Saltillo: Y de ‘La Nogalera’ ya solo le queda el nombre, languidecen los últimos nogales
Avances comerciales tienen un costo y ahora, mientras florece el mercado en la plaza comercial, lo que hace años fue un regalo de la naturaleza enfrenta los estertores de su muerte
Cerca de 24 nogales que hasta hace unos años enverdecían y daban sombra y oxígeno al estacionamiento del complejo comercial “La Nogalera”, al sur de Saltillo, Coahuila, están prácticamente muertos.
Se trata de un conjunto de árboles centenarios que en vida alcanzaron alturas portentosas y que fueron parte de una huerta que llegó a tener más de 700 frutales, un importante pulmón para esta zona de Saltillo.
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Durante un recorrido realizado por VANGUARDIA en los límites del aparcadero de la citada plaza comercial, se pudo constatar el estado de desecación que presentan al menos una veintena de nogales, y que hace ver el paisaje de asfalto y construcciones de cemento como un cementerio de árboles.
“Ésta era una nogalera muy antigua. Creo que la mayoría de los árboles grandes tenían más de 100 años. Tumbaron muchos árboles para que se estacionaran carros”, afirma el ambientalista y defensor del agua, Rodolfo Garza Gutiérrez.
Recuerda que para construir este estacionamiento y la plaza comercial donde hoy se asienta un supermercado, un cine, una megaferretera, un banco y tiendas departamentales, se tuvieron que sacrificar 700 árboles, entre duraznos, membrillos, peras, perones y nogales grandes.
“La huerta era propiedad de don Segundo Rodríguez quien fue, junto con don Isidro López Zertuche, capitán de empresa en los años cincuenta”, comenta Rodolfo Garza.
Una huerta donde ahora se imponen 155 locales comerciales y un aparcadero con espacio para mil 600 automóviles.
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“Eran árboles ya bien establecidos que se regaban con agua de un pozo y con el agua de lluvia que escurría de la Narro”.
Garza Gutiérrez cuenta que en su momento él se opuso a los planes del Corporativo Planigrupo, la empresa titular del proyecto, y que se dedica al desarrollo, comercialización, administración, mercadotecnia y relaciones públicas de centros comerciales y vivienda.
Con todo y eso la firma hizo edificar entre 2004 y 2005 este complejo comercial.
Rodolfo interpuso entonces una demanda ante la Profepa y el Instituto Coahuilense de Ecología, cuyo titular era el político y empresario Sergio Avilés.
“Sergio Avilés fue una de las instancia que autorizó esto”, recordó.
Cuando Rodolfo Garza fue donde Sergio Avilés para preguntarle por qué estaban convirtiendo la huerta en una plaza comercial, y por qué estaban tirando tantos árboles, su argumento fue que los nogales no eran propios de la región, que los nogales ya estaban muy grandes y la savia y el agua no les iba a llegar hasta arriba.
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“Cuando que el nogal es nativo de Coahuila, Chihuahua y Nuevo México a nivel planetario. Yo me quedé sin palabras al escuchar que el Director de Ecología se expresaba de esa manera”.
Garza se dirigió luego con el bufete de abogados de Planigrupo.
“Me dijeron que si yo quería ir a pleito, a pleito nos íbamos, pero que nadie iba a detener el desarrollo de este centro comercial, me lo dijeron en un tono de burla, que por salvar a unos mugrosos arbolillos no se iban a detener, cuando que esto era una nogalera”, comenta.
En el arranque de los trabajos la huerta fue trasquilada de árboles y rellenada con capas y capas de tierra que ahogaron a las pocas plantas que quedaban.
“Hay algunas partes que tienen más de dos metros de tierra, los ahogaron completamente, y se les dijo ‘estos árboles se van a morir’, me dijeron que yo estaba loco y que no me metiera en sus cosas”.
Y los nogales se murieron.
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Por eso es que Rodolfo Garza insiste en que a esta nota le pongan los editores “Los nogales de la nogalera, una muerte anunciada”.
“No sé cuántos años tiene esta plaza comercial y ahorita vemos el resultado, la mayoría de los árboles ya se murieron, cuando aquí era una huerta exuberante, hermosísima, todos los tumbaron”.
Y los pocos que dejaron están sobreviviendo, pero se van a morir vaticina el ambientalista.
Lo último que ha hecho la empresa para tratar de remediar en nada el daño ocasionado, es plantar moras y truenos en los cajetes que fueron de los nogales, y que ahora lucen como tumbas.
“¿Qué tiene que hacer una mora aquí. Ponen un trueno. Da muy mal aspecto. Es una ofensa para los saltillenses, es burlarse, como que no les interesa”, critica Garza Gutiérrez.
Hoy este estacionamiento parece un camposanto de nogales cuyos cadáveres son los testigos mudos de una debacle ambiental que ya llegó.
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“A mí me desespera la poca sensibilidad de todas las autoridades y de la población también, una apatía, ya ves, ái ta. Dime tú si no es una vergüenza esto, es un ecocidio...”.
CALLA LA EMPRESA
VANGUARDIA buscó a los directivos de Planigrupo para que dieran su versión sobre este problema, pero hasta el cierre de edición no se habían reportado.
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