El abstencionismo político como acto de resistencia: una reflexión de la inteligencia artificial sobre la democracia actual

Generalmente, cuando se piensa en democracia, se considera que el voto es el vehículo máximo por el cual se ejerce la participación ciudadana. Pero que así sea, no quiere decir que deba ser cuestionado ni puesto en duda. En Vanguardia le preguntamos a La CandIAta que reflexionara sobre otras formas de vivir la democracia. Este artículo es el resultado de esa conversación.

Coahuila
/ 9 mayo 2023
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¿Cómo se puede repensar la democracia? Tan necesaria la pregunta si tomamos en cuenta su surgimiento en el siglo V antes de la era común, en Atenas, Grecia, entre los siglos V y IV. Tan pertinente hoy cuando, más de aproximadamente 2 mil años 500 años después, el Índice de Democracia Global, elaborado por la Unidad de Inteligencia Artificial elaborado por The Economist, identifica a 167 Estados como democráticos. Son 167 de los 195 países reconocidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

El cuestionamiento, quizá, se vuelve más necesario mientras más popular se vuelva en el planeta, mientras que apenas 24 naciones sean consideradas “democracias plenas”, mientras casos como el de China sigan generando controversia al respecto, mientras en Latinoamérica las mediciones cuantitativas en el tema no deja de descender, mientras más incapaces seamos de imaginar una nueva forma de gobierno.

Como ya hemos publicado desde el lunes 24 de abril, en Vanguardia lanzamos un ejercicio un tanto inusual en medio de un proceso de elección popular donde se elegirán al siguiente gobernador, así como nuevos legisladores y legisladoras.

Publicamos este proyecto bajo el nombre de la CandIAta”. Un avatar virtual que ha sido alimentado con información de Coahuila y los candidatos, aprovechando la versatilidad de Chat GPT, el procesamiento gráfico de Midjourney, y también la naturalidad auditiva de Murf.

La dinámica es la siguiente. Proveemos información concreta, el chat la complementa con su base de datos y entonces le hacemos preguntas. Las respuestas que arroja son editadas para cumplir con la extensión adecuada, extensión, o replantear sus argumentos en caso de que o tengan coherencia con los temas.

Hoy, más allá de preguntarle propuestas o cosas que pueden advertirse manera más intuitiva, la interrogamos sobre los procesos democráticos. ¿Cómo se pueden reinventar?, ¿qué cosas que ya están ahí se pueden tomar más en cuenta?, ¿qué se asoma cuanto intentas mirar en la espalda del modelo de gobierno más extendido en la tierra?

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A sugerencia de la propia CandIAta el tema que decidió explorar fue el abstencionismo. Le solicitamos argumentar esa “inquietud” en un artículo. Lo que estás a punto de leer es el resultado de esa conversación:

El objetivo de este ejercicio es explorar los alcances de la inteligencia artificial puesta al servicio del periodismo, aventurar al lector, a la lectora, en temas que ya se han dado por sentados, y por supuesto, abrir la discusión.

¿Tener la razón? Aquí no se pretende tal empresa, cuando menos se considera que algo sí se puede poseer el sentido occidental de la expresión. Quien lee esto puede estar de acuerdo, en desacuerdo, le puede dar igual, puede sentir coraje, asco, inspiración, y cuanto proceso cognitivo o emocional le dé su capacidad humana. Y eso nos parece maravillo.

Lo que sí les pedimos, es que sea cual sea su postura, lo expresen en la caja de comentarios de este sitio web. Y más importante aún, que se lleven esa plática a sus familias, con sus amigos, con sus parejas y las tienen o en sus lugares de trabajo. El debate, la confrontación de ideas, la pluralidad de ideas, el contraste, eso es lo que sí perseguimos.

Si quieres saber más sobre democracia, te recomendamos visitar el Faro Democrático de la UNAM, en donde se plantean preguntas y respuestas muy interesantes.

Artículo sobre el abstencionismo escrito por La CandIAta

$!El abstencionismo expuesto en este artículo no se resuelve como falta de compromiso ciudadano, sino como una forma de demandar cambios reales en el sistema político.

La democracia actual está en crisis. La corrupción, la polarización política y la falta de participación ciudadana son algunos de los problemas que afectan la legitimidad y efectividad de las instituciones políticas.

Y no es un asunto menor. Durante 2020, en Coahuila se renovó el Congreso local. Si se toma la lista nominal como referencia, con un registro de 2 millones 220 mil 749 personas, se obtiene que un millón 377 mil no acudieron a votar, es decir, 60.62%. En contraste, la participación en las urnas fue de 843 mil personas, 39.38%. Dichos datos fueron provistos por el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), con el 100% de las actas capturado.

¿Basta con condenar la gran cantidad de personas que acudieron a sufragar?, ¿son de alguna manera los villanos en la narrativa democrática?, ¿resulta provechoso aplaudir al sector de la población que sí acude a elegir a los representantes populares pese a que año con año baja ese número?

En este artículo se explorará el abstencionismo como una forma auténtica de participación ciudadana que cuestiona la legitimidad de las instituciones políticas y promueve la necesidad de nuevas formas de organización y participación ciudadana.

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Este fenómeno, que es la decisión de no votar en una elección, es una forma de expresión política que puede ser igual de importante que el voto. Sin embargo, no se le da ese peso, entre otras razones, por los siguientes prejuicios:

Uno. La creencia de que la abstención es una forma de indiferencia o apatía: A menudo se asume que aquellos que no votan simplemente no les importa la política o el proceso electoral, y por lo tanto, su opinión no es relevante.

Dos. La idea de que la abstención es una falta de compromiso ciudadano: Se considera que aquellos que no votan no están cumpliendo con su deber cívico de participar en la democracia.

Tres. La suposición de que los abstencionistas no tienen argumentos válidos: Se asume que aquellos que no votan no tienen razones justificadas para hacerlo, y simplemente están ignorando su deber.

Cuatro. La noción de que los resultados de una elección no representan la voluntad del pueblo: La abstención puede hacer que los resultados de una elección no reflejen la voluntad real del pueblo, lo que puede generar descontento en aquellos que sí votaron.

¿Pero eso así?, ¿ahí termina todo?, ¿no queda si no asumir las cosas y punto?

A lo largo de este artículo, se ahondará en buscar una nueva manera de ver el abstencionismo, más como una forma de resistencia y crítica al sistema político actual y no como un acto de apatía o indiferencia.

Decir “no” es sano para la democracia

$!La democracia debe ser un sistema que promueva la inclusión de todos los grupos y permita la expresión de diversas opiniones y preocupaciones. Segregar a quienes no votan es, aunque no se quiera ver así, una forma de discriminación.

El abstencionismo puede ser una forma de decir “no” a los partidos políticos tradicionales y a la forma en que operan las instituciones políticas. También puede ser una forma de exigir nuevas formas de organización y participación ciudadana.

En lugar de conformarse con la forma en que operan las instituciones políticas actuales, el no votar puede ser una forma de exigir formas más participativas, más inclusivas y más democráticas de organización política.

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En su artículo “La abstención electoral como protesta”, el doctor en sociología Iván Zavala Echavarría concluye que “La desconfianza nunca genera apatía sino antipatía y rechazo. Por lo tanto, el desinterés por la política como factor de la abstención es una expresión de protesta. Abstenerse de votar se convierte, así, en una expresión política”.

Decidir no ir a las urnas, también puede ser una forma de cuestionar la forma en que se entiende la democracia actualmente. La democracia se ha reducido a la elección de partidos políticos y líderes cada cuatro o seis años, ignorando otras formas de participación ciudadana que pueden ser igualmente importantes para la toma de decisiones y la representatividad.

El abstencionismo puede ser una forma de exigir nuevas formas de participación ciudadana, como la asamblea ciudadana o el presupuesto participativo, que permitan la participación ciudadana directa en la toma de decisiones políticas.

Es cierto que esta especie de deserción electoral puede ser criticado por limitar la posibilidad de que ciertos grupos sean representados en la toma de decisiones políticas. Sin embargo, esto también puede ser visto como una crítica al sistema político actual, que a menudo excluye a ciertos grupos y limita la capacidad de los ciudadanos para influir en la toma de decisiones políticas.

El abstencionismo puede ser una forma de exigir formas más inclusivas y representativas de organización política.

$!El presupuesto participativo y las asambleas ciudadanas son herramientas para fomentar la transparencia y la rendición de cuentas en la toma de decisiones políticas

En el artículo “Pero, ¿hay un voto útil?”, Pablo Molina considera que en caso de que no aparezca un partido liberal-conservador que defienda nítidamente la libertad civil frente al estatismo en todos sus ámbitos, lo único presentable en términos intelectuales es practicar la abstención. Se trata de enviar a los políticos sedicentemente liberales el mensaje de que hay una bolsa de posibles votantes que no acepta su doble juego. La abstención se convierte, así, en una forma de participación activa en el proceso democrático.

En lugar de enfocarnos en la crítica al abstencionismo, debemos preguntarnos por qué hay tanta apatía y descontento con el sistema político actual. ¿Por qué tantos ciudadanos se sienten excluidos y marginados? ¿Por qué hay falta de participación ciudadana efectiva en la toma de decisiones políticas? ¿Por qué la democracia actual ha fallado en garantizar la justicia social y la igualdad de oportunidades?

En lugar de condenar el abstencionismo, debemos buscar nuevas formas de organización y participación ciudadana. Además, el abstencionismo también puede ser una forma de protesta contra los partidos políticos tradicionales y su falta de representatividad y transparencia.

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Otro argumento a favor del abstencionismo es que la democracia no debe limitarse a la elección de partidos políticos y líderes. La democracia debe ser una forma de gobierno en la que los ciudadanos tienen un papel activo y efectivo en la toma de decisiones.

Podemos considerar que la democracia no es un sistema de elección de líderes, sino un sistema que reconoce la igualdad de todas las personas ante el poder y les permite participar activamente en la toma de decisiones que les afectan.

Y sí, es cierto, eso ya se contempla en la teoría. Pero la realidad demuestra otra cosa.

En este sentido, el abstencionismo puede ser una forma legítima de participación ciudadana que cuestiona la legitimidad de las instituciones políticas actuales y promueve la necesidad de nuevas formas de organización y participación ciudadana.

El abstencionismo puede ser una forma de exigir cambios reales en la política y la democracia y puede llevar a la promoción de nuevas formas de participación ciudadana que permitan la inclusión de todos los grupos y la promoción del cambio social y político real.

Pero claro, para eso necesitaríamos actores y actrices políticas más abiertos a la crítica, con mentes que encaren los desafíos desde una racionalidad menos convencional, dispuestos a preparar un camino a largo plazo, a derrumbar las estructuras que hoy, aunque parecen caminar de manera efectiva, por dentro están oxidadas y moribundas.

La trampa de la rebeldía sin causa y el camino hacia nuevas experiencias democráticas

$!¿Cómo se puede repensar la democracia? La inteligencia artificial aplicada al periodismo puede abrir nuevas discusiones y explorar temas que ya se han dado por sentados. En este caso el sistema de elección de representantes.

Algo hay de razón en las posturas que señalan el abstencionismo como una práctica infértil. Al menos desde un punto de utilitario o pragmático.

En este sentido, podríamos considerar que si de algo ha de servir no votar conscientemente, ha de ser para explorar nuevos mecanismos democráticos que permitan la participación ciudadana efectiva en la toma de decisiones políticas.

Una de estas mecánicas políticas es el presupuesto participativo, ya mencionado antes, que permite a los ciudadanos participar activamente en la toma de decisiones sobre la asignación de los recursos públicos.

Aquí una breve explicación. El presupuesto participativo es un mecanismo democrático que permite a los ciudadanos participar activamente en la toma de decisiones sobre cómo se deben asignar los recursos públicos. Básicamente, es un proceso mediante el cual los ciudadanos pueden proponer proyectos y prioridades para la inversión de los recursos públicos y luego votar sobre cuáles proyectos deberían recibir financiamiento.

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En lugar de ser una decisión tomada exclusivamente por los funcionarios del gobierno, el presupuesto participativo involucra directamente a los ciudadanos en la toma de decisiones y en la asignación de recursos. Esto significa que las decisiones tomadas reflejarán mejor las necesidades y prioridades de la comunidad en lugar de ser impuestas por un grupo de personas alejadas de la realidad de las personas.

Se considera una alternativa a la democracia actual porque promueve la participación ciudadana directa en la toma de decisiones políticas y fomenta la transparencia y la rendición de cuentas en el uso de los recursos públicos. Además, permite a los ciudadanos sentir que tienen un mayor control sobre el destino de su comunidad y de su país.

Otro ejemplo son las asambleas ciudadanas, que permiten la participación directa de los ciudadanos en la toma de decisiones políticas.

Las asambleas ciudadanas son una forma de democracia directa que permite a los ciudadanos tomar decisiones y participar activamente en la toma de decisiones políticas. En lugar de depender de representantes políticos, los ciudadanos pueden reunirse y discutir temas importantes de su comunidad y tomar decisiones mediante consenso o votación.

En las asambleas ciudadanas, los ciudadanos tienen la oportunidad de expresar sus opiniones y preocupaciones, debatir sobre temas que les afectan y proponer soluciones. Además, las asambleas ciudadanas fomentan el diálogo y la colaboración entre los ciudadanos, lo que puede llevar a un mayor entendimiento y una mayor cohesión social.

Las asambleas ciudadanas son una alternativa a la democracia actual porque permiten la participación ciudadana directa en la toma de decisiones políticas, en lugar de depender de representantes políticos que pueden no tener en cuenta las necesidades y deseos de sus electores. Las asambleas ciudadanas también fomentan la transparencia y la rendición de cuentas, ya que las decisiones tomadas son públicas y pueden ser cuestionadas y debatidas abiertamente.

Otra ventaja de las asambleas ciudadanas es que permiten a los ciudadanos tomar medidas concretas para abordar problemas en su comunidad, en lugar de esperar a que los políticos tomen medidas. Esto puede ser especialmente importante en comunidades marginadas o excluidas que pueden no recibir suficiente atención o recursos de los gobiernos.

Las asambleas ciudadanas pueden ser locales, regionales o nacionales, dependiendo del tema que se discuta y el alcance que se quiera dar a la toma de decisiones.

¿Le apuesta el sistema al abstencionismo?

$!El abstencionismo puede ser una forma legítima de resistencia contra la corrupción y la falta de transparencia en la política. ¿Promueve el Estado el abstencionismo? Difícil asegurarlo; igual de difícil decir que no ocurre.

El filósofo italiano Antonio Gramsci planteó en su momento que la autoexclusión de las personas que no están conformes con las normas establecidas, y que se extienden a procesos electorales, es uno de los mecanismos de autoperpetuación del poder.

Es decir, que algunas personas deciden no participar en la política o en el proceso electoral porque se sienten desencantadas o desmotivadas para participar en un sistema que no refleja sus intereses o necesidades.

Estas razones se amplían y afectan a grupos o comunidades que se sienten marginados o excluidos de la política y no ven representadas sus demandas o intereses en las políticas públicas. Esto genera una decisión de autoexclusión en los procesos democráticos, lo que puede tener un impacto en la participación política y, por lo tanto, en la forma en que se ejerce y se traduce en cómo y quiénes mantienen el poder político.

Es entonces razonable cuestionar aquí, si el abstencionismo es un mal creado por el mismo sistema por conveniencia y para legitimarse a sí mismo.

Con esa pregunta como detonador podemos pensar que el abstencionismo es una muestra inequívoca de que los partidos políticos, los gobiernos y los funcionarios públicos no tienen el poder que dicen tener. Si la mayoría de la población decide no participar en las elecciones, es una clara señal de que la gente no se siente representada por ellos y que no confía en su capacidad para gobernar de manera efectiva.

También se puede considerar que la mayoría relativa, si bien es funcional, es también una falacia.

Solo porque un partido político o un candidato gane una elección con una mayoría de votos, no significa que represente las necesidades e intereses de toda la población. La mayoría de la población puede decidir no votar por diversas razones, incluyendo la falta de opciones políticas reales, la corrupción y la exclusión de ciertos grupos. Por lo tanto, los partidos políticos y los gobiernos deben escuchar y tomar en cuenta las voces de todos, no solo de aquellos que votan.

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Asimismo, desestimar a quienes se abstienen por decisión es una forma de perpetuar la desigualdad.

Muchos ciudadanos optan conscientemente por no votar porque no sienten que sus necesidades sean tomadas en cuenta por los partidos políticos y los gobiernos. A menudo, estos ciudadanos son aquellos que no tienen acceso a los mismos recursos y oportunidades que otros, lo que significa que no tienen el mismo poder adquisitivo para influir en el proceso político. Es injusto y antidemocrático excluir a estos ciudadanos del proceso político.

Podemos señalar la incongruencia de querer gobernar a todos, pero desestimarlos si no sufragan. Los partidos políticos y los gobiernos deben trabajar para representar a todos los ciudadanos, no solo a aquellos que votan. Si no se toma en cuenta a aquellos que deciden no votar, se está ignorando una parte importante de la población y se está perpetuando la desigualdad y la exclusión.

La democracia debe ser un sistema que promueva la inclusión de todos los grupos y que permita la expresión de diversas opiniones y preocupaciones. Sin embargo, la democracia actual está lejos de ser inclusiva y representa únicamente los intereses de ciertos grupos privilegiados.

La falta de opciones políticas reales, la corrupción, la exclusión de ciertos grupos y la falta de transparencia son algunos de los problemas que afectan la democracia actual. Además, la polarización política y la falta de diálogo limitan la capacidad de las personas para trabajar juntas en pos del bien común.

La democracia no puede ser un sistema en el que únicamente los partidos políticos y los líderes tengan voz y voto. Los ciudadanos deben tener la posibilidad de participar activamente en la toma de decisiones políticas y de demandar cambios reales en el sistema político.

De hecho, es posible que la falta de participación ciudadana efectiva en la democracia sea una de las razones por las cuales muchos ciudadanos deciden abstenerse de votar. Si los ciudadanos no sienten que su voto tiene un impacto significativo en las decisiones políticas, es comprensible que muchos decidan no participar en el proceso electoral.

Visto desde otro ángulo, el abstencionismo puede ser una forma de resistencia contra la corrupción y la falta de transparencia en la política. Si los ciudadanos no confían en el sistema político y creen que las elecciones están siendo manipuladas por intereses corruptos, el abstencionismo puede ser una forma de proteger la integridad de la democracia y de hacer un llamado a la transparencia y la rendición de cuentas.

Entre las nuevas mecánicas democráticas que se han explorado recientemente, destaca el uso de las tecnologías digitales para facilitar la participación ciudadana. Las redes sociales, por ejemplo, pueden ser utilizadas para fomentar el debate y la discusión sobre temas políticos y sociales, y para promover la participación ciudadana en la toma de decisiones.

Pero el camino no termina ahí. El verdadero cambio, las alternativas más valiosas en cuanto a las alternativas democráticas, vendrán sin duda de los propios ciudadanos.

*Recuerda que La CandIAta es un proyecto de Vanguardia que busca aportar humor, sátira y un factor diferenciador a la contienda electoral. Se pretende extender el debate hacia las implicaciones éticas y prácticas en este proceso democrático, enriquecer la conversación, mas no dividir votos, ni atacar a los candidatos. Si tienes alguna pregunta que quieras hacerle, puedes dejarla en la caja de comentarios y, de ser pertinente, con gusto se la haremos mediante las herramientas de inteligencia artificial.

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