¿Lo ayudas? Víctor ya casi no ve y está endeudado con el hospital, pero pasará un feliz Día del Padre porque su bebé está con él
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La pequeñita Paulina, de apenas siete meses de edad y con síndrome de Down, estuvo durante cuatro semanas hospitalizada en el Materno Infantil de Saltillo, y al fin salió del hospital, como un regalo adelantado para su padre
Víctor Hugo Martínez Reyes pensó que pasaría su día, el Día del Padre, en el hospital cuidando de su hija Paulina Milagros, de siete meses de edad, quien desde hace cuatro semanas ingresó por convulsiones. Pero parece que la vida o Dios le dio a Víctor su regalo por anticipado.
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Ayer, cuando acudió al sanatorio para relevar a su esposa Laura, los médicos le anunciaron que darían de alta a su niña y él se alegró.
Hacía casi un mes que la familia se trasladó de Rayones, Nuevo León, de donde es originaria, al Hospital Materno Infantil de Saltillo, porque Paulina, que nació con síndrome de Down, enfermó y hubo que traerla.
“Nació con síndrome de Down, y yo me sentí contento porque es un regalo que Dios te manda”, comentó.
Más de cuatro horas y media por caminos maltrechos le tomó a Víctor Hugo y a su esposa llegar hasta Saltillo con la niña.
“No hay camino, es un mugrero, pura sierra, pura piedra”, dice.
La camioneta en la que viajaban se quebró, y tuvieron que venir de raite hasta el pueblo de Jamé, en Arteaga, donde unos parientes que tienen en Saltillo fueron para recogerlos.
Vivieron días y noches de angustia y zozobra, mientras los médicos luchaban por controlarle las convulsiones a Paulina y ella no mejoraba.
Lo peor fue que Víctor quedó sin trabajo y sin dinero, y con sus preocupaciones diarias crecía la cuenta en el hospital.
Víctor trabaja en Rayones, municipio con vocación nogalera, quebrando nueces, cuando los patrones, los dueños de las nogaleras, le dan trabajo.
“Ahorita no hay chamba, andamos en lo que caiga”.
SU VISTA SE APAGA POCO A POCO
Es una de las pocas actividades que Víctor puede desempeñar porque padece una enfermedad en sus ojos que se llama retinitis pigmentaria, que es incurable y que cada día le apaga más la vista.
El mal, cuenta, se le manifestó cuando tenía unos 20 años y desde entonces la visión se le ha ido apagando poco a poco.
Ya no puede andar solo por las calles, porque la luz del sol lo ciega y para subir al piso en el hospital a ver a su hija debe ir acompañado de un lazarillo.
Pero ayer Víctor estaba contento; el médico le dio la noticia de que a su hija la darían de alta y sintió que el alma le volvía al cuerpo.
Solo que había un inconveniente: la niña no estaba saturando bien y había que conseguir un tanque de oxígeno para ayudarla a respirar.
Un conocido se movilizó y consiguió uno.
UNA CUENTA DE 130 MIL PESOS
Ya solo faltaba lo de la cuenta del hospital, más de 130 mil pesos, pero Víctor negociaría con la administración del nosocomio, se pondría a vender algo y pediría la ayuda de la gente.
“Estoy contento y preocupado a la vez por la cuenta. A ver cómo se prestan allá adentro. Voy a buscar la manera de dar algo y a ver cómo le hacemos en pagos”, dijo.
Lo importante era que a su bebé, Paulina, la iban a dar de alta y aunque él no tendría un festejo fastuoso del Día del Padre, sin dinero, tal vez sin merienda, ¿cómo?, ¿con qué?, estaba seguro de que la pasaría feliz.
“Como cualquier día normal, no hay con qué festejar a veces y ahorita menos con todo esto”.
Su regalo mejor, dice, es tener a Paulina de vuelta en casa.
¿PUEDES AYUDARLO?
Víctor solicita el apoyo de la sociedad saltillense para saldar los gastos de internamiento y medicinas de su hija en el hospital.
Está desempleado y permanecerá en Saltillo, en casa de unos familiares, mientras la niña logra respirar con normalidad.
“Es mucho dinero el que hay que pagar. A ver si hay quien nos ayude... Cualquier ayuda es buena, todo es bienvenido”.
¿Deseas ayudar? Llama al celular de Víctor, 844 275 81 16.