Sobre la crisis de valores en México

Politicón
/ 26 enero 2017
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El estado francamente deplorable en que se encuentra México en varios rubros, particularmente en política y cuestiones sociales, hace que me pregunte –y les pregunte a ustedes–: ¿por qué México vive una crisis de valores?, ¿no es buena la gente de mi País?, y si la gente es esencialmente “buena”, ¿por qué en las calles, escuelas, oficinas y estancias de Gobierno se cometen actos cuestionables y violentos, todos los días? 

Tratemos de ahondar en este tema con la ayuda de dos autores. El primero es un conocido filósofo griego llamado Aristóteles, que nos hablaba no de valores, sino de virtudes. Aristóteles tenía su propia escala, sin embargo, él creía que lo ideal se encontraba no en el tener todo “lo bueno” o lo virtuoso, sino en tener el justo medio o equilibrio perfecto entre lo bueno y lo malo. Sin embargo, nuestra idea de “valores” no viene a ser igual que las virtudes del filósofo griego. Pero más adelante les diré por qué creo que hay una relación entre lo que decía el viejo Ari y lo que nos enseñaban en la primaria. 

El otro señor que invito a la mesa de discusión fue un hombre alemán llamado Max Scheler. Don Max sí que nos hablaba de valores, pero para él los valores se presentan en cada uno como esferas que están en conflicto entre sí. Tenemos valores vitales, religiosos, del agrado y espirituales que se dividen en jurídicos, estéticos e intelectuales.

Ahora bien, ¿de qué me sirve saber lo que es un valor y lo que es una virtud? ¿Con eso basta para saber qué es lo correcto/bueno y actuar de acuerdo a ello?

Cuando me hice esta pregunta me vi transportada a través de mis recuerdos a mi salón de clases de la primaria. En secundaria o preparatoria, la enseñanza no varió demasiado en cuestión de valores. Los valores hay que aprendérselos de memoria los más que podamos: honestidad, respeto, justicia, perseverancia, solidaridad, amor (¡hasta éste salió valor!), amistad, responsabilidad, entre otros. Incansablemente las autoridades repiten que “hay que ser éticos”, que “hay que tener ética” y que hay que “inculcar valores”. El problema es que todas estas autoridades están equivocadas tanto en su concepción de lo que son la ética y los valores, como en su metodología para enseñarnos a ser ciudadanos moralmente conscientes. La ética y la moral como temas y materias teóricas no sirven de nada. Son ejercicios prácticos que nos deben guiar y dar pautas de cómo hacernos preguntas, ponernos dilemas éticos sobre esas dimensiones que abarcan los valores. 

Regresando a las virtudes, si les he dado un lugar aquí cuando hablamos de valores, es precisamente por cómo nos enseñan los valores de forma equivocada cuando somos niños. Nos entregan una estampita colorida que muestra a un niño regresando una billetera perdida y arriba dice “honestidad”. Este es un valor estandarizado, de molde, que tratamos hacer hábito. La palabra moderna para hábito es costumbre. Queremos que los niños de México tengan la costumbre de practicar valores. Y estamos equivocados. Porque los valores no son algo que hacemos, son algo que existe en el interior de nosotros y que nos corresponde por superación del espíritu humano, el ejercicio de escarbar y cuestionar qué es lo que para nosotros es valioso y qué no lo es. Los valores deben ser un ejercicio y una reflexión, no un acto estándar.

Lo único que me resta es invitarlos a que se cuestionen a sí mismos y a que cuestionemos nuestros valores como sociedad. Una persona que hace el ejercicio moral, que hace uso de la reflexión ética es una persona que adquiere firmeza en lo que cree, es menos susceptible a que le impongan valores desde arriba.

También está mejor encaminada para vivir una vida congruente con lo que piensa, porque piensa y reflexiona por sí mismo, para sí mismo y para los demás.

Salvemos a México no una reforma a la vez, sino una mente despierta a la vez.

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Lic. Cecilia G. Martínez Solano
Tecnológico de Monterrey
Escuela de Educación, Humanidades y Ciencias Sociales

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