En busca de trabajo, mujeres trans en Saltillo viven historias que recuerdan la lucha de la comunidad negra en los años 50
La historia de Bárbara Flores nos recuerda la necesidad de las personas trans para que las oportunidades sean generalizadas, universales y que las mismas derriben los estereotipos
El mes del orgullo por la Diversidad Sexual a nivel mundial está por concluir, y mientras que hoy en día múltiples empresas e instituciones públicas ondean la bandera del arcoíris y adoptan durante junio un discurso amable sobre la inclusión, en la práctica muchos de los integrantes de la comunidad LGBTTTIQ+ todavía padecen una discriminación sistémica.
La historia de Bárbara Flores es una de las que recuerdan la urgencia en la necesidad de las personas trans para que las oportunidades sean generalizadas, universales y que las mismas derriben los estereotipos que hay en la población sobre las identidades de género.
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Aunque el trabajo sexual es una tarea digna al grado de que en la actualidad ya existen sindicatos que defienden los derechos de quienes lo ejercen, Bárbara dice que también existen otras mujeres trans que han buscado ser profesionistas, pero en medio de un mundo de discriminación, la constante de estas mujeres ha sido desertar o abandonar la búsqueda de un futuro en el campo laboral formal.
“Todos los trabajos son dignos y respetables, pero en 2023 se debe saber que ser mujer trans, no es igual a ser trabajadora sexual, estilista y cocinera”, dice Bárbara Flores, la mujer trans, enfermera, que encabezó la marcha del Orgullo en Saltillo este año.
Fue a los 18 años, cuando Bárbara terminó su preparación como enfermera en la Escuela de Estudios Técnicos de Enfermería, A.C., y hoy, casi 15 años después, su vida laboral ha sido un vaivén de emociones y una lucha constante para ser vistas iguales que el resto de la población principalmente heterosexual y cisgénero.
En los renglones del currículum de Bárbara, se escribe su paso por el Hospital del Niño donde fue obligada a usar un uniforme de hombre, y una historia más en una empresa privada de Saltillo donde tuvo que esperar a que los hombres desocuparan el baño para poder entrar, tras ser rechazada del acceso a un baño de mujeres.
Las historias de la población trans, recuerdan a la de Rosa Parks, la mujer negra que fue enjuiciada por no ceder un asiento a un hombre blanco en una comunidad de Alabama, Estados Unidos, en el año de 1955, cuando la comunidad negra de aquél país era perseguida por el Ku Klux Klan.
O también cuando Katherine Jhonson, una de las primeras científicas negras en la NASA, levantó la voz porque el baño al que le daban acceso estaba a dos kilómetros de distancia de su área de trabajo, pese a ser una de las científicas más destacadas en la época.
Actualmente, Bárbara trabaja en el área de enfermería y servicio médico de la empresa Pepsico, donde tiene casi dos años de experiencia, y dice que esta, es la primera vez en que a partir de una entrevista, fue tratada como una mujer profesional, dejando a parte su identidad y su apariencia.
“Nunca tuve una seguridad cuando acudía a una entrevista y siempre hubo una posibilidad de que me hablaran como hombre”, expresa.
En entrevista con VANGUARDIA, un punto que resalta es que siempre tuvo la aceptación de sus padres; sin embargo, con su experiencia, a ellos mismos les ganaba la dosis de la realidad que hoy se vive en México y que se refleja en las estadísticas oficiales sobre discriminación hacia su población.
Uno de los ejemplos sobre aquellos consejos y alertas, lo vivió en su paso por el Hospital del Niño entre los años 2016 y 2017, donde los protocolos que había al menos hasta ese entonces eran tan exclusivos que llegaban a criminalizarla.
“En el Hospital del Niño los hombres iban de azul y las niñas de rosa, y yo no podía ponerme un uniforme rosa. No podía traer mi pelo largo, todo el tiempo que estuve trabajando ahí lo tuve corto”, recuerda.
Dice, que una de las cuestiones que más la alertaban, era que no solo eran las directrices de la institución las que realizaban actos y comentarios discriminatorios, sino también otros miembros del personal eran quienes la señalaban.
“Hubo comentarios de que hasta me gustaban las criaturas, y que yo influía en la infancia, que los niños iban a hacerse igual que yo. Fue cuando renuncié”, expresó.
A pesar de que este nosocomio es parte de la Secretaría de Salud, Bárbara dice que hasta hoy no conoce a una mujer u hombre trans que esté activamente en la atención a pacientes, e incluso, una de sus compañeras también enfermera, no fue contratada al terminar sus prácticas, aun cuando esta esperanza se convierte en realidad en gran parte de los casos.
“En mi caso me dije: renuncio a la enfermería. A mi profesión, por no poder vivir y trabajar como una enfermera y no como un enfermero. Estudié belleza, me dediqué a hacer show travesti artístico”, dice.
Años después, se enfrentó a una nueva historia de discriminación en su paso por la fábrica de la empresa Pilgrims de Saltillo, donde parte del protocolo de entrada a las granjas de pollo es bañarse, y aunque en todos los trabajos reconoce que hubo gente que salió en su defensa, los actos de este trabajo podrían rayar en actos denigrantes.
“Ya te imaginarás cuando yo tenía que bañarme. El encargado decía: tú vienes así en los papeles, te bañas en el baño de hombres. Yo tenía que esperar a que se bañaran todos los trabajadores hombres para yo poderme meter, que alguien me estuviera cuidando la puerta de entrada, y obviamente pasó que entraron y me vieron. Cómo puede ser posible que me haya arriesgado a eso por la ideología o el pensar de una sola persona”, explica.
La situación del uso de baños públicos, ha sido todo un tema para la población trans, y se ubica más allá de las fronteras de México. Pero en el país, ya existe un fuerte antecedente que en el 2015, fue planteado y denunciado por la activista indígenta trans, ganadora de un premio Miaw de MTV en la categoría “Transforma”, Jessica Marjane Durán, quien fue perseguida por personal de seguridad en la plaza Reforma 222 cuando intentaron ingresar a un baño de mujeres.
El caso, incluso fue visto por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, luego de que un juez en la Ciudad de México lo desechara al considerar que no se había acreditado el acto discriminatorio, aún cuando a Jessica y su amiga, les fue solicitada documentación para poder acceder al baño.
Pero la situación es generalizada y Coahuila no es la excepción. Recientemente, la Encuesta Nacional sobre Discriminación presentada por el INEGI, realizó una serie de preguntas expresas que permitieron medir los niveles de discriminación que existen en la entidad.
En una de ellas, se cuestiona sobre la posibilidad de sostener una convivencia muy estrecha con alguna persona de un grupo vulnerable bajo la pregunta de: “Si pudiera rentar un cuarto de su casa, ¿se lo rentaría a una persona...?.
En Coahuila, las poblaciones más rechazadas fueron la población que vive con VIH o SIDA, quienes no serían aceptados por un 43.1 por ciento de los coahuilenses. Después están las personas trans con un 41.6 por ciento de no admisión a convivencia estrecha.
En marzo del 2022, en el marco del Día Internacional contra la Transfobia, activistas trans en Saltillo, como Karla Llamas, Bárbara, Paulina Sánchez, Michelle Mora y Frido Tamara Pérez Gallegos, realizaron una manifestación espejo de la Coalición Mexicana LGBTTTIQ+, donde demandaron que las autoridades instauren un cupo mínimo del 3 por ciento de su población laboral.
Recientemente, la Universidad de Colima impulsó una encuesta con la población travesti, transgénero, transexual o no binaria en esta encuesta sobre su situación laboral y sus expectativas laborales con la que pretenden identificar las principales problemáticas que vive en el tema la población trans o no binaria, con el objetivo de impulsar la iniciativa de ley que en este rubro ha propuesto la Coalición Mexicana LGBTTTI+ y que se encuentra disponible para contestar en la web de la Comisión de los Derechos Humanos del Estado de Coahuila.
Toda esta realidad, hizo que en algún momento, Bárbara pensara en que se había equivocado en realizar su transición e incluso, que tal vez era mejor únicamente adoptar su identidad real en ciertas ocasiones.
“Llega un momento en que eres tanto la víctima que ya vives con eso. En todos los lugares que iba era lo mismo, y ahí era cuando le daba la razón a mi papá. Decía: es cierto, si no hubiera hecho mi transición, tal vez tuviera un buen trabajo y estuviera estable en algún lugar, pero no es lo que yo quería. Me empoderé”, expresa la enfermera.
Pero en otros casos, existen mujeres que son limitadas a ejercer el trabajo sexual o de estilismo, ante la falta de oportunidades laborales formales, en algunos casos, no por decisión propia.
“Esa es una etiqueta, que quien se dedique que lo haga, todos trabajamos por necesidad al igual que ellas, mis respetos. Pero el ser trans no es igual a ser trabajadora sexual ni estilista. Somos muy pocas las que terminamos una profesión a causa de la discriminación que también puede ir desde las escuelas”, señala.
Al día de hoy, Bárbara calcula que de cada 10 mujeres trans que conoce, solo tres son profesionistas, entre las que conoce a contadoras y licenciadas en derecho; sin embargo, muchas de las que no tienen esta oportunidad, en su historia fueron rechazadas desde casa o tuvieron que salir huyendo de la discriminación en la misma.
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Estas son las realidades que prevalecen, a pesar de que Coahuila, puede ser considerado como una de las primeras entidades con ciertos avances en la materia de derechos de la población LGBTTTIQ+, como son la adopción homoparental, el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género.
“Hace poco en una plática con mujeres trans, nos contaban que hace años en Saltillo te metían al bote cuando salías vestida de mujer a comprar shampoo. Eso hace que las mujeres se orillen a hacer trabajo sexual; a vivir de noche, a escondidas y en medio del peligro”, dijo Bárbara.
“Siempre vamos a seguir luchando y poniendo un granito de arena aunque sea el más mínimo. Recordarle a la comunidad que debemos luchar por estudiar, para defendernos ante una sociedad que discrimina, al igual que todos, al igual que una mujer cis: educándonos y educando a nuestras familias”, concluyó.
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