Casi ocho por ciento de mexicanos padece Alzheimer, ¿qué sabemos y qué debemos hacer?

Saltillo
/ 21 septiembre 2024

Vivimos una tendencia de envejecimiento poblacional, de ahí que sea determinante conocer esta enfermedad para poder enfrentarla

Debido al envejecimiento poblacional en nuestro país, que en estos momentos tiene poco más de 14 millones de personas de 60 años o más, lo que representan al 12% de la población total, médicos piden fomentar un diagnóstico temprano del Alzheimer.

Se estima que al menos un millón 300 mil personas de estas personas mayores de 60 años viven con este mal, y las proyecciones son que hacia el 2050, dicha cifra se podría triplicar.

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En el marco del Día Mundial del Alzheimer, que cada 21 de septiembre tiene su día para concientizar sobre el tema, Marco Calabria y Juan García Fernández, profesores de Neuropsicología e investigadores del grupo NeuroADaS Lab de la Universidad Abierta de Cataluña, UOC, abordan algunas de preguntas sobre esta devastadora patología.

A la común pregunta de qué es el Alzheimer, lo definen como la forma más común de demencia y representa entre el 60% y 70% de los casos de demencia a nivel mundial. Actualmente unas 50 millones de personas viven con algún tipo de demencia, y se prevé que esta cifra podría triplicarse para 2050, debido al envejecimiento de la población.

Esta enfermedad neurodegenerativa se caracteriza por la acumulación anormal de proteínas en el cerebro, formando placas amiloides y ovillos de tau que afectan la función neuronal. En las fases iniciales, el daño suele concentrarse en áreas relacionadas con la memoria, como el hipocampo, para después extenderse a otras partes del cerebro conforme avanza la enfermedad.

Los primeros signos suelen ser dificultades con la memoria a corto plazo, problemas para recordar eventos recientes y realizar tareas cotidianas. Con el tiempo, el deterioro cognitivo se agrava, afectando la capacidad de tomar decisiones, planificar o resolver problemas.

¿CUÁL ES LA CAUSA?

No existe una única causa conocida para el Alzheimer. Sin embargo, varios factores genéticos y ambientales parecen contribuir a su desarrollo. Los estudios han identificado el gen APOE4 como un factor de riesgo significativo, particularmente en casos de Alzheimer de inicio temprano, que afecta a personas menores de 65 años y representa menos del 10% de los casos. Además, se ha demostrado que los estilos de vida poco saludables pueden aumentar el riesgo de desarrollar la enfermedad.

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$!Esta enfermedad neurodegenerativa se caracteriza por la acumulación de proteínas anormales en el cerebro

Un informe reciente de la comisión Lancet sobre demencia destaca factores modificables que contribuyen a este riesgo, como la hipertensión, la obesidad, el consumo de tabaco y alcohol, el sedentarismo, la depresión, la diabetes y la exposición a contaminantes ambientales.

Según el informe, alrededor del 40% de los casos de demencia podrían prevenirse mediante cambios en el estilo de vida, subrayando la importancia de la intervención temprana y la educación pública sobre hábitos saludables.

PRINCIPALES SÍNTOMAS Y DIAGNÓSTICO

Aunque la pérdida de memoria es el síntoma más común del Alzheimer, no es el único. Otras funciones cognitivas, como la atención, el lenguaje y la toma de decisiones, también pueden verse afectadas. Además, algunas personas pueden presentar síntomas conductuales o emocionales, como depresión o ansiedad, incluso antes de que se manifiesten los problemas de memoria.

En las primeras etapas, conocidas como Deterioro Cognitivo Leve (DCL), los pacientes suelen experimentar dificultades en actividades complejas, pero sin una pérdida significativa de autonomía.

El diagnóstico requiere una evaluación multidimensional. Los neurólogos pueden emplear técnicas de neuroimagen, como la resonancia magnética, para detectar cambios estructurales en el cerebro. Además, el análisis de biomarcadores en sangre, como las proteínas tau y beta-amiloide, está emergiendo como una herramienta prometedora para el diagnóstico temprano.

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El papel de los neuropsicólogos es fundamental, ya que evalúan las capacidades cognitivas y funcionales del paciente a través de pruebas exhaustivas, buscando déficits en memoria, atención, lenguaje, y otras áreas.

El Alzheimer es más común en mujeres que en hombres, y aunque la mayor esperanza de vida de las mujeres explica parte de esta diferencia, también se consideran otros factores. Los cambios hormonales asociados a la menopausia y los factores socioculturales, como el acceso desigual a la educación, también influyen en la mayor prevalencia en mujeres. La educación es un factor protector clave contra la enfermedad, lo que resalta la importancia de la igualdad de acceso a la formación y la información a lo largo de la vida.

¿QUÉ SE PUEDE HACER?

Aunque el Alzheimer no tiene cura, varios estudios sugieren que la intervención temprana y los cambios en el estilo de vida pueden retrasar la progresión de la enfermedad. Los programas de intervención cognitiva y física, diseñados para estimular el cerebro y el cuerpo, han mostrado resultados prometedores.

En las primeras fases, como el DCL, las intervenciones combinan ejercicios de rehabilitación cognitiva y entrenamiento mental, junto con recomendaciones para mejorar la salud física y social. A medida que la enfermedad avanza, los programas se adaptan para mantener las capacidades funcionales del paciente el mayor tiempo posible, con sesiones grupales que fomentan la interacción social y el trabajo colaborativo.

Otra herramienta emergente en el tratamiento del Alzheimer es la neuromodulación cerebral no invasiva, una técnica que utiliza electrodos colocados en el cuero cabelludo para estimular áreas específicas del cerebro. Esta intervención ha mostrado resultados prometedores al mejorar la función cognitiva de pacientes con Alzheimer, y se espera que continúe desarrollándose como un tratamiento complementario en el futuro.

EL CUIDADOR ES DETERMINANTE

Uno de los aspectos más desafiantes del Alzheimer es el impacto que tiene no solo en los pacientes, sino también en sus cuidadores. A medida que la enfermedad progresa, los pacientes dependen cada vez más de sus familiares para realizar las tareas diarias, lo que puede generar una enorme carga emocional y física para el cuidador principal.

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De ahí que sea importante atender a ambos: paciente y cuidador. A menudo, los cuidadores, que suelen ser familiares cercanos, experimentan altos niveles de estrés, ansiedad y depresión, debido a la sobrecarga emocional que implica cuidar a un ser querido con Alzheimer.

Es por eso que el enfoque debe ser integral: no solo se debe investigar el desarrollo de la enfermedad y nuevas formas de tratamiento para los pacientes, sino también proporcionar apoyo y recursos a los cuidadores. Ambos, paciente y cuidador, forman un “binomio” inseparable que necesita ayuda y atención a lo largo de la progresión de la enfermedad.

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