¿Trump ya no es Trump?
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El fascismo vuelve a tocar a la puerta en pleno siglo XXI. El tiempo tiene la palabra
Cuando Winston Churchill declaró que "la popularidad de un líder político va en relación directa al grado de estupidez del electorado", sin duda alguna, le asistía la razón. Quien sostenga que Trump es un hombre distinto al de su campaña o a su primer mes en la Casa Blanca, al operar un conjuro que, de golpe, lo convirtió en estadista, se equivoca de punta a punta.
¿El hombre que se dirigió al Congreso de su país el martes pasado es distinto al de los últimos meses? ¿Trump ya no es el mismo que señaló a la mayoría de los medios como enemigos de Estados Unidos? ¿Ya no son unos mentirosos? ¿Ya se olvidó la marcha de protesta de un millón de mujeres en Washington al día siguiente de su toma de posesión? ¿Ya se reconciliaron con él? ¿Trump ya no es Trump? ¿Stephen Bannon, según Bloomberg, el operador político más peligroso de América, ya fue despedido de la Casa Blanca? ¿Bannon, un Ku Klux Klanista camuflado, ya no forma parte del Consejo de seguridad? ¿La CIA y en el FBI ya archivaron los ataques, en donde se les acusaba ineficientes y perversos? ¿Ya se olvidó su gabinete de ultra derecha integrado por multibillonarios, el dinero, requisito para disfrutar de un asiento en el odioso y temerario establishment? ¿Quiénes hablaban del impeachment, del proceso de destitución, ya regresaron sus códigos a sus anaqueles y se fueron a jugar golf para disfrutar el arribo de la primavera? ¿Las mujeres ya no lo etiquetan como misógino, racista y vulgar, como cuando se refirió a sus genitales? ¿Sus vecinos del sur ya lo aceptaron a pesar de su incontrolable violencia y su insistencia en contruir un muro que habremos de pagar los mexicanos? ¿Ya no somos bad hombres y nos reconciliamos todos con todos? ¡Bravo! Los inmigantes ilegales regresaron tranquilos a casa y suspiraron porque había concluido la amenaza de la deportación? ¿Los 75 psiquiatras preocupados por la salud mental del presidente ya descartaron cualquier patología y regresaron satisfechos a sus consultorios? ¿Los latinos ya lo exoneraron cuando dio de baja el link en español de la Casa Blanca? ¿Trump ya no es su peor enemigo?
¿En la OTAN descorcharon champaña después de su discurso en el Congreso o subsisten los resabios y las incertidumbres? ¿Los chinos ya lo adoran y los recibirán con fanfarrias y tapetes rojos como su gran aliado? ¿Sus misteriosas relaciones con Rusia y la injerencia de Putin en el espionaje al partido demócrata ya son cosa del pasado? ¿La negativa a presentar sus declaraciones fiscales ya fue digerida por sus enemigos? ¿Por qué oscura razón las habrá escondido y las esconde? ¿Por sus negocios turbios e inconfesables con los rusos? ¿Trump ya se convirtió en una Carmelita Descalza? ¿Los 100 generales opuestos al gasto irracional y salvaje de 52.000 millones de dólares en armas, en lugar de invertirlos en educación o en modernización industrial, ya se resignaron y regresaron a dar clases a la academias castrenses? ¿El planeta Tierra celebra gozoso que Trump ignore las reglas de la Organización Mundial de Comercio y desate una pavorosa guerra de aranceles para desquiciar el comercio y desestabilizar al mundo con sus tesis comerciales retardatarias, cuya inutilidad ya se comprobó varias veces? ¿Ya no se construirán "campos de concentración" para concentrar a millones de ilegales que pagaron sus impuestos y contribuyeron con el gasto público yanqui? ¿La contracción de empleos industriales es por culpa de los tratados comerciales o de los robots? ¿Ningún argumento cuenta de cara al fascismo?
¿Que le aplaudieron 99 veces a rabiar en el Congreso? A Hitler lo aplaudieron muchos más y con mayor intensidad cuando le declaró la guerra a Estados Unidos el 11 de diciembre de 1941. Trump es Trump, no nos engañemos. En la mañana declara algo, en la tarde se contradice y en la noche niega ambas aseveraciones.
Quien afirme que el martes pasado nació un nuevo líder mundial no tardará en tragarse sus palabras. Poco vivirá quien no lo vea. El fascismo vuelve a tocar a la puerta en pleno siglo XXI. Nunca acabaremos de sorprendernos. El tiempo tiene la palabra...