Retratos femeninos dieron inmortalidad al japonés Kitagawa Utamaro
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En 1804, en la cúspide de su éxito, tuvo problemas legales por publicar grabados sobre una novela histórica prohibida.
El pintor y grabador japonés Kitagawa Utamaro, uno de los principales representantes del movimiento Ukiyo-e, que dominó el arte de su país entre los siglos XVII al XVII, será recordado este lunes, a 210 años de su muerte, como uno de los artistas asiáticos más valorados en Occidente.
De acuerdo con la crítica especializada, entre sus mejores creaciones está el álbum titulado "Doce vistas de fisonomías de bellas mujeres" (1803).
Un artículo difundido por "lamonomagazine.com" recuerda que las bellezas femeninas de Utamaro, casi siempre de medio busto, fueron las que hicieron inmortal su nombre.
Son representaciones idealizadas, inmateriales, ejecutadas con colores planos y con un dibujo muy expresivo, que han pasado a la historia.
Se sabe que Utamaro nació en 1753, en alguna de las tres más importantes ciudades japonesas (Osaka, Tokio, o Kioto), siendo en la segunda donde hay registro de su formación.
Sus primeros estudios, cuentan, fueron con Toriyama Sekien, artista de la escuela Kano, y que la fama le llegó en 1788, con los álbumes de xilografías "El libro de los insectos" y "El poema de la almohada".
El sitio especializado "Biografiasyvidas.com" acota, empero, que se le valora, sobre todo, por el tipo de estampas más características del estilo ukiyo-e: las que representan escenas de teatro, actores y prostitutas del famoso Yoshiwara, el barrio de placer de Tokio.
De su vida personal, aunque se sabe que se casó y al parecer no tuvo hijos, no hay mayores detalles.
Una biografía difundida por una enciclopedia colaborativa añade que habría sido en 1791 cuando dejó de ilustrar libros para dedicarse de tiempo completo a sus retratos femeninos.
Según esta fuente, en 1804, en la cúspide de su éxito, tuvo problemas legales por publicar grabados sobre una novela histórica prohibida.
Los grabados, titulados "Hideyoshi y sus 5 concubinas", representaban a la esposa del caudillo militar Toyotomi Hideyoshi y sus concubinas; en consecuencia, fue acusado de insultar su dignidad.
La osadía le habría costado pasar 50 días esposado o en prisión, lo que suponen acabó su carrera como artista.
Se dice que murió dos años después, el 31 de octubre de 1806, en Edo, hoy Tokio.