Celebra obispo emérito de Saltillo 45 años de consagración episcopal
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En un mensaje durante el séptimo día de la Novena del Santo Cristo el obispo emérito pidió por todos los matrimonios que se encuentran en crisis por diferentes circunstancias
El 3 de febrero de 2011, el día era claro en Saltillo, ideal para enmarcar la celebración que tenía reunidos en el norte de la Ciudad a la Iglesia católica, a las autoridades estatales y municipales, a empresarios y medio de comunicación.
Varios de los presentes ya habían hecho uso de la palabra. Existía consenso en que todos los elogios expresados eran merecidos -lo cual no siempre sucede en el caso de otros personajes públicos de cualquier ámbito-, pero tantas loas acabaron por apenar al homenajeado.
“Estoy abochornado por todo esto, yo no quería culto a la persona”, expresó con su voz tronante el Obispo Emérito Francisco Villalobos, quien, no obstante, reclamó enseguida en son de broma y con una sonrisa extendida: “Lamento que esta calle quede tan lejos del Centro Histórico”.
El mismo tono festivo imperó toda esa jornada. Fue develada la nomenclatura de una kilométrica avenida: “Calle Obispo Francisco Villalobos Padilla”. La Ciudad homenajeaba así al pastor diocesano que cumplía 90 años de edad, la mayor parte de ellos trabajando para los coahuilenses.
La designación de esa vía con el nombre del quinto Obispo de Saltillo no fue casualidad. La ceremonia se realizó en la esquina del Camino de los Pastores, el sitio donde se edificó el Seminario Mayor Sagrado Corazón, quizá el principal legado de la gestión del Obispo Emérito.
La “Calle Francisco Villalobos Padilla 701, Exhacienda El Saucillo”, está simbólicamente ubicada en un cruce de caminos que toca los límites de los municipios de Saltillo, Arteaga y Ramos Arizpe, cuyos alcaldes -Jericó Abramo Masso, Ernesto Valdés y Ramón Oceguera- hicieron acto de presencia. Asistió también un recién nombrado Gobernador interino, Jorge Torres López
El talante y el talento que Villalobos Padilla tiene para la enseñanza fue reconocido en ese acto: “A todos nos ha enseñado mucho, aquí tiene a un alumno también”, destacó el obispo Raúl Vera, cuando tomó tuvo el micrófono en sus manos en aquella ocasión. “Yo te agradezco, Pancho, mi querido Pancho, el fermento que dejaste en el Pueblo, cuando yo llegué a Saltillo”
Hoy, cinco años después, no puede pasar desapercibida la concurrencia de fechas esenciales para los católicos de Saltillo -además del “bautizo” de la calle del Seminario Mayor-, la más importante, el festejo del 45 aniversario de la Consagración Episcopal del Obispo Emérito.
En efecto, el 3 de agosto de 1971 el presbítero Francisco Villalobos Padilla fue consagrado como Obispo por la oración consagratoria del Obispo Luis Guízar Barragán en la Catedral de Saltillo.
Este 2016, Monseñor Villalobos cumplió 95 años de edad y festejó los 67 años de su ordenación como Presbítero en Roma. También la Diócesis de Saltillo celebra 125 años de existencia.
Para conmemorar los 45 años de Consagración Episcopal, este miércoles la misa de 12:30 horas en Catedral se ofrecerá por el Obispo Emérito.
Con raíces de sangre hundidas en Encarnación de Díaz, Jalisco, Francisco Raúl Villalobos Padilla nació en Guadalajara el 1 de febrero de 1921, en el seno de un hogar profundamente cristiano, en el que su tío Alfonso Jaramillo era sacerdote, y sus hermanos Jorge y Carlos, sacerdote jesuita, y hermano marista, respectivamente.
Francisco fue el noveno de los 13 hijos de don Carlos Villalobos y doña María del Refugio Padilla.
Un accidente marcó su vocación. A los cuatro años, cuando barría con su madre la azotea de su casa, cayó por un tragaluz. Las fracturas y convalecencia retrasaron su ingreso a la escuela. “Alegre y piadoso, sus juegos le llevaban a soñar en ser sacerdote, su hermanita (María Elena) le hacía casullas de papel y él ‘celebraba misa’.
En el seminario fue sobresaliente en estudios, refinado en su conversación, culto en sus juicios, y generoso en la ayuda académica a sus compañeros, destaca el portal de internet de la Diócesis de Saltillo. “Siempre fue de buen ánimo, bromista y excelente compañero”. Después lo enviaron a estudiar a Roma.
Al cumplir hoy 45 años de Consagración Episcopal, el Obispo Emérito Francisco Villalobos Padilla ratificará su compromiso de continuar con esa alegría y don de gentes que lo caracteriza en su apostólica labor de evangelización y promotor de la fe en Cristo pero, sobre todo, para que el amor y la paz prevalezcan entre la comunidad, consideró el sacerdote Salvador Fermín Parra González.
Exalumno del Obispo Emérito, Parra González destacó la fortuna de Villalobos porque celebra su consagración en el marco de las festividades del Santo Cristo de la Capilla.
“Es un hombre con una vitalidad asombrosa”, dijo, “con gran amor por la vida, la fe y la esperanza en Dios, pero sobre todo por apoyar a nuestros semejantes para que afronten y superen los problemas que se presentan en la vida”.
Parra describió al Obispo Emérito como “un pastor religioso que no se cansa, y que tiene un espíritu y vitalidad de vida para seguir evangelizando y promoviendo la fe en Cristo, y es un hombre de comunión y que busca siempre conciliar y superar las diferencias que haya entre la comunidad”.
En la Santa Sede, el 2 de abril de 1949 fue ordenado Presbítero. En esa fecha Su Santidad Pío XII celebró 50 años de Ordenación Sacerdotal, por eso la ordenación del grupo de Monseñor Villalobos se integró a las ofrendas del Vicario de Cristo. La ceremonia se llevó a cabo en la capilla del Colegio Pío Latino, y fue presidida por Monseñor Alfredo Viola, Obispo de Uruguay.
Otro de los ordenados fue nada menos que Monseñor Samuel Ruíz, Obispo Emérito de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, la Diócesis de donde fue enviado a Saltillo fray Raúl Vera López.
En el L’Osservatore Romano el 9 de mayo de 1971, aparece publicado que el padre Francisco Raúl Villalobos Padilla era nombrado como Obispo titular de Columnata y Auxiliar de Saltillo.
El 3 de agosto fue consagrado y el 28 de octubre tomó posesión como Obispo Titular de la Diócesis de Saltillo, a la cual servía como Obispo Auxiliar desde 1971.
En 1979 participó en la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Puebla por elección del Episcopado Mexicano. También por elección representó a los Obispos de México en la VI Asamblea General del Sínodo de los Obispos en 1984.
Impulsó el trabajo de la pastoral vocacional y fortaleció el Seminario Menor; fundó la Escuela Secundaria y de Bachilleres “Julieta Dávila” para los seminaristas (hoy Instituto San José); instituyó y realizó la fundación y la construcción del Seminario Mayor, iniciando con el Curso Introductorio, y después los Institutos de Filosofía y Teología.
El Papa Juan Pablo II le aceptó la renuncia el 31de diciembre de 1999. El 20 de marzo del 2000 le entregó la posesión de la Diócesis a Raúl Vera, desde entonces es Obispo Emérito de Saltillo.