Misticismo y tristeza ciñen la obra de Amado Nervo

Vida
/ 27 agosto 2016

Entre sus obras destacan “Ofertorio”, “Los grandes poemas de Serenidad (1912) y “Elevación” (1916), así como “El Bachiller” (1896), “Juana de Asbaje” (1910) y “El estanque de los lotos” (1917), entre otros.

El legado del escritor mexicano Amado Nervo, quien nació el 27 de agosto de 1870, se mantiene vivo a través del Premio Nacional de Poesía y un festival cultural que llevan su nombre.

Dicho certamen, organizado por el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Nayarit, convoca a escritoras y escritores mexicanos y extranjeros residentes en México a inscribir sus obras. El ganador de este año se dará a conocer en noviembre próximo en el marco del festival.

El premio será único y consiste en un estimulo económico de 100 mil pesos, así como la publicación de la obra y un reconocimiento, de acuerdo con las bases de la convocatoria.

De acuerdo con el portal “modernismo98y14.com”, Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz, quien uso el seudónimo de Amado Nervo, nació el 27 de agosto de 1870 en Tepic, Nayarit, en el seno de una familia española.

Tras la muerte de su padre, Nervo fue enviado a estudiar a un Colegio de Padres Romanos en Jacona, Michoacán y, posteriormente, al prestigioso seminario de Zamora donde cursó la preparatoria.

Ahí recibió lecciones de matemáticas, física, y lógica, interesándose por la ciencia y la filosofía, además de una sólida formación literaria y humanística que luego sería evidente en su obra.

Después inició la carrera de Derecho natural, sin embargo, los problemas económicos que atravesaba su familia lo hicieron regresar a Tepic de donde luego partió a Mazatlán.

En esos años, Nervo encontró el sustento en el periodismo, profesión que desarrolló primero en Mazatlán, en “El correo de la tarde”, donde colaboró con traducciones de inglés y francés, escribió crónicas, redactó reportajes, pergeñó reseñas de eventos y editoriales, señala el portal “biografiasyvidas.com”.

Más tarde, en 1894, decidió trasladarse a la Ciudad de México, donde continúo trabajando como periodista y logró abrirse camino en la “Revista Azul”. Posteriormente junto a su amigo Jesús E. Valenzuela (1856-1911) fundó la “Revista Moderna”.

Estas dos publicaciones fueron el resultado de las ansias e impulsos modernistas que aparecieron, en aquella época, en todos los rincones de la Latinoamérica literaria y artística.

En 1900, el diario “El Imparcial” lo envió como corresponsal a la “Exposición Universal de París”, y al ser cautivado por la ciudad francesa decidió residir ahí durante dos años, tiempo en el que entabló una amistad con el gran poeta nicaragüense Rubén Darío (1867-1916).

Además, en París, conoció a Ana Cecilia Luisa Dailliez, con la que compartió más de diez años, y cuyo prematuro fallecimiento fue el doloroso manantial del que emanan los versos de “La amada inmóvil” (1922), Nervo consideraba su obra como parte imprescindible de su más dolorosa intimidad.

De regreso a México ejerció como profesor en la Escuela Nacional Preparatoria y más tarde fue nombrado inspector de enseñanza de la literatura.

En 1906 ingresó al Servicio Diplomático Mexicano, donde le confiaron distintas tareas en Argentina y Uruguay, y finalmente fue designado secretario segundo de la Legación de México en España.

Entre sus obras destacan “Ofertorio”, “Los grandes poemas de Serenidad (1912) y “Elevación” (1916), así como “El Bachiller” (1896), “Juana de Asbaje” (1910) y “El estanque de los lotos” (1917), entre otros.

Tiempo después, en 1918, fue nombrado ministro plenipotenciario en Argentina y Uruguay, último cargo que ocupó, pues un año más tarde, el 24 de mayo de 1919, murió de nefritis crónica en Montevideo, Uruguay.

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