Llevan damas de Club de Leones diversión a niños de ejido de Saltillo
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Celebran posada con decenas de niños, a quienes regalaron pastel, bolo y piñata
Cuando arribaron las señoras del Club de Leones Saltillo El Sarape, el rancho “La Encantada”, parecía solitario, sin encanto, vaya, sin gente, y lo que es peor, sin niños.
Solo se oía el murmullo del viento golpeando en los árboles añejos y el ladrido lejano de los perros.
Pero apenas y corrió la voz de que habría piñata, al salón, una palapa estilo campirano que prestó para la fiesta una lugareña, llegaron hordas de chiquillos, con sus mamás, salidos de todas partes.
Y, con las medidas impuestas por la pandemia, el protocolo sanitario, se armó la fiesta, a pesar de la pandemia. Muera el coronavirus.
Primero la piñata, la tradicional estrella multicolor de seis picos, los nenes formados, guardando la sana distancia, con su cubrebocas, por si las moscas.
Eran unos 50 pequeños que, tras casi nueve meses de encierro, revivieron la alegría de ser niños en la víspera de la Navidad, la Navidad de la nueva normalidad.
Y entonces “La Encantada” recobró su encanto.
LA ILUSIÓN OPACÓ AL COVID-19
Uno a uno, los chicos pasaron a pegarle a la piñata y aquí sacaron toda la energía que habían guardado durante el confinamiento.
Fue el mediodía que en el ejido “La Encantada”, la ilusión opacó el temor por el COVID–19.
Y en el pueblo se volvieron a escuchar las risas y los gritos de júbilo de los niños.
Siguió lo del bolo y luego el pastel con jugo.
La posada, una atípica posada, una posada en tiempos de COVID, había sido organizada por el Club de Leones Saltillo El Sarape.
Los bienhechores de estas organizaciones no quisieron que los peques de “La Encantada” se quedaran sin fiesta, siquiera por un ratito.
Al final los críos, rostros felices, retornaron a sus casas, otra vez al encierro, al ostracismo, y el pueblo volvió a quedar en silencio…