Calle Pérez Treviño en Saltillo, atrapada en el tiempo entre máquinas de coser y el bar Concordia
Antes se llamaba Venustiano Carranza y tenía la mercería “Pedro G. González”, aunque los saltillenses todavía pueden atestiguar simbolismos tangentes de su historia como los letreros que parecen congelados en el tiempo
La calle de Manuel Pérez Treviño en el pleno Centro Histórico de Saltillo, aún conserva ciertos elementos que dan vestigio de lo que fue su pasado.
En su cruce con la calle Ignacio Zaragoza, sobre uno de los edificios de la acera sur, se mantiene un letrero antiguo con la leyenda “V. Carranza”, antiguo nombre de la vialidad.
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Además, en su cruce con Miguel Hidalgo, hace falta detenerse y voltear en sentido contrario al sentido de los automóviles para mirar el letrero de “Pedro González”, donde se ubicaba “la tienda de las mil cosas”.
Fue Pedro G. González Villarreal quien en 1942 movió su mercería al local para que a la postre se convirtiera en la miscelánea más grande e importante de la zona.
Su hijo y homónimo pero de segundo apellido de la Garza, narró en su libro “A más de 100 años de Pedro G. González” la forma en que sus padres adquirieron el inmueble.
“Mi padre y mi madre estaban ya cansados de pagar renta por más de 23 años; dialogaron entre ellos y se propusieron comprar una propiedad, tuvieron la suerte de hallarla a la vuelta de la esquina en las calles Hidalgo y Venustiano Carranza (hoy Manuel Pérez Treviño).
Se trataba de una casona del tiempo de don Miguel Hidalgo, hablaron con su dueño el señor Del Valle, y la compraron en $15,000.00, $5,000.00 de enganche y el resto en pagos a largo plazo
“Mis padres con mucho entusiasmo le pidieron a un vecino arquitecto que hiciera las modificaciones necesarias para que en esa esquina quedara la mercería. El arquitecto sustituyó el techo de vigas por uno de cemento, los ladrillos de barro por ladrillos de pasta se colocaron en el piso, sus puertas se transformaron en aparadores, al frente un ochavo para facilitar la vialidad y un mesanín de madera con ventilas en la parte superior, un baño y una bodega con puerta a la calle, se colocó un anuncio en la parte superior de la fachada con el nombre de la mercería “Pedro G. González”, de seis metros de largo, todo en letras de caja de metal con neón rojo en su interior”.
La mercería tuvo suficiente espacio para exhibir todos los artículos, incluyendo la venta de discos de melodías de cantantes de esa época, se ofrecían también armas y cartuchos, permitidos por la Defensa Nacional e instrumentos de música y sus accesorios.
Hoy y desde hace más de 10 años, el local lo ocupa un consultorio dental. No obstante, al lado de ese local, sobre la calle de Pérez Treviño sus descendientes mantienen un negocio de reparación de máquinas de coser.
La familia González permitió a VANGUARDIA ingresar a las historias de la familia y mencionó que pronto, justo en frente del actual establecimiento, se expandirá para continuar con el negocio de las máquinas de escribir.
En el mismo cruce pero en la acera de enfrente, se mantiene un edificio de ventanales grandes que hasta 2011 permaneció como sede de oficinas del gobierno estatal.
No obstante, desde entonces permanece en desuso y el letrero de la inmobiliaria que lo renta se pierde entre la extensa cantidad de grafitis que han tomado al inmueble, con el paso de los años, como galería no oficial de arte y expresiones urbanas.
Poco más adelante, se encuentra el Bar Concordia, que de acuerdo a reportes periodísticos locales y a empleados del 2008, abrió entre hace 90 y 100 años.
A principios de 2023, el cierre de otro negocio fue la victoria simbólica del Concordia. Se dice que por años, una famosa tienda departamental que se colocó a un lado, con la entrada en la esquina de Pérez Treviño y Allende, intentó comprar al bar.
Sin embargo los propietarios se rehusaron por años y la famosa tienda regiomontana dio por clausuradas todas sus sucursales en el país, incluyendo la del centro de Saltillo y la del centro de Monterrey, en el cruce de las avenidas Colón y Pino Suárez.
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