero en mi caso y creo que el de muchas mujeres más, no es tanto por la cuestión económica, más bien es por pena a que alguien nos vea. Bueno, más bien es porque Saltillo es un lugar pequeño aún; no me malinterprete por favor, no quiero decir que sea un pueblo, pero lo que sucede es que resulta que si vas con un médico o un especialista clínico resulta que es hijo, hermano o primo de alguien muy conocido.
Si de por sí es difícil para algunos abordar las dudas, por nuestro mismo carácter, pues es doblemente penoso que te topes con alguien conocido del otro lado del escritorio. Además, estás en la sala de espera y resulta que en ese justo momento sucede que muchos conocidos pasan por el lugar.
Mi problema es el siguiente: tengo 67 años, soy madre de familia de cinco, todos mis hijos casados. Me cuesta mucho trabajo hacerme esas revisiones médicas de tipo ginecológico y la exploración y examen del cáncer de mama.
Mi esposo y yo siempre tuvimos problemas y al final terminamos separándonos, desde entonces o me hago tales revisiones. El conflicto viene porque mis tres hijas todo el tiempo insisten en que me quieren llevar con el ginecólogo, y eso a mí no me gusta. Durante mucho tiempo me atendí con una ginecóloga que afortunadamente sabía ya cómo tratarme.Para mi mala fortuna, ella tuvo que irse de la ciudad. Le decía que debido a esto, no hay día en que mis hijas me digan que tengo que ir.
Claro que he puesto de mi parte, incluso me llevaron con una doctora en Monterrey. La experiencia fue muy mala: La señora me empezó a regañar todo el rato; me habló de muy malos modos; incluso me quiso hacer la revisión estando enfrente una asistente de ella, una muchachita veinteañera.
No entiendo cómo una mujer que debería entenderme, en lugar de eso actúa de esa forma. Me fui a media consulta y aunque me contuve mucho, sí le alcancé a decir que no me gustaba su trato. ¿Hice mal en interrumpir mi examen? ¿Debo disculparme con ella?
Sra. Lolita.
ESTIMADA LOLITA:
Creo que lo primero que debe hacer es separar dos aspectos de su problema: el clínico del emocional.
Por supuesto que tiene toda la razón en que si se siente ofendida o incómoda con algo, pues lo manifieste de la mejor manera posible. Nadie tiene derecho de tratarnos mal, sobre todo si nosotros nos conducimos con el respeto.
También es completamente normal su sentir en cuanto al pudor, ese aspecto es una de las partes más íntimas y cada uno de nosotros lo interpreta y siente de manera muy distinta.
Por lo que me dice, al estar separada desde hace muchos años, su individualidad la ha llevado a ser bastante conservadora, por eso es entendible que le sea difícil realizar este tipo de procedimientos médicos.
Sin embargo, y eso nos lleva al otro aspecto, debe aceptar que la preocupación de toda tu familia es legítima. Eso que tú no realizas, esos chequeos, son en muchas ocasiones la diferencia entre la vida y la muerte.
Hay campañas internacionales para que todas las mujeres no sólo lo hagamos, sino que promovamos este tipo de acciones que salvan millones de vidas cada año. Creo que en ese sentido no puede dejar de lado los exámenes médicos, y en su caso la mejor manera es que busque algún doctor o doctora de su agrado.
Terminaría por preguntarle algo: ¿Qué sentiría de saber que la vida de algunas de tus hijas depende de un examen y ella no quiere practicarlo simplemente porque se siente incómoda?
ANA