#MeTooSaltillo: Acoso en Tec Saltillo no es cosa de broma, denuncian
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¿Qué pasa en el Tecnológico de Saltillo?
Han sido unas semanas intensas donde las mujeres han alzado la voz en contra del acoso sexual. Secretos a voces se han puesto en evidencia y los frutos de este movimiento comienzan a cosecharse: ya hay denuncias formales, pedestales que se derrumban y una fuerza invisible, como la de los Jedi, que el sexo femenino ha encontrado en la unión: no somos casos aislados, la mayoría de nosotras hemos sido acosadas o violentadas por alguna figura de autoridad o de poder, y sabemos que si nos apoyamos, tendremos cada vez más confianza para expresarnos.
En Saltillo, la Universidad Autónoma de Coahuila se ha enfrentado a esta realidad, donde las mujeres están denunciando. En las facultades de Jurisprudencia y Psicología ya existen investigaciones formales. Luego surgió el movimiento #MeTooEscritoresMexicanos y otros similares para denunciar los actos de acoso en los gremios periodístico, cultural y académico mexicanos. Estamos viviendo, aunque resulta coincidente porque estamos en marzo, una especie de “primavera mexicana”, el despertar de una conciencia colectiva que grita ¡Ya basta! Basta del acoso y de la violencia sexuales, basta de solapar, encubrir o proteger a profesores, intelectuales, artistas o académicos abusadores.
Esperen, esto suena muy bonito, pero ¿qué pasa en el Tecnológico de Saltillo?
Ayer, el periódico Vanguardia publicó una nota donde una egresada, de forma anónima, revelaba el modus operandi de profesores acosadores en la institución educativa. La información, relevante para que al menos la casa de estudios inicie una indagación al respecto, provocó una sorprendente reacción en la página de Facebook del medio informativo: los comentarios, en su mayoría, fueron de burla.
Sentí como si viajara en el tiempo unos 50 años atrás.
¿Qué nos quieren decir estudiantes y egresados de esa casa de estudios al tomarse a la ligera una acusación tan preocupante? Estamos hablando de una ex alumna que se atrevió a denunciar, a explicar cómo funciona el acoso y el abuso por parte de maestros veteranos en el Tecnológico, y lo que recibe de sus colegas es una tomada de pelo, comentarios mordaces, ofensivos y violentos, y claro, el recuerdo de una porra obscena que suele utilizarse en los juegos de americano de la institución: “Chiches, panochas, fundillo, chiches, panochas, fundillo, arriba el Tec Saltillo”, y que es, además, el comentario con más likes en la publicación. Incluso las mujeres reaccionaron de manera negativa, acusando a las propias alumnas de provocar a los maestros para pasar las materias, diciendo que “ellas eran las ofrecidas”.
Claro que llama la atención. Hemos visto, justo en días recientes, sobre todo en los movimientos #MeToo, cómo mujeres y hombres están brindando apoyo a las víctimas de acoso para que sientan confianza de hablar. Nos ha costado llegar a este punto, romper barreras y estereotipos, luego de que por años se nos hayan acusados de revictimizarnos, de ser escandalosas, incluso ahora mismo se comienza a vencer el prejuicio de lo que los hombres han llamado “cacería de brujas”. Bueno, los comentarios fraternales en la nota de Vanguardia sobre el Tecnológico, como “no estás sola”, “nosotras te creemos” o “hay que denunciar a los agresores”, fueron mínimos. Al contrario, el aura creada en la red social, lo repito, fue de mofa; mofa absurda, pues incluso se burla al reconocer que la violencia sexual y el abuso de poder suceden desde hace décadas dentro de la institución y que los profesores abusadores existen.
Desde que comencé a investigar sobre el acoso lancé la pregunta que, considero, puedo ayudar a cambiar de perspectiva: ¿Por qué seguimos normalizando un comportamiento que NO es normal? Pero este extraño proceder en la red social, que me resultó chocante y retrógrada, me hizo preguntarme, además: ¿Qué hace diferente al Tecnológico de Saltillo de otras instituciones educativas, para que, de los 150 comentarios expresados en el Facebook de Vanguardia, más de un centenar bromeara con la situación de violencia sexual por la que atraviesan las mujeres en dicha institución?
No estoy diciendo, por supuesto, que TODOS los estudiantes y egresados del Tecnológico desestimen el acoso. Conozco profesionistas titulados de esa casa de estudios que son empáticos con lo que ocurre. Sólo digo que, en un muestreo simple y empírico, provoca curiosidad que tantos comentarios hayan sido tan desafortunados y tan poco solidarios con la situación.
Y si en algunos aspectos avanzamos, estas muestras de desinterés nos indican que el camino sigue siendo largo y pesado. Habrá que continuar, ahora no sólo con el apoyo para que las víctimas sientan la confianza de denunciar legalmente, sino con la dignidad y la paciencia para enfrentar a los burlones y brindarles información adecuada; para combatir el machismo que parece que nunca se va; para cambiar conciencias poco a poco, pero sin detenernos y, sobre todo, para educar mejor a nuestras próximas generaciones, que vean el mundo con ojos diferentes. Caray, por eso es una primavera con frío.