"Sorolla en París”, las obras del artista vuelven a casa
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La exposición se centra en "los grandes hitos de la carrera internacional de Sorolla" desde su primer viaje a París, que en aquel 1885 era "el centro del mundo" del arte, apunta la comisaria.
La magnífica luminosidad y la viveza de los colores que transpiran las obras de Joaquín Sorolla transmiten una calidez que, en estos fríos y lluviosos días del otoño madrileño, templará el corazón de aquellos que visiten la nueva exposición "Sorolla en París".
"Obras que nunca vinieron o que nacieron aquí vuelven a casa", cuenta a dpa Blanca Pons-Sorolla, bisnieta del pintor español (1863-1923) y comisaria de la exposición, destacando el carácter único de esta muestra alojada en la casa-taller del artista.
Las 66 obras, "seleccionadas por el propio Sorolla para ser presentadas en los grandes certámenes inernacionales" de finales del siglo XIX y principios del XX, muestran su evolución desde las primeras pinturas de carácter social, como "¡Triste Herencia!", hasta sus atrevidos trabajos en los que experimentó con la luz y el color inmortalizando el mar con un estilo único, como es el caso de "El bote blanco".
La exposición se centra en "los grandes hitos de la carrera internacional de Sorolla" desde su primer viaje a París, que en aquel 1885 era "el centro del mundo" del arte, apunta la comisaria.
La capital francesa es de vital importancia en la trayectoria de Sorolla, pues es allí donde tuvo la oportunidad de conocer el trabajo de importantes artistas, como John Singer Sargent -quien tuvo una gran influencia en su trabajo-, y los nuevos estilos como el Impresionismo, y donde "dirigió su carrera", explica Pons-Sorolla.
"Sorolla era mediterráneo puro, pero al mismo tiempo absorbía como una esponja", cuenta su bisnieta al explicar cómo el artista se empapó de las vanguardias en sus visitas a París.
Al principio de la exposición destacan sus retratos, en los que se aprecia una gran influencia de Velázquez, considerado en la época como "el gran antecedente del arte moderno", y que le ayudaron a encumbrarse como uno de los grandes retratistas internacionales.
El pintor siempre buscó el éxito fuera de España, algo que fue alcanzando al participar en importantes certámenes como los de Múnich, Berlín o Viena, entre otros, y donde fue cosechando premios.
Este éxito le permitió relajarse y dejar volar su creatividad, alcanzando en Jávea, en la costa valenciana, su cénit con una serie de imágenes cuyo protagonista es el Mediterráneo y que constituyeron la parte más importante de su primera gran exposición monográfica en la Galería Georges Petit, una de las más importantes de París, en 1906. Allí presentó 300 obras con las que alcanzó uno de los mayores éxitos de su carrera. Parte de ellas, como "Clotilde y Elena en las Rocas", están presentes en esta muestra.
Pons-Sorolla cuenta que un crítico francés diría más tarde: "Ha nacido un gran pintor, desgraciadamente no en Francia". A raíz de aquel momento Sorolla se convierte en un reconocido artista internacional, comienza a exponer en solitario en las galerías de arte más importantes de Europa y americanas y le llueven los encargos.
Finalmente, el visitante podrá deleitarse con alguno de ellos y con exquisitos retratos de su mujer y sus hijas, "que derrochan la distinción cosmopolita" que había alcanzado el artista y en los que se aprecia el disfrute que experimentó al pintarlos, algo que como explica Pons-Sorolla, proporciona a su arte ese carácter "tan natural y tan cercano".