Pemex despide a 9 mil trabajadores, pero contrata más directivos y con mejor salario

Dinero
/ 20 septiembre 2016

En plena terapia de choque para salvar a la empresa estatal, Pemex eleva los suelos de sus ejecutivos

México.- Pérdidas históricas, parones en las refinerías, deudas asfixiantes, recortes del presupuesto, despidos, derrumbe de la producción hasta niveles de los años ochenta y un inevitable rescate por parte del Estado. Pemex está con la soga al cuello, pero el año que viene contratará más directivos y mejor pagados.

Las repetidas llamadas del Gobierno a apretarse el cinturón no afectarán a los altos ejecutivos de la petrolera estatal mexicana. Lastrado por el desplome del precio del crudo y la inestabilidad financiera internacional, México suma tres tijeretazos consecutivos, a cual más profundo, para adelgazar el gasto público. Para el año que viene la tala será de 12.000 millones de dólares, y el principal damnificado vuelve a ser Pemex, hasta no hace tanto, el buque insignia de economía del país. El 42% del ajuste –más de 5.000 millones– recaerá sobre la petrolera, ahogada en unas pérdidas de 36.000 millones solo el año pasado y con una inmensa bola de deuda sobre sus hombros de 160.000 millones.

Pemex ha ido aligerando peso de la plantilla que provenía de subcontratas. Pero el despido de personal propio –más de 125.000 empleados– era hasta ahora un tabú. El proyecto de presupuestos de 2017 prevé una reducción de más de 9.000 trabajadores. El grueso del ajuste se centra en los puestos medios y bajos. En término salariales, la franja afectada se mueve entre los 600 y 6.000 dólares al mes.

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Los puestos ejecutivos –directores, subdirectores y gerentes– ven aumentado sin embargo su número. Hasta 63 gerentes, 26 subdirectores y 10 directores nuevos engordarán la parte alta de la gigantesca pirámide laboral de la empresa.

“Con el barril en mínimos, los problemas financieros, el parón en varias refinerías y la producción registrando un retroceso de más de 20 años, es a todas luces incongruente”, apunta Dante San Pedro, abogado y antiguo funcionario de la Secretaría de Energía. “De hecho, desde que se iniciaron los ajustes, el gasto en directivos ha subido. Porque no es solo el sueldo del ejecutivo, sino de todo su equipo: asesores, secretarios, choferes. El resto de petroleras desde luego no están incrementando su plantilla”, añade. La empresa estatal mexicana tiene, por ejemplo, siete veces más personal que la noruega Statoil.

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En paralelo al aumento de plazas directivas, también se elevan los nuevos salarios, que oscilan desde los 13.500 hasta los 9000 dólares al mes. El resultado final de esta particular rebaja laboral es que la masa salarial –la cantidad a pagar en concepto de nóminas y sueldos– de los altos cargos no disminuye sino que aumenta un 4% con respecto al año pasado.

Los dos recortes sucesivos de la inversión pública en la petrolera tienen como contrapartida la inyección directa de capital por parte del Gobierno, propietario al completo de las acciones pese a la liberalización del sector energético. La recapitalización de Pemex –que a su vez soporta una carga fiscal de cerca del 70%– ya va por más de 4.000 millones de dólares.

El hundimiento del crudo llegó en el peor monumento posible. El efecto llamada hacia inversiones extranjeras de la apertura energética, defendida como la panacea que desataría el potencial perdido de Pemex, se vio además doblemente diluido por el resbalón cambiario del peso.

Pese a mantener a la titularidad pública, la reforma también ha modificado la estructura de la petrolera. Un consejo de administración con menos presencia del Gobierno y una división de sus estructuras en dos nuevas cabezas –exploración y división por un lado, y trasformación, por otro– y cinco filiales que penden de ellas. Unos cambios que buscaban una mayor eficiencia y que paradójicamente son señalados como una de las causas de la proliferación de altos mandos. “Al crear más divisiones se incentiva la creación de muchos puestos ejecutivos. Antes del cambio de estructura no existían tantos directores”, sostiene Dante.

La debacle productiva y financiera costó a comienzos de este año la cabeza de Emilio Lozoya como director general. Su sucesor, José Antonio González Anaya, considerado un mago de las finanzas públicas, tiene el reto de hacer malabares para salvar al transatlántico petrolero de la peor crisis de su historia.

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