Regresa a las calles de Saltillo la verbena popular en honor a Santo Cristo
COMPARTIR
Las calles aledañas a la Catedral de Santiago se inundaron de colores, olores y sabores para recibir a miles de feligreses que tras dos años de suspender la verbena popular, acuden con total humildad para postrarse ante la sagrada imagen del Santo Cristo de la Capilla.
Sobre las calles de Hidalgo, Juárez y Allende, techos de lona atadas a los faroles y postes cubren dulces de leche, cocadas y albaricoques, panqués de coberturas crujientes y suaves bañados de azúcar glas, nuez o frutos secos, iluminados por los rayitos de sol que se cuelan entre los puestos.
El olor de pan recién horneado se mezcla con el barro húmedo: son las cazuelas, cántaros y jarros con pinceladas de arte en barniz que provienen de Oaxaca, Puebla o Veracruz.
También trajeron chapulines, charales, mezcal de gusano, mole y chocolate, entre otros artículos exportados desde su tierra y fabricados con sus propias manos.
Pueden verse también carcachas, trenes, remolques, muñecas de trapo e instrumentos musicales. Las populares blusas bordadas, pulseras y aretes. Cuarzos de colores montados en collares y amuletos... para la suerte.
¡Pásele, pásele!, llaman los vendedores a sus clientes, ofrecen muestras y convencen de llevarse algo a casa.
Más adelante una selva. Es el manto de begonias, helechos y girasoles rociados por la misma brisa; plantas de sombra y sol, suculentas y cactus.
A su lado, puestos con macetas, tierra y abonos. Algunos conejos, pollos y peces también están en venta.
Costales de granos, semillas, pajitas color carmín, raíces y hierbas secas para té, remedios caseros y pomadas milagrosas que exportan de lo más alto de la sierra.
Cuencas de mil colores en pulseras, rosarios y llaveros en cada esquina, todas con la imagen del santo patrono, Virgen de Guadalupe o Espíritu Santo.
La gente camina a paso lento. Mira a su alrededor. Toma algún producto. Lo mira. Pregunta su precio y lo regresa. Otro compra a menos llenas. Un par de pasos después ofrecen menús de antojitos mexicanos y comida rápida.
Chiles rellenos al borde de los comales. Huaraches, gorditas y enchiladas sobre las planchas calientes, adornadas con vegetales y salsas, rodeados de quesos y acompañados con aguas frescas de jamaica y limón. Hamburguesas, hot dogs, banderillas y pizza, entre los platillos exprés.
También venden postres dulces y salados, vasos de fruta, tunas, fresas con crema, nachos, churros y algodones. Gorditas de nata y charolas de gomitas picantes o azucaradas, chocolates, arándanos y cacahuates.
Se estima una derrama económica de 2.5 millones de pesos y la visita de más de 10 mil asistentes, de acuerdo con las autoridades del Municipio.
LOTERÍA CON CAUSA
“¡El borracho, la rana, la chalupa y buenas!”, gritan los asistentes que aportan a la Iglesia jugando a su suerte en la lotería para ganar tuppers, adornos de casa o despensas.
La música varía. El hip hop, la cumbia, banda y sonora se conjugan en un remix que ameniza el camino hacia el atrio.
El volumen se eleva en la calle de los juegos mecánicos. Giran. Suben. Se regresan. Desatan gritos y emociones contenidas.
“El sol sale para todos”, dicen los comerciantes de electrónicos, artículos de higiene y hogar. Locatarios que ofertan ropa, calzado, maquillaje, sombreros y gorras. Piratería y demás.
El chasquido de los huaraches de lámina y sonajas se escucha. Los túneles se abren. El atrio está repleto de creyentes; los feligreses cruzan las puertas de la Catedral. El ruido cesa.
La mezcla de religión, comercio variado y algarabía dio vida a la verbena popular que se baña de luces al anochecer.