El tráfico en Saltillo
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Espero alrededor de veinte y cinco minutos para recorrer tres cuadras sobre el bulevar V. Carranza. Es un día cualquiera a la hora de la salida de las escuelas.
El ansia y la prisa por llegar, el hambre, y el calor generan estrés. Esto es cada vez más común en la ciudad. El tráfico en Saltillo avanza lento, da la impresión que uno puede envejecer dentro de su vehículo. El tránsito vehicular es tan lento que un anciano pudiera fallecer en un trayecto. Incluso en los puentes hay fila a vuelta de rueda.
La velocidad promedio casi disminuye a cero, en ciertos lugares y horas del día. Uno tiene que prevenir y tomar más tiempo para trasladarse de un lugar a otro. Mientras espero en el carro, imagino que el tráfico de la ciudad es como un cortejo fúnebre constante. Estoy formado en la fila de ese cortejo, en compañía de los demás automovilistas con quienes comparto un destino común al final de nuestra vida. La diferencia es que nadie sabe el día ni la hora. Sucede lo mismo con el tráfico. No sabemos a qué hora llegaremos a nuestro lugar de destino.
Según el Instituto Mexicano para la Competitividad: “El consumo de gasolina no es proporcional al volumen de vehículos en circulación, lo que sugiere un área de oportunidad en la eficiencia de la flota vehicular. La capacidad vial es insuficiente y los problemas de saturación son permanentes.” Esto resulta ya obvio para el automovilista.
Por otro lado, el gasto de la población con menores recursos en transporte público está muy por encima del porcentaje recomendado sobre el ingreso. Quiere decir que los medios de transporte son ineficientes en sus rutas. Hay un problema añejo: Las combis se detienen en el lugar que se les da la gana para subir o bajar pasaje. Pensar en que pasen en un horario fijo es demasiado pedir. Las unidades contaminan desde tiempos inmemoriales.
El problema es que no monitoreamos la calidad del aire y por tanto no se pueden implementar medidas como el “hoy no circula.” Solo nos damos cuenta de que algo no está bien con el aire que respiramos, cuando los alergólogos tienen llenos los consultorios.
En el 2015 de acuerdo al INEGI había en Saltillo 249 mil 964 vehículos registrados y un censo de 807 mil 537 personas, es decir un carro por cada 3.23 personas. La cifra está por encima del promedio nacional. La consecuencia es que la vida de la ciudad se hace más compleja, tanto por el aumento poblacional y vehicular.
El tema de la movilidad urbana es una tendencia global. En el ámbito local se han hecho algunos esfuerzos y, desde mi punto de vista, con resultados por debajo de lo que se esperaba.
Son pocas las personas que utilizan las ciclovías, existen pocas facilidades para el peatón y las calles dan preferencia a los vehículos. Faltan espacios como pasos peatonales para cruzar calles, o pistas en parques.
Las costumbres y hábitos arraigados se deben cambiar para mejorar nuestra calidad de vida: caminar más y usar menos el automóvil, organizarse para compartir vehículo con las personas que van a los mismos lugares y pasan por las mismas rutas que nosotros. Esto evita que lleguen 20 autos con 2 personas cada uno al mismo lugar. Los ahorros en gasolinas, tráfico y contaminación lo ameritarían.