Steve Bannon, el poder oculto en la Oficina Oval
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Bannon, a quien pocas veces se le vio o escuchó durante la campaña de Trump, ahora está presente todo el tiempo.
La gente está empezando a prestarle más atención al hombre que está detrás de la cortina. La extraordinaria influencia de Steve Bannon en la Casa Blanca es visible cuando un hombre que ha hablado tan poco en público en las últimas dos semanas esté recibiendo tanto crédito -y críticas- por lo que está ocurriendo.
Las huellas del ejecutivo de medios de comunicación de tendencia conservadora están en prácticamente todas las medidas significativas tomadas por el mandatario: desde el decreto de Trump para suspender el programa de refugiados de Estados Unidos y bloquear el ingreso de los visitantes de siete países de mayoría musulmana, hasta la nominación del juez Neil Gorsuch a la Corte Suprema.
Trump causó asombro e indignación cuando le dio a Bannon un asiento en el poderoso Consejo de Seguridad Nacional. Bannon, un agitador de cabello tupido ansioso de dejar una huella perdurable en Washington, favorecía fuertemente a Gorsuch, de acuerdo con una persona que habló con él recientemente. Dicha persona declaró a condición de guardar el anonimato para poder referirse a una conversación privada.
Las primeras maniobras de Bannon para consolidar el poder han generado secuelas.
En una llamada telefónica el lunes, John Kelly, secretario de Seguridad Nacional, y Tom Shannon, secretario de Estado interino, le pidieron a la Casa Blanca que delegara la labor de aclarar la confusión generada por la caótica introducción del decreto sobre los inmigrantes, de acuerdo con dos funcionarios federales que hablaron a condición de guardar el anonimato porque no estaban autorizados a declarar públicamente sobre conversaciones internas gubernamentales.
Pero la influencia de Bannon quedó de manifiesto con la llamativa decisión tomada el fin de semana por Trump de agregar su nombre a las filas del Consejo de Seguridad Nacional, que no es típicamente un lugar para asesores políticos.
"Steve es el principal motor ideológico del gobierno. Es el director de ideología y tiene puntos de vista rígidos", dijo Christopher Ruddy, director general de la cadena noticiosa Newsmax y amigo del presidente. "Creo que los une la visión que tienen del mundo".
Bannon, de 64 años, comparte la experiencia de Trump en los negocios y los medios de comunicación, así como su estilo sensacionalista. También es afín a causar agitación y ayudó al multimillonario a aprovechar la ira y la frustración del pueblo para llegar a la Casa Blanca.
Bannon, a quien pocas veces se le vio o escuchó durante la campaña de Trump, ahora está presente todo el tiempo.
Si Trump avanza con rapidez para cambiar el orden establecido, Bannon es el que está fomentando la rebelión.
Si Reince Priebus, el secretario general de la Casa Blanca, está ahí para mantener el orden y el enfoque en lo que se quiere lograr, la presencia de Bannon es para hacer la guerra.
"Él desea ser el intelectual, el estratega que arroja las bombas", dijo Newt Gingrich, expresidente de la Cámara de Representantes y asesor informal de Trump, que ve a Bannon como el aliado perfecto del mandatario en la modificación del status quo. "No quiere ser el tipo que hace que todo funcione eficientemente".
Bannon ha cultivado una imagen casi diabólica en las entrevistas que pocas veces concede, las cuales acaparan titulares en la prensa.
Recientemente le dijo a The New York Times que ve a los medios de comunicación como "el partido opositor", y le recomendó a la prensa que "se callara la boca" después de que ésta subestimó a Trump.
"La oscuridad es buena", declaró a The Hollywood Reporter poco después del triunfo de Trump. "Dick Cheney. Darth Vader. Satán. Eso es poder".
Como el principal estratega y asesor de Trump, Bannon participó en la elaboración del discurso inaugural del presidente y en la selección de su gabinete. Está trayendo asesores del imperio de medios de comunicación Breitbart, donde era el mandamás antes de que Trump lo convocara para que dirigiera su campaña.
La decisión de añadir a Bannon al Consejo de Seguridad Nacional ha generado protestas de los demócratas e incluso de algunos republicanos. Bernie Sanders la consideró "peligrosa y sin precedentes". El senador republicano John McCain dijo que es una "desviación radical" de lo que se hacía en la historia reciente. Robert Reich, exasesor de Clinton, advirtió que Bannon "está loco y es malévolo".
David Bossie, ex subgerente de campaña que le presentó a Bannon a Trump en 2011, dice que ambos se fueron conociendo a medida que Trump se presentó múltiples veces en el programa de radio de Bannon en Breitbart durante los años subsiguientes.
"Creen en los objetivos del otro, y por eso se han vuelto tan cercanos", dice Bossie.
Aun así, son una pareja inusual. Mientras que Trump no es un lector ávido, Bossie describe a Bannon como "un devorador de libros" que siempre está leyendo y hablando sobre historia: la Grecia antigua, la Guerra Civil, la Segunda Guerra Mundial y más.
Bannon asumió el control de Breitbart News después de que la muerte repentina de su fundador en 2012 dejó a la gente preguntándose qué pasaría con ese cibersitio. Para entonces, el exoficial de la Armada de Estados Unidos y graduado en Harvard con una maestría en administración de negocios había dejado atrás a Goldman Sachs y la banca de inversión, aprovechó un acuerdo en el mundo del espectáculo que le dio una participación en las regalías de la serie "Seinfield", fundó un instituto para descubrir la corrupción gubernamental e hizo varias películas, incluidos apologías a Sarah Palin, al movimiento ultraconservador Tea Party y a Ronald Reagan.
Bajo la guía de Bannon, Breitbart creció hasta convertirse en una de las voces más poderosas de la derecha mientras acogía a dirigentes republicanos como Paul Ryan, el presidente de la Cámara de Representantes.
Sin embargo, sus críticos acusaron a Bannon de permitir que el cibersitio se convirtiera en una plataforma de expresión de los supremacistas blancos enarbolados por la llamada "derecha alternativa" —un movimiento nacionalista blanco_, una acusación que Bannon ha refutado.
Sus políticas parecen inclinarse más hacia los puntos de vista europeos de derecha que a la típica agenda de los conservadores estadounidenses. Se ha descrito a sí mismo como un "nacionalista en lo económico" y desde hace tiempo ha sido partidario de cerrar las fronteras de la nación. Estamos en medio de una "guerra total", ha dicho, "entre el fascismo islámico yihadista" y el "Occidente judeo-cristiano".
En la historia de Bannon, los críticos ven más como móvil el interés personal que la devoción a la ideología conservadora.
"Es realmente hábil para congraciarse con gente destacada", dice Ben Shapiro, un exeditor de Breitbart que ahora es un crítico de Bannon. Shapiro señala a Palin, a la exrepresentante por Minnesota Michele Bachmann y a Andrew Breitbart, el fundador del cibersitio, como personajes que captaron la atención de Bannon en el pasado.
Después de que Breitbart falleció, añade Shapiro, Bannon comenzó a utilizar esa página de internet para promocionar a Trump, "y luego pudo valerse de eso para ingresar a los salones del poder".
Otro de sus críticos, Ben Howe, un cineasta y bloguero conservador que alguna vez consideró a Bannon un mentor y amigo, dice que aunque éste cultiva en público una imagen de persona desaliñada y modesta, "para nada es así tras bambalinas", donde habla sin parar y les grita a los que interfieren con él.
Bannon "sólo ve a Trump como un buen vehículo para ingresar al poder, de forma que él pueda lograr sus objetivos", agregó.