Si una condena política me prohíbe ser candidato, sería un fraude: Lula da Silva

Internacional
/ 16 julio 2020

Un tribunal de Brasil decidirá en los próximos días si ratifica o anula la condena a nueve años de prisión que le impuso un juez por soborno

Luiz Inácio Lula da Silva sube el tono de voz y proclama: “Estoy con la tranquilidad de los inocentes, ellos están con la tranquilidad de los mentirosos. Saben que mintieron. Los que me acusan saben que un día su hijo se va a despertar y a proclamar: ‘Padre, ¿por qué mentiste sobre Lula?”.

En una sala del Instituto Lula en São Paulo, el expresidente de Brasil recibe a un grupo de corresponsales de prensa internacional en vísperas de que, el próximo día 24, tres jueces de Porto Alegre decidan sobre su futuro político y sobre el destino inmediato del país. El tribunal acordará si ratifica o anula la condena a nueve años de prisión que impuso a Lula el juez Sérgio Moro tras considerar probado que el líder del Partido de los Trabajadores (PT) recibió un apartamento en la playa como regalo de una constructora a cambio de contratos públicos. Una decisión contraria a Lula podría acarrear su inhabilitación en un momento en que todas las encuestas le conceden una gran ventaja ante las elecciones del próximo octubre.

Pero el veterano político, de 72 años, dice que va a luchar hasta el final, no solo por llegar a las elecciones, sino para defender su “honor” y conseguir que los que le han acusado “pidan disculpas”. Lula deja entrever que aunque fuese condenado apuraría todos los recursos legales para poder disputar la presidencia del país. E insiste en que las acusaciones contra él no tienen más fundamento que el deseo de una parte del sistema judicial y de grupos de comunicación de apartarle de la política. Lula habla a veces como si ya se sientiese a un paso de su regreso a la presidencia e incluso dice que eso podría facilitar una recuperación de la izquierda en toda América Latina.

Pregunta. ¿Por qué insiste en que la única motivación de este proceso es política?

Respuesta. Todo comenzó con una mentira, una información en el periódico O Globo que decía que ese apartamento era mío. A partir de ahí, la policía, el ministerio público y el juez Moro [principal instructor de la Lava Jato, la gran operación contra la corrupción en Brasil] construyeron una acusación mentirosa. Tal como ha sido todo me hace suponer que estamos ante un proceso más político que jurídico. Cuando el ministerio público presentó la denuncia, mostró a todo Brasil un power point en el que, sin ninguna prueba, se refiere al PT como una organización criminal, diciendo que el PT nació, creció, ganó el Gobierno para robar a Brasil. Ese es el buque nodriza de la denuncia. Y eso tiene un 90% de interés político y un 10% jurídico. Cuando una persona es acusada, espera que se presenten pruebas materiales de que es dueña de un apartamento. Porque yo no puedo ser dueño de nada sin que presenten una documentación con pruebas de pagos, de la adquisición… alguna prueba de que es mío. Si el objetivo es político, si me quieren sacar de una posible disputa, sería hasta prudente presentar la prueba porque yo quedaría totalmente desacreditado ante el pueblo brasileño. Pero nadie ha presentado ese documento y por eso estoy obligado a decir que están mintiendo, y que el proceso tiene un fuerte componente político, a veces hasta con una mezcla de odio.

P. Si fuese condenado, ¿continuaría con su campaña o desistiría?

R. En mi vida no conozco la palabra desistir y no hago uso de ella. Estoy convencido de que el pueblo brasileño sabe que este país puede volver a crecer, crear empleo, salir adelante, de que Brasil puede dejar de ser tratado como si fuese el país del futuro. Hace 500 años que somos el país del futuro. Nosotros probamos en 12 años que el país del futuro ocurrió de verdad. Y vamos a intentar mostrar eso a la sociedad brasileña.

P. Entonces, ¿aunque fuese condenado seguiría luchando hasta el final para llegar a las elecciones?

R. Voy a continuar luchando porque quiero vivir hasta los 120 años... para estar fuerte, bien de salud, de buen humor... El día 24 para mí no es el día D, es el día 24, es un juicio. Tengo otros nueve o diez procesos más. Y en alguno lo que se juzga no es a Lula, es a un gobierno, es la manera en que nosotros tratamos este país. No estoy luchando para ser candidato, estoy luchando para probar mi inocencia. Y no quiero ser candidato para no ser condenado, quiero ser absuelto para ser candidato. Voy a continuar viajando por Brasil, presentando mis pruebas, hablando de política, y si el PT quiere que sea candidato, lo seré. Si la justicia quiere impugnar, es otro problema, habrá procesos, recursos... Pero no dejaré de hablar con el pueblo brasileño, es mi destino.

P. ¿Está de acuerdo con los dirigentes del PT que dicen que las elecciones sin Lula serían un fraude?

R. Ya hubo tantas elecciones sin Lula... El problema no es Lula. El problema es la democracia. Intentar crear un proceso jurídico para evitar que alguien sea candidato es poco democrático. No es el PT el que está diciendo que la elección sin mí es un fraude, es una campaña que implica a varios partidos, a movimientos sociales... Si se prohíbe ser candidato a Lula por una decisión política del poder judicial, se estaría montando un fraude. ¿Por qué Lula está siendo inhabilitado? Si tuviese el 1% en las encuestas, nadie querría inhabilitarme, el pueblo me inhabilitaría. Voy a intentar que el pueblo sea el gran jurado de la democracia en este país. Por eso no puedo desistir. Mi madre decía: “Seguir para adelante siempre, siempre”.

P. ¿No parece que da la imagen de que se siente por encima de la justicia?

R. No, al contrario. Si no creyese en la justicia, no sería demócrata. Pero la justicia debe tener un comportamiento apolítico, actuar por la Constitución, no por la convicción. Porque aquí han inventado la teoria de ‘no tengo pruebas, pero tengo la convicción’.

P. Usted habla de persecución política, pero la derecha también ha sido alcanzada por las investigaciones.

R. Porque su situación era tan clamorosa que no se podía ocultar más. Pero los dos primeros años de la Lava Jato fueron solo el PT. Luego la sociedad brasileña empezó a exigir respuestas. Y, afortunadamente, comenzamos a saber muchas cosas por Internet que la prensa no divulgaba. Llegó un momento en que encontraron dinero en casa de mucha gente, encontraron cuentas bancarias en Suiza. ¿Por qué no encontraron en mi casa? ¿Por qué no encontraron cuentas mías? Hemos llegado a un momento en que no se pueden parar las investigaciones contra la corrupción en Brasil hasta que cambie nuestra cultura. Pero hay que hacerlo con respeto a la Constitución, sin subordinar los juicios a la condena mediática, que es lo que ha ocurrido aquí. La corrupción no es algo brasileño, la hay en EE UU, en Alemania, en Francia… Lo que pasa es que aquí organizamos un carnaval inmenso.

P. En las calles de Brasil se respira mucho odio, también contra usted. ¿De dónde viene eso, de los procesos de corrupción?

R. Nosotros hicimos alguna cosa que creo que acabó creando un cierto odio: la ascensión de una parcela significativa de las personas más pobres. 36 millones de personas salieron de la pobreza, nosotros las transformamos en ciudadanos con derechos que antes no tenían. Todo lo que hasta entonces era exclusivo del 35% de la población pasó a ser de todos. Y creo que esa es la razón por la que una parcela de la sociedad, que no sabe compartir los espacios públicos, que no cree en la democracia ni en la alternancia de poder, creó un odio. Y precisamente voy a ser candidato para deshacer ese odio y devolver al pueblo brasileño un clima de paz.

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