Blanca Jasso, una historia de lucha y esperanza en las calles de Saltillo
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Blanca Jasso, una joven de 29 años originaria de Colima, ha enfrentado una vida marcada por la adversidad y la violencia. Hace algunos años, sufrió un incidente que cambió su vida para siempre: mientras vendía pantalones en su ciudad natal, fue víctima de un ataque en el que recibió múltiples disparos, lo que resultó en una discapacidad neuromotora que le dejó inmovilizada la mitad de su cuerpo.
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Ahora, Blanca vive en Coahuila, un lugar al que se trasladó en busca de seguridad para ella y sus hijos, y se gana la vida vendiendo dulces en el bulevar Sección 38, antes de llegar a los arcos.
CONSTANTES DESAFÍOS
Blanca no se considera una víctima; es una mujer que, pese a las circunstancias, lucha cada día por ofrecer un mejor futuro a su familia. Su historia se volvió viral en redes sociales luego de que Casa de Ayuda Rogelio García compartiera un post pidiendo apoyo para ella. A través de la publicación, se conoció que Blanca vende cacahuates, semillas, paletas, chicles y otros productos en la calle. “Yo en sí, vendo cacahuates, semillas, paletas, chicles, mazapanes, pulpas de tamarindo... y cuando se viene la ola de calor, empiezo a vender bebidas como agua, Gatorade y Powerade”, explica.
A pesar de su esfuerzo por salir adelante, Blanca enfrenta constantes desafíos. La calle, aunque es su espacio de trabajo, también es un lugar donde experimenta episodios de acoso y falta de respeto. “Ya me han faltado al respeto muchas personas. Como el otro día, fuera de la escuela de mi niña, un señor trató de besarme... yo nunca le he dado motivos a nadie, y tengo a mi marido”, cuenta, con una mezcla de dolor e incredulidad.
ACOSO Y DISCRIMINACIÓN
Además del acoso, Blanca también ha vivido momentos de discriminación, pues algunos no creen en su condición y la obligan a ponerse de pie para comprobar su discapacidad. “Una vez me obligaron a pararme para ver si estaba discapacitada. Me decían que me iban a quitar a mis niños... me decían que los tenía en el sol, y aunque traemos paraguas, a veces no es suficiente. Lo que yo gano aquí es para darles lo necesario para la escuela”, relata.
En su búsqueda de apoyo institucional, Blanca ha acudido a la Secretaría del Bienestar en su municipio y ha entregado toda la papelería necesaria, pero hasta el momento no ha recibido ayuda oficial. Sin embargo, no pierde la esperanza de que algún día su situación cambie y pueda ofrecer una vida más estable a sus hijos.
Su esposo, un hombre trabajador, se dedica a realizar limpiezas en restaurantes para mantener a su familia, mientras que Blanca, con dignidad y perseverancia, lucha día a día para superarse a sí misma y demostrar que las dificultades no la vencerán.
Blanca no pide dinero. Con humildad, invita a quienes quieran ayudarla a comprarle un dulce, una bebida o lo que deseen desde el corazón. Su presencia en el bulevar Sección 38 es un recordatorio de la fuerza y el coraje que una madre es capaz de desplegar en situaciones extremas. Su historia es un llamado a la empatía y a la conciencia social.
En lugar de ver solo a una persona en situación de vulnerabilidad, Blanca nos invita a ver a una mujer resiliente que, a pesar de las heridas físicas y emocionales, continúa de pie, enfrentando la vida con determinación.