Un golpe a la vez, la voluntad no conoce límites
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La determinación y la firmeza de carácter son cualidades distintivas de las personas con espíritus indomables
Hace seis años, el 21 de octubre de 2014, bajo el contundente principio “un golpe de remo a la vez, en la dirección correcta”, el mexicano Abraham Levy emprendió una travesía sin precedentes.
La fuerza de voluntad, la determinación y la firmeza de carácter son cualidades distintivas de las personas con espíritus indomables, de esos seres humanos en cuyos vocabularios no existe la palabra “imposible” o “fracaso”.
Incontables testimonios pueblan a México que comprueban lo anterior. Desde la mujer, injustamente abandonada por su marido, que a pesar de ello saca adelante a su familia, hasta la persona “discapacitada” que nos sorprende con su voluntad para triunfar en alguna clase de trabajo, arte o deporte, precisamente en un país donde estas personas son constantemente discriminadas y segregadas.
México está habitado por miles de personas notables, muchos que trabajan en el anonimato, pero no por eso dejan de ser espléndidamente grandes, y otros que son atrapados por las noticias nacionales y entonces sirven de ejemplo a niños y jóvenes, brindándoles esperanzas, posibilidades de llegar a nuevos puertos, invitándolos a comunicarse con un lenguaje propositivamente entusiasta que los inspira a crecer, a potenciar sus cualidades individuales, a ser, a realizar sus más altísimos sueños e ideales. Son estos seres humanos que sus biografías contienen lecciones de vida.
Tal es el caso de Abraham Levy, un “explorador auto impulsado, conferencista y productor”, quien ha desafiado y conquistado los más inauditos retos. (https://www.youtube.com/watch?t=25&v=keX8-sFyVT0).
CAMBIO TOTAL
A la edad de 26 años Abraham vendía celulares de puerta en puerta, pero un buen día se dio cuenta que esa no era su auténtica vocación, entonces decidió dar un giro en su vida para emprender un sueño que desde tiempo atrás se cultivaba en su corazón: “conocer todos los rincones de las costas de México”.
Abraham tuvo el valor de renunciar a todo, se preparó para esta aventura y en 2008, materializó su gran ideal: recorrer 11 mil kilómetros durante trece meses, para convertirse en la primera persona en navegar a lo largo de toda la costa mexicana en un diminuto kayak.
Desde entonces Abraham empezó a crear historias de mar, de inauditas y atrevidas conquistas náuticas basadas exclusivamente en el esfuerzo individual, en la fuerza de los músculos. En el empeño humano.
UN COLÓN MODERNO
Su mirada sin descanso luego se posó en intentar alcanzar un intrépido nuevo desafío: cruzar el Atlántico en solitario exclusivamente a fuerza de remo, con la finalidad de crear consciencia para la conservación del arrecife mesoamericano el cual se encuentra en inminente peligro.
Para ello se preparó física y mentalmente, pues tendría que remar entre 9 y 12 horas al día, además se concentró en resolver desafíos logísticos y técnicos inimaginables, por lo que se dio a la tarea de innovar para diseñar y construir un bote de remo oceánico, totalmente aerodinámico, que tendría que contar con la más avanzada tecnología de navegación y comunicación, adicionalmente debería generar su propia energía eléctrica y ser lo suficientemente ligero para avanzar, estable, seguro y resistente a fin de librar la furia del mar, precisamente, durante el tiempo que duraría la peligrosa travesía.
Esta embarcación, sin motor alguno, también debería cumplir con requerimientos específicos de naturaleza muy compleja: ser un medio de transporte basado en la fuerza del remo y un lugar donde Abraham pudiera alimentarse, dormir y protegerse de las inclemencias del tiempo. Así nació “Cascarita” un pequeñísimo bote de 7 metros de largo (manga) y 1.6 de ancho (eslora) que sería la morada de su aventura.
UNA PECERA
El sábado 14 de marzo de 2015, a la una de la tarde, después de 106 días de abatimiento, atrevimiento y lucha, Abraham llega sano y salvo a puerto mexicano, Cancún, Quintana Roo, se vistió de júbilo ante tan formidable hazaña.
En ese luminoso día Abraham se convirtió en el primer mexicano en cruzar en solitario y en un bote de remo el Atlántico: ¡había recorrido nueve mil kilómetros partiendo de puerto de Palos, España, para hacer la mismísima travesía que, siglos atrás, hicieran Colón y Cortés!
En una entrevista Abraham comentó: “Aún no lo asimilo, me he concentrado en dar un golpe de remo a la vez y nada más, ahora que veo la suma de todos esos golpes de remo, me quedo sin palabras”.
Durante el trayecto Abraham enfrentó formidables vientos que alentaron gigantescas y peligrosas olas las cuales, por momentos, comprometieron la estabilidad de la embarcación: “Fue terrible –comenta Levy– a la mitad de la ruta, en medio del océano Atlántico, en el punto más alejado de otro ser humano”. “Pasé muchísimo miedo, me sentí muy pequeño”. “Aún cuando la embarcación está diseñada para voltearse automáticamente, por unos instantes mi camarote parecía una pecera, estaba abajo del agua”.
POR DESCUBRIR
Existen personas que, entre la multitud, se sienten solas, aisladas, que ante el silencio se conciben atemorizadas y aturdidas, que al mirarse al espejo no soportan lo que ven, que su aburrimiento es cotidiano, probablemente, porque se empeñan en parecer en lugar de ser; o tal vez, porque ignoran que lo que se es, no se puede comprar en escaparate alguno.
Hay seres humanos que no saben mirar al cielo estrellado para ilusionarse, para abrevar entusiasmo, pues en sus corazones no hay cabida a la esperanza. Esto debido, tal vez, a esa frenética obstinación, convocada por el mundo materialista e inhumano, de buscar afuera lo que desde siempre habita en el fondo del alma humana y hoy, ante la pandemia, es algo que muchos hemos podido descubrir.
FELIZ CONSIGO MISMO
Abraham deja también una invaluable lección humana de su aparente soledad marítima: “me caigo bien, puedo reírme, cantar, pensar, sin que ninguna otra cosa distraiga mis pensamientos. Vivimos en una época en la que estamos saturados de mercadotecnia y todo nos quiere vender algo; allá adentro, la naturaleza no tiene ningún interés por vender algo”.
Tal vez, por esta imponente actitud, por tener un proyecto de vida clarísimo, por saber lo que deseaba, por comprender su propia naturaleza y saber el destino del arribo, por ser auténticamente libre, Levy jamás tuvo conflicto para lidiar con la soledad a la que estuvo sometido durante tanto tiempo en medio de la inmensidad del mar.
En este sentido, razón tiene Martín Descalzo al afirmar: “Pero creo también (…) que el elemento base de toda vida es la libertad y que el resultado de una vida depende salvo excepciones y sobre todo, del componente de voluntad y de coraje que en ella se pone”.
SUEÑO…
El testimonio de Abraham al mundo es contundente: la voluntad humana no conoce límites, cuando se quiere y se entrena apropiadamente no hay frontera alguna que no se pueda conquistar, siendo la perseverancia la que permite mirar para adelante, hacia el lejano horizonte, nunca para atrás, jamás al pasado.
Su ejemplo es universal: Una inquebrantable tenacidad es lo requerido para remar contra cualquier obstáculo, para llegar a inéditos puertos.
El mismo Abraham lo expresa: “Sueño un mundo en el que todos utilicemos esa voluntad para enaltecer a la humanidad, en vez de esclavizarla en el consumismo absurdo y dar el poder a unos cuantos. El ser humano podría llegar a hacer algo estupendo porque tenemos una capacidad impresionante. Basta con ver nuestro alrededor, ver la naturaleza, toda esa armonía, esa perfección que existe, los seres humanos formamos parte de todo eso nada más que nos hemos desviado un poquito”.
POR ESO…
Abraham siempre llevó una silenciosa acompañante, una incomparable fuente de inspiración que le brindó energía y sustento para salir triunfante en la inimaginable odisea: la ondeante bandera mexicana. El verde, blanco y rojo, así como la combativa e imbatible águila azteca, fueron mudos testigos de la voluntad, tenacidad y valor de uno de sus hijos más tenaces.
Esta indestructible determinación es la que distingue a infinidad de jóvenes mexicanos. Ellos saben que para alcanzar sus ideales requieren sólo una remada a la vez, son los que comprenden que no tienen tiempo para desperdiciar ni perder. De ello estoy convencido… Por eso: “un golpe a la vez”.(https://www.youtube.com/watch?v=OjPyrMGhDsc)
Programa Emprendedor Tec de Monterrey Campus Saltillo
cgutierrez@tec.mx