Mamás ‘empoleradas’ de Saltillo cumplen sus metas a través del Pole Dance
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Mujeres maduras con más interés en su desarrollo personal que en otros temas de su vida, coinciden en un estudio de Pole Dance donde se reencontraron con su feminidad, su fortaleza y son la admiración de familiares y amigos.
Juana Patricia Leija Escamilla es originaria del municipio de Monclova, el cual dejó para ser educadora, hoy está jubilada. Llegó a la academia Poler´s hace dos años y medio por invitación de una amiga.
Cuenta que siempre fue una mujer que le gustaba ejercitarse, corrió la 21 K, iba al gimnasio, pero asegura que haber llegado al Pole Dance, le cambió la vida. “Decidí inscribirme porque una amiga me motivó a hacerlo”.
Paty veía fotos y video de su compañera de trabajo y sentía que ese deporte no era para ella. “No por el tabú, a mí se me hacía imposible escalar un pole”, y sin pensarlo se inscribió, “y cuando llegué dije, ¿qué estoy haciendo aquí?”. Cuenta que la exigencia del entrenamiento era tanta que arrepentirse de seguir era una opción.
“Yo sola me limitaba y hasta dije, solo cinco meses, de aquí a que cumpla 55 años, con que escale el pole”, fue su primer meta. Hoy tiene 57 años, es decir que lleva dos años y medio entrenando; “y dije, ya estoy aquí, voy a ver hasta donde aguanto. Mi amiga ya no está y yo sigo ahí”.
Lograr escalar el pole que fue su primer meta, la logró rápido, y cada día se propuso nuevos logros. Decidió ser constante y se dio cuenta de que lograba lo que se proponía. “Yo pensé que no iba a poder hacer las figuras, nunca me imaginé que si puedo”. Hoy Paty practica también aro.
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“Me cambió la vida, iba al gimnasio, corrí la 21 K, sí hacía ejercicio, pero ya cuando entré al pole, me cambió mucho emocionalmente, mi actitud, el superarme y alcanzar metas que no imaginaba”.
La maestra jubilada dice que le gusta el ambiente del pole dance, porque la competencia no es con alguien más, es con uno mismo.
“Me ha ayudado mucho emocionalmente porque no te da oportunidad de deprimirte o que se te bajen las pilas; te sientes más activa y sobre todo más a gusto contigo misma. Aceptarme como soy, mi cuerpo, mi condición, edad. Todas tenemos un complejo, el mío son los pies, temía andar descalza y ahí se me olvidó, el reto es personal y la satisfacción del logro de hacer cosas que no imaginaba es lo mejor”.
Madre de dos hijos propios y uno “que venía en combo con su marido”, en principio era blanco de bromas por el deporte. “Vas a estudiar para teibol” eran las primeras frases, que poco a poco, con sus logros fueron cambiando a la admiración no solo de verla realizar figuras acrobáticas en el pole, sino también por el entrenamiento exigente que requiere la disciplina.
“Me admiran porque ven el esfuerzo, el cansancio, los moretones, y van tomando en serio que es un deporte. Ahora me dicen, es una chingonada”. Mientras asegura que una hermana le tiene en sus rezos diarios para que no se vaya a caer y sus seis nietos le celebran sus avances.
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Paty cuenta que en una ocasión de camino al entrenamiento, un conductor de InDrive le dijo “ah va al teibol”, y ella, primero le respondió que no, luego le explicó que era un deporte de alto rendimiento y que como tal, era difícil y requería de sacrificios, y luego lo regañó.
“’... Y sabe qué, ultimadamente las chicas que practicamos cada quien lo hacemos por una necesidad personal, laboral, económica y eso no se juzga’, y le dije ‘y si usted frecuenta esos lugares, debería de dar más dinero porque se sufre mucho’, el conductor se disculpó y terminó pidiendo informes para inscribir a su esposa’”.
Celestina Odoñez González, es otra alumna de la academia Poler´s, se dedica al hogar y vio en el pole dance una alternativa de ejercicio. Cuenta que siempre le ha gustado hacer ejercicio y que la cultura de su casa es la disciplina.
Hace cinco años, cuando tenía 45 años, se inscribió a un gimnasio y ahí descubrió el pole dance y lo que ello significaba. “Resistencia, fuerza, coordinación y sobre todo concentración”. Asegura que previo a entrar a la tercera edad, lo que más se pierde es la masa muscular, y en esta disciplina ha encontrado mucho más que eso.
“Me ha traído mucha satisfacción en el sentido de que nunca me imaginé que iba a lograr eso, he logrado muchas cosas, simplemente escalar y tocar el techo, es una emoción y una adrenalina ver que puedes hacer lo que el instructor”.
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La madre de familia de dos hijos universitarios comenta que el pole dance te obliga a ser mejor persona, principalmente contigo mismo. “Te obliga a una mejor alimentación, a tener tolerancia para la frustración propia, porque vez a tus compañeras lograr figuras y tú no, pero te vas dando cuenta que diario haces tu mejor esfuerzo y eso lo compensa”.
Celestina menciona que además el pole dance empodera mujeres porque hace mucho compañerismo y unidad entre quienes lo practican. “Todas nos aplaudimos, nos ayudamos”, y también ha enfrentado críticas, incluso de su propia familia, pero asegura que la disciplina también te fortalece para ignorar los señalamientos y continuar haciendo algo que te hace feliz a ti.