Joven coahuilense lucha contra el cáncer y espera un milagro para salvarse

Saltillo
/ 22 octubre 2018

Alfonso Ochoa de Hoyos ha sido operado tres veces por un agresivo tumor cerebral, y no baja los brazos

Luego de un intenso dolor de cabeza que le ocasionó un desmayo, “Poncho” no ha vuelto a ser el mismo.

En aquella ocasión —hace dos años—, médicos de Monterrey le diagnosticaron un tumor cerebral que le fue extirpado, pero el mal regresó con más fuerza.

Alfonso Ochoa de Hoyos, monclovense de nacimiento; llegó a Saltillo luego de graduarse del CBTis 36 en la capital del acero. Su objetivo era convertirse en economista y lo logró al egresar de la Facultad de Economía de la UAdeC.

Extrovertido y rodeado de amistades por su carismática personalidad, logró integrarse en la política como secretario de Enrique Martínez y Morales, hijo del ex gobernador de Coahuila, Enrique Martínez.

Cursó una maestría en Economía en el Tecnológico de Monterrey Campus Saltillo, e inició un proyecto, la creación de su empresa de software.

Precisamente en un viaje para reunirse con empresarios a quienes ofrecería sus servicios, fue cuando sufrió el primer síntoma del tumor cerebral.

En el trayecto comenzó a quejarse de un dolor de cabeza, que le ocasionó el desvanecimiento.

LE REVELAN A SU ENEMIGO

De inmediato inició chequeos con especialistas, quienes un mes después le informaron el mal  que padecía.

Fue intervenido a los escasos días de confirmarse el tumor en el cerebro, que era de gran dimensión, tanta que le dejaba pocas posibilidades de sobrevivir.

Los médicos que le atendieron en un hospital de Monterrey, al ver su evolución luego de la cirugía consideraron como un milagro lo que le había sucedido al joven de 31 años de edad.

Las probabilidades de que Poncho quedara parapléjico o incluso de que hubiera muerto en la plancha eran muchas.

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UNA FORTALEZA QUE PARECE UN MILAGRO

La recuperación sorprendió a su doctor de cabecera, pues su vida parecía normal, comenzó a viajar, a trabajar nuevamente, nadie imaginó que volvería el tormento de un cáncer más agresivo, con más fuerza que aquel primero que fue extraído de su cabeza.

Sus palabras después de esta primera intervención eran: “voy a vivir, tengo muchas cosas por hacer, no hay que estar tristes".

Al año y ocho meses de su primera operación, comenzó nuevamente el dolor de cabeza y nuevamente acudió a revisiones.

Lamentablemente le informaron que la situación era aun más complicada, el tumor era el doble de tamaño que el primero que fue tratado y del que pensaban los especialistas se habían librado.

No había opción más que otra cirugía. Para la intervención programada para septiembre del año en curso, las medidas fueron más fuertes, se tuvo que cortar parte del hueso del cráneo de Poncho para eliminar el tumor maligno que estaba adherido.

ENFRENTAR LA MUERTE

Aun y cuando ingresó a quirófano con optimismo, se despidió de su familia y pidió ser confesado, pues ante todo es realista y sabe que corre el riesgo de morir en la operación.

Parecía que todo había salido bien, pero este fin de semana, con temor y el ánimo por los suelos, Alfonso ingresó nuevamente a quirófano.

Se atendería una infección que muy probablemente fue consecuente a la aplicación de látex sobre su cráneo.

Los familiares y amigos cercanos al monclovense afirman que en él siempre prevaleció la buena actitud, y cada que le es posible exhorta a sus amigos el valorar cada momento de sus vidas, a que no estén tristes pese a las condiciones de la vida.

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